La injusta condena a Guti
Vanderlei Luxemburgo no modific¨® el destino de Guti, condenado al banquillo en Soria sin otra raz¨®n que su excelente rendimiento durante toda la temporada. Es el mundo al rev¨¦s. Cuanto mejor juega, antes se va al banco. Frente al Numancia jug¨® los ¨²ltimos 20 minutos, mientras su entrenador politiqueaba con las figuras. Los pellizcos de Luxemburgo a Zidane, Ra¨²l y Figo -sustituidos en el ¨²ltimo trecho del encuentro- no son comparables con su castigo a Guti. En este aspecto, el t¨¦cnico del Madrid ha funcionado como todos sus predecesores. Guti ha sido el damnificado por el fichaje de Gravesen, un jugador de acompa?amiento que le puede resultar ¨²til al Madrid. Su utilidad no se debe a su categor¨ªa como futbolista, sino a la exigua n¨®mima de centrocampistas en un equipo claramente descompensado.
A Guti le corresponde la titularidad por razones diferentes. Es un clamoroso caso de superioridad sobre el resto de las actuales figuras del Madrid, con la excepci¨®n de Ronaldo, que se dedica a ganar partidos como ning¨²n otro futbolista de su equipo. Pero los m¨¦ritos no le sirven de nada. Ni ahora, ni nunca. Perdi¨® la titularida cuando lleg¨® Zidane, cuando aterriz¨® Beckham, y ahora cuando aparece Gravesen, que no es precisamente un gal¨¢ctico. Da igual. Cualquiera de ellos tiene garantizado el derecho de jugar. De nadie, en ninguna profesi¨®n, puede esperarse la excelencia cuando la excelencia no le permite el reconocimiento de su jefe. Es una situaci¨®n deprimente que afecta a los valores b¨¢sicos en cualquier trabajo: la autoestima, la estabilidad emocional y la ambici¨®n. A Guti se le ha acusado tradicionalmente de apat¨ªa, de inmadurez, de una indiferencia por su profesi¨®n que no se corresponde con la realidad. Nadie ha respondido con tanto poder¨ªo y eficacia a los innumerables rechazos que ha sufrido a lo largo de su carrera.
Fue un buen goleador cuando el Madrid no ten¨ªa delanteros. Fue un estupendo media punta cuando se le necesit¨®. Fue un notable medio centro cuando el equipo se qued¨® sin referencia en una zona decisiva del campo. Y esta temporada ha sido todo eso y mucho m¨¢s. Ha sido un jugadorazo en las peores condiciones posibles, en medio de la profunda crisis del equipo. Nadie le puede discutir este a?o su determinaci¨®n para asumir responsabilidades, algunas de ellas impensables, como su alto registro defensivo, ni su compromiso con el equipo en los momentos m¨¢s cr¨ªticos. Lo ha hecho cuando a su alrededor no encontraba ayuda. Todo ello, con una particularidad a?adida: a Guti se le pide que sea el mejor delantero, el mejor media punta y el mejor medio centro, y tambi¨¦n se le exige que arregle todas las situaciones en las que no ha tenido ninguna responsabilidad. Y no la ha tenido porque estaba en el fondo del banquillo, condenado a su frustrante destino. El pasado a?o, con Queiroz, y el anterior, con Del Bosque, Cambiasso -?Cambiasso!- fue titular en el arranque de la temporada. Con Camacho, todav¨ªa le fue peor. Se olvid¨® de ¨¦l y le dej¨® en la cuneta. Poco importaba que la mayor¨ªa de las figuras se arrastraran por el campo o jugaran fuera de su posici¨®n. Los m¨¦ritos no contaban: Guti, al banquillo.
Luxemburgo, que ha mejorado ciertos aspectos del funcionamiento del Madrid, ha decepcionado con Guti. El jugador ven¨ªa avalado por una temporada magn¨ªfica. Pero Luxemburgo no ha sido original. Si el fichaje de Gravesen ayuda a alguien es precisamente a Guti, aunque suponga un peligro para la titularidad de Zidane, Beckham, Ra¨²l o Figo. Pero a ¨¦stos no se les toca. Luxemburgo tiene d¨®nde elegir, pero ha elegido al de siempre, al eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena y al mejor futbolista actualmente. Es todo tan extra?o que Guti, lejos de deprimirse, tuvo tiempo para ser el mejor del Madrid en los escasos 20 minutos de los que dispuso. Jug¨® tan bien que fue raro que no le sustituyeran. Si persiste, le ocurrir¨¢ cualquier d¨ªa de estos.
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