El gran espect¨¢culo de siempre
Varios miles de personas participaron ayer en el recibimiento callejero de los Reyes de Espa?a, una ceremonia que alcanza cotas muy altas de vistosidad y bullicio, siempre que se celebra en torno a Mohamed VI y cuya naturaleza est¨¢ perfectamente clara para los propios marroqu¨ªes. "Es para el espect¨¢culo de ma?ana", coment¨®, por ejemplo, con toda naturalidad, sin ning¨²n rastro de iron¨ªa, un taxista cuando se le pregunt¨® el domingo por las jaimas desplegadas en torno a la carretera que sale del aeropuerto.
Esos toldos, t¨ªpicos del desierto, cobijaban ayer a camellos y supuestos n¨®madas armados con espingardas que saludaron el paso de don Juan Carlos y su regio anfitri¨®n marroqu¨ª en un coche descapotado. Un poco despu¨¦s, comenzaba el despliegue de la marea humana que hab¨ªa comenzado a llegar sobre las nueve de la ma?ana en autobuses para cubrir la quincena de kil¨®metros que hay hasta el palacio real.
Tocados con turbantes y gorros t¨ªpicos acordes con las tradicionales chilabas, blandiendo banderas espa?olas y marroqu¨ªes o fotograf¨ªas de los dos reyes tomadas durante el ¨²nico viaje de Estado a Espa?a que ha hecho Mohamed VI, en julio de 2002, las masas aguantaron con firmeza el sol de la ma?ana hasta casi las dos de la tarde. Y derrocharon entusiasmo cuando las circunstancias lo requirieron.
Los vivas al Rey se mezclaron con los gritos agudos de las mujeres y la m¨²sica folcl¨®rica interpretada por numerosas bandas, que abundan en esta ciudad y se exhiben cada d¨ªa en su plaza m¨¢s c¨¦lebre, hasta producir un clamor impresionante. No falt¨® alg¨²n grupo vestido con las t¨²nicas azules de los saharauis, ni tampoco im¨¢genes votivas que se supone que atraen la lluvia en estas latitudes. Un kil¨®metro antes de la puerta del palacio, cuando se incorporaron a la cabeza de la comitiva guardias reales a caballo, don Juan Carlos y Mohamed VI bajaron del coche y estrecharon manos entre el p¨²blico.
Sobria ceremonia en palacio
Dentro del palacio, la ceremonia de bienvenida fue sobria y seg¨²n los c¨¢nones habituales. Hubo alg¨²n detalle curioso de protocolo, ya que ni la princesa Lalla Salma, esposa del rey de Marruecos, ni las hermanas del monarca, Lalla Meryem, Lalla Hasna y Lalla Asma, subieron a la tribuna que presidi¨® la interpretaci¨®n de los himnos. Las princesas quedaron al pie del estrado, sobre el que se encontraban los dos reyes, la reina Sof¨ªa y Mulay Rachid, hermano de Mohamed VI y pr¨ªncipe heredero.
Concluidos los himnos y las salvas de honor, los reyes y su anfitri¨®n pasaron revista a las tropas y saludaron a una nutrida comitiva de miembros del Gobierno marroqu¨ª, del espa?ol y del cuerpo diplom¨¢tico.
La visita recuper¨® luego todo el esplendor oriental durante la cena de gala que el soberano marroqu¨ª ofreci¨® en el palacio de Marraquech a sus anfitriones. Varios m¨²sicos animaron la velada, al t¨¦rmino de un banquete de las mil y una noches.
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