Horario de ocio
H¨¢bito arraigado entre los espa?oles es el de criticar acerbamente a la burocracia y se exagera, sobre todo en la estimaci¨®n individual, pues uno a uno, una a una, funcionarias y funcionarios suelen ser amables, diligentes y enterados de sus competencias. A primera vista tenemos la impresi¨®n de que hay escasez de funcionarios y que no es suficiente la afectaci¨®n de ¨¦stos a la oferta de servicios. En muchas oficinas p¨²blicas queda de manifiesto que hay m¨¢s mesas y sillas que trabajadores y un variable porcentaje de ordenadores parapadean abandonados de quienes deber¨ªan manejarlos. Si se convierte temporalmente en asidua nuestra visita a cualquiera de esos centros tambi¨¦n comprobamos que cambian las caras de quienes nos atienden.
Esperamos encontrar a la simp¨¢tica y animosa rubia que con tanto tino nos orient¨® la vez anterior y encontramos a un joven desorientado o a una correosa funcionaria en uno de sus peores d¨ªas. Supongo que hay establecidos turnos convenientes para que no coincidan con las vacaciones generales o que su disfrute es administrado por el trabajador. Sorprende que al volver a realizar o continuar una gesti¨®n nos digan que Fulanita o Menganito est¨¢n de vacaciones, aunque nos encontremos a finales de enero. Algunos tienen su momento de tr¨¢gica popularidad si se ven envueltos en cat¨¢strofes a¨¦reas o ferroviarias, aludes o, ¨²ltimamente, el terror¨ªfico tsunami del Lejano Oriente. Son residuos de plazos no utilizados e incorporados a las necesidades, conveniencias o gusto del empleado. Creo que hay una teor¨ªa de m¨ªnimos, seg¨²n la cual, tomando los periodos m¨¢s bajos de actividad, si la tarea puede ser satisfecha con determinado n¨²mero de personas, ?por qu¨¦ emplear al completo la plantilla? Una distribuci¨®n rotativa impedir¨¢ favores y nepotismo.
No es cosa espec¨ªfica de la burocracia espa?ola, que ha ganado mucho en eficiencia. En todas partes cuecen habas, y ello al hilo del comentario de un amigo franc¨¦s que me instru¨ªa con un chascarrillo atribuido a la burocracia del pa¨ªs vecino. Se hallaba un nuevo ministro en gira obligatoria por las dependencias de su departamento. En Francia -cosa sabida por muchos-, los cargos de la Administraci¨®n que pudieran corresponder aqu¨ª al de director general son fijos, por oposici¨®n, de espec¨ªfica idoneidad, lo que parece garantizar el buen funcionamiento de la maquinaria del Estado y limita el n¨²mero de incompetentes que rozan la c¨²pula del Ejecutivo. El jefazo observ¨® el panorama de aquella oficina y pregunt¨® al subordinado que le escoltaba: "?Cu¨¢ntas personas trabajan aqu¨ª?".
Pillado sin duda de improviso, la respuesta fue muy sincera: "Uno de cada cinco, excelencia".
Claro que ahora, aplicado a nuestro pa¨ªs y a nuestra ciudad, hay que suprimir el tratamiento, lo que sin duda ser¨¢ manantial de grand¨ªsimos beneficios. Es de simple comprobaci¨®n que entre nosotros sucede algo por el estilo. Los bur¨®cratas resisten la tentaci¨®n de entregarse al estajanovismo o sumergirse en huelgas a la japonesa. Rara es la oficina donde todas o la mayor¨ªa de las mesas est¨¢n ocupadas al mismo tiempo, ni siquiera en el curso de alguna ronda ministerial. Siempre suele haber una cola ante el lugar donde despacha quien, indefectiblemente tendr¨ªa que atendernos. No es preciso que pronuncien la fat¨ªdica frase: "Vuelva usted ma?ana", porque donde hay aglomeraciones suele haber un aparato que da la vez y que supongo tiene la capacidad prevista. En las grandes empresas, privadas y de las otras, viene establecido por convenio el rato del bocadillo, que tambi¨¦n institucionaliza el cl¨¢sico cafelito matinal.
La prohibici¨®n de fumar se va extendiendo de manera implacable e incidir¨¢, sin duda, en las prestaciones al p¨²blico. Ser¨ªa conveniente que en todos esos lugares se advirtiera de los horarios reservados para la colaci¨®n y el consumo de cigarrillos o, en alternativa, que los no fumadores llevaran alg¨²n distintivo aparente cuando est¨¦n tras el mostrador y a quienes habr¨¢ que compensar por el tiempo que no dedican a tostarse los pulmones. Se halla extendida la previsi¨®n de guarder¨ªas en lugares de trabajo, y no estar¨¢ lejano el tiempo en que, previa intensiva campa?a divulgativa, se demanden salas para los parientes de la tercera edad a cargo de los trabajadores y que les acompa?ar¨¢n al tajo, estar¨¢n calentitos y podr¨¢n disfrutar de un videoclub con pel¨ªculas de hace treinta o cuarenta a?os. ?Cosas veredes, Sancho!
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