Suerte
Poder o¨ªr los dos ¨²ltimos conciertos en el Centro Cultural El Monte ha sido una suerte. Vladimir Spivakov con el viol¨ªn y Serguei Bezronyi al piano consiguen una precisi¨®n tan art¨ªstica y sensible como perfecta en su ejecuci¨®n. El programa era muy variado: Beethoven, Schnittke, A.P?rt y C.Frank. Dejarse llevar por aquella manipulaci¨®n de nuestro sentimiento era un placer no s¨®lo para los mel¨®manos sino para todos los que all¨ª est¨¢bamos por nuestro gusto por la m¨²sica. Fue el ¨²ltimo concierto del a?o pasado.
Para el primero de este a?o han venido el bar¨ªtono I?aki Fres¨¢n y el pianista J.A. ?lvarez con unos bell¨ªsimos lieder de un magn¨ªfico Shubert, sobre todo con la composici¨®n tan moderna como desgarrada para los poemas de Heine. I?aki Fres¨¢n estuvo insuperable y arrancaron largu¨ªsimos aplausos. En aquellos momentos se sent¨ªa como una necesidad entender el alem¨¢n.
Las emociones que provoca la m¨²sica nos penetran no s¨¦ si m¨¢s o hasta diferentes profundidades que otras bellas artes. Las ondas sonoras que llenan el espacio nos invaden con un latido de vida, y, seg¨²n una percepci¨®n personal, lo que nos transmite esa vida nos afecta m¨¢s o menos seg¨²n la tonalidad del tema. Por ejemplo, creo que la pasi¨®n amorosa o la alegr¨ªa en la m¨²sica penetran en nuestro sentimiento sin riesgo porque no son de nadie en particular sino grandes palabras con may¨²sculas que se refieren a s¨ª mismas y est¨¢n controladas: las olvidamos en cuanto termina su sonido. El desgarro, en cambio, tiene menos posibilidad de control y afecta, como lo que es, como un desgarro, a cada espectador. No s¨¦ por qu¨¦. Quiz¨¢ tengamos menos defensa contra esa emoci¨®n; o puede ser que se trate de un latido constante en nuestras vidas que el gemido musical saca de muy dentro y nos lo recuerda. La cosa es que esa inquietud sigue presente despu¨¦s de haberse terminado el concierto.
M¨¢s de una vez he le¨ªdo que la m¨²sica es poes¨ªa, matem¨¢ticas y filosof¨ªa. Es mucho saber y mucho poder el que tiene el compositor para jugar, cada uno a su manera, con nuestros sentimientos. Se comprende que digan que la m¨²sica amansa a las fieras. Javier Garc¨ªa S¨¢nchez dice que Bach "inmuniza contra la nausea de lo cotidiano" y ¨¦l no es partidario porque no debe ser amigo de la evasi¨®n; piensa que no debemos olvidar donde nos encontramos. Mozart juega como ninguno para embelesarnos; y Beethoven, Shubert y otros rom¨¢nticos son capaces de subirnos a la euforia y de bajarnos a las profundidades de la desesperaci¨®n y el desgarro. En cualquier caso son los buenos int¨¦rpretes los que pueden sacar a flote esas emociones, y es una suerte que los traigan para que los oigamos en directo.
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