Memoria y Holocausto
Cuando los m¨¢s importantes l¨ªderes europeos se re¨²nan hoy en Oswiecim (localidad polaca a la que los alemanes llaman Auschwitz), para conmemorar el 60? aniversario de la liberaci¨®n del campo de exterminio all¨ª erigido por los nazis para aniquilar a jud¨ªos y a otros "pueblos inferiores", Europa y Occidente en general celebrar¨¢n un a?o m¨¢s su acto de atrici¨®n. Pero hay que tratar de evitar que el mundo se considere en paz simplemente por el hecho de recordar el asesinato de m¨¢s de seis millones de seres humanos, en lugar de combatir hasta la extenuaci¨®n las causas que hicieron posible aquella y otras insanias colectivas.
Porque a la postre, y en contra de la aurora prometida tras la Segunda Guerra Mundial, los genocidios masivos se han seguido sucediendo ante la par¨¢lisis o lentitud de la comunidad internacional. Est¨¢n cercanos los ejemplos lacerantes de Camboya, Ruanda, la antigua Yugoslavia o, ahora mismo, Sud¨¢n. Todo este horror acumulado nos recuerda que el fogonazo hist¨®rico de aquel exterminio masivo mantiene sus ep¨ªgonos en un mundo que tambi¨¦n se dice civilizado y que se considera a s¨ª mismo en buena medida liberado del estigma de barbarie de los autores del Holocausto.
Asumiendo que la bestia contin¨²a agazapada entre nosotros, la Asamblea General de la ONU acaba de conmemorar por primera vez el aniversario de Auschwitz con un homenaje a las v¨ªctimas de la soluci¨®n final. Por su universalidad es el m¨¢s significativo, pero s¨®lo uno del rosario de actos que van a evocar hoy el inmenso horror perpetrado en el coraz¨®n de Europa.
Tal d¨ªa como hoy de 1944, seis mil personas eran asesinadas en las c¨¢maras de gas y hornos crematorios de Birkenau, uno de los campos de Auschwitz. Un horror que 60 a?os despu¨¦s a¨²n alienta en pa¨ªses desarrollados en forma de movimientos filonazis.
Espa?a, por razones b¨¢sicamente hist¨®ricas y demogr¨¢ficas -el franquismo, la no beligerancia en la Segunda Guerra Mundial y la poca poblaci¨®n jud¨ªa en nuestro pa¨ªs-, ha vivido relativamente al margen de este hecho crucial, con las notables excepciones del trabajo de algunos de nuestros diplom¨¢ticos. Por eso cabe felicitarse de que se sume a la iniciativa educativa de la UE instaurando el D¨ªa de la Memoria del Holocausto, con el prop¨®sito, sobre todo, de que las generaciones m¨¢s j¨®venes tengan la oportunidad de conocer y reflexionar sobre una de las p¨¢ginas m¨¢s tenebrosas de la humanidad. El minuto de silencio previsto hoy en los centros escolares deber¨ªa trasladar a los adultos del futuro el estruendo de que el genocidio nazi, cualquier genocidio, es incompatible con la dignidad humana.
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