Carreteras de la CHG
El Ayuntamiento de Puebla del R¨ªo hace mucho tiempo que puso a disposici¨®n de todos los ciudadanos una dehesa que, adem¨¢s de contar con una poblad¨ªsima colonia de cig¨¹e?as, limita con un humedal en el que pueden contemplarse miles de aves y tambi¨¦n los flamencos que son la imagen m¨¢s repetida de Do?ana. Pasado este humedal, la carretera conduce a un Centro de Interpretaci¨®n de la Naturaleza en el Parque Nacional. Como se ve, dos destinos m¨¢s que apetecibles para quienes deseen regalarse con un paseo irrepetible. Las dos visitas son gratuitas. Y, sin embargo, valen dinero. Explico la paradoja. Poco despu¨¦s de pasar la Venta El Cruce, la carretera se bifurca: una atraviesa los pinares para llegar a Aznalc¨¢zar y la otra se adentra en Do?ana. Esta ¨²ltima exhibe pomposamente un cartel en el que puede leerse "Carretera Propiedad de la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del Guadalquivir" y uno entiende enseguida que esa corporaci¨®n se dedique en exclusiva al agua. El asfalto de su carretera est¨¢ tan lleno de baches y con agujeros tan profundos que hasta los 4x4 corren el riesgo de quedarse en algunos de ellos para siempre jam¨¢s. Los visitantes a los dos sitios arriba descritos tienen que someterse a un rally tan peligroso y con mucho menos glamour que el Barcelona-Dakar. Se sabe de algunos visitantes que han conseguido llegar sin desperfectos de consideraci¨®n en su coche, pero son los menos. El com¨²n de los mortales que por tan peligrosa senda se interna se deja alguna ballesta, todos los tornillos que no se hubieran apretado poco antes de iniciar el viaje y, de manera irremediable, la suspensi¨®n pasa a mejor vida. Los conductores terminan odiando todo lo que tenga que ver con la naturaleza, m¨¦rito ¨¦ste achacable en su integridad a la propietaria del camino que no s¨®lo se niega a ocultar su autor¨ªa del desm¨¢n, sino que hace ostentaci¨®n de que toda aquella desidia le pertenece.
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