Isabelle Huppert es Hedda Gabler en el Od¨¦on de Par¨ªs
La actriz representar¨¢ la obra de Ibsen en mayo en Barcelona
Isabelle Huppert ha sido protagonista de pel¨ªculas de Preminger, Losey, Godard, Wajda, los hermanos Taviani, Tavernier o Chabrol. De vez en cuando, siempre por un tiempo relativamente corto, la actriz necesita subir al escenario, decir el texto ante los espectadores, sin red de seguridad. Su hermana Caroline, Peter Zadek, Bob Wilson, Bernard Murat, Claude R¨¦gy, Jacques Lassalle y, ahora, Eric Lacascade, en Hedda Gabler, de Ibsen (Th¨¦?tre de l'Od¨¦on de Par¨ªs), han tenido la suerte de dirigirla.
"Hace unos a?os, cuando yo presentaba La gaviota en el Festival de Avi?¨®n, Isabelle me hizo saber que le gustar¨ªa trabajar conmigo", explica Lacascade, "y durante un tiempo estuve dudando, no sabiendo si proponerle una creaci¨®n en la que ella ser¨ªa la ¨²nica int¨¦rprete o bien una obra concebida en torno a un personaje femenino. Un d¨ªa rele¨ª la historia de la hija del general Gabler, esa lejana prima n¨®rdica de Emma Bovary, que regresa del extranjero para reprimir lo que le queda de vida en el seno de una mansi¨®n-tumba".
Para ella, la oferta es tentadora porque "hace tiempo que pensaba en el personaje y nunca he interpretado a Ibsen", afirma, pero matiza el parentesco con la hero¨ªna de Flaubert: "Su aburrimiento es de otra naturaleza. Hedda es motor, act¨²a contra quienes la rodean y lo destruye todo. Adorno dec¨ªa que Hedda opon¨ªa lo bello al bien".
El montaje que ahora se presenta en el Od¨¦on de Par¨ªs y que luego viajar¨¢ a Ginebra, a Caen, a Barcelona -Teatre Lliure, el 4 y 5 de mayo- para acabar entre el 10 y el 13 de mayo en el Festival del Ruhr, tiende a transformar el texto de Ibsen en una tragedia en vez de un drama burgu¨¦s n¨®rdico. La criada ha desaparecido, el vestuario es intemporal; el lenguaje, neutro; el decorado, vagamente orientalizante y fuertemente simb¨®lico, con ramos de flores que se asemejan a coronas f¨²nebres, chimenea sustituida por vaso votivo y pelda?o de cristal y agua para marcar el paso de la zona en que se habla de aquella en que s¨®lo se murmura.
El tono de la interpretaci¨®n, que debiera ser la gran baza del espect¨¢culo, es discutible pues si Huppert parece pose¨ªda por Hedda, borracha de su extra?a mezcla de fragilidad y fortaleza -"ella quiere escoger un amo para dominarlo, tal y como dir¨ªa Lacan", resume la actriz-, el resto del reparto -excepto Christophe Gr¨¦goire, excelente como cometa L?vborg- tiende a conservar el personaje en su clave de identificaci¨®n burguesa.
Las dos estrategias interpretativas coexisten mal aunque, en teor¨ªa, est¨¦n justificadas por la naturaleza misma de los personajes, pues no en vano Hedda y L?vborg viven en rebeli¨®n contra un mundo en el que la belleza no es la referencia suprema. "Hedda es una peque?oburguesa que sue?a, que tiene una idea ingenua de la belleza y de la depravaci¨®n a la vez que aspiraciones leg¨ªtimas: quiere ser una mujer libre. No es una mujer excepcional. Tampoco est¨¢ loca, pero los otros s¨ª la vuelven loca". El an¨¢lisis de Huppert corresponde a la perfecci¨®n con su trabajo interpretativo, pero chirr¨ªa con la elegancia minimalista de la puesta en escena.
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