"El PP escond¨ªa una clara tendencia hacia la privatizaci¨®n de la Sanidad "
Le ha declarado la guerra a la insolvencia, a la burocracia y al caos en un ministerio como el de Sanidad. Pero prefiere hacerlo sigilosamente, sin levantar la voz, recurriendo a su arma preferida: los datos.
Pregunta. Tiene usted acreditada fama de ser una persona que sabe lo que hace, bastante fr¨ªa y muy realista. Por eso me gustar¨ªa saber qu¨¦ razonamiento le han podido hacer para aceptar un ministerio tan mastod¨®ntico como obsoleto.
Respuesta. Bueno; en realidad, yo dije que s¨ª a este ministerio igual que podr¨ªa haber dicho que s¨ª a otros ministerios t¨¦cnicos, ministerios de cuya gesti¨®n yo me hubiera sentido capacitada. Porque, al final, es eso lo que a m¨ª me hace decir que s¨ª o que no; le puedo asegurar que a m¨ª no me gusta fracasar y nunca me pondr¨ªa en ese riesgo por aceptar cualquier cosa. Es verdad que ¨¦ste es un ministerio muy dif¨ªcil, pero yo he aceptado porque es un ministerio que necesita mucha gesti¨®n, que es lo que yo s¨¦ y me gusta hacer. Creo que a este ministerio le hace falta mucha informaci¨®n, e imponer unos criterios de gesti¨®n que seguramente no existen. Sanidad debe dejar de ser el ministerio de los enfermos, para ser el ministerio de la salud p¨²blica.
"Me enfrento a la burocracia, a los poderes f¨¢cticos y a los vicios adquiridos de este ministerio, consciente de que los funcionarios est¨¢n desmotivados"
"Este ministerio estaba en manos de una ¨¦lite que ha trabajado de espaldas a los datos y a la realidad. S¨®lo cinco sab¨ªan lo que se estaba haciendo"
P. ?C¨®mo ha afrontado sus primeros tropiezos con la burocracia que se encuentra en tantos despachos?
R. Pues yo me enfrento a todo esto con una cierta sensaci¨®n ambivalente. Cuando llegu¨¦ al ministerio lo primero que me encontr¨¦ fue un personal muy desmotivado. Y le confieso que me sent¨ª bastante responsable de esta situaci¨®n, porque, en su d¨ªa, yo tuve la responsabilidad de organizar la Administraci¨®n respecto a los sueldos que se pagaban en cada ministerio, y yo permit¨ª que los sueldos que se pagaban aqu¨ª, en Sanidad, fueran inferiores a los que se pagaban en Hacienda y en otros ministerios. Aceptada esa responsabilidad m¨ªa, tengo que decir que la principal causa de la desmotivaci¨®n no eran los sueldos, sino que no se contara con la gente. Esa tara burocr¨¢tica que existe es el resultado de una mala pol¨ªtica de relaci¨®n con la gente que trabaja aqu¨ª. En cuanto a los vicios adquiridos, aspiro a que, cuando yo me marche, la persona que me sustituya perciba que he hecho un trabajo serio y que no tiene que empezar de cero, como he tenido que empezar yo.
P. Me la imagino a usted en ese decisivo momento de tener que remangarse y ponerse a pensar por d¨®nde comenzar para poder gestionar el caos. ?Qu¨¦ fue lo que le pareci¨® m¨¢s urgente?
R. Para m¨ª lo m¨¢s urgente fue disponer de una informaci¨®n exacta. Lo que me hizo remangarme fue la exigencia de tener esos datos, de ver si eran o no contradictorios, de decirle a la gente: "No me cont¨¦is milongas, esto no coincide, dadme estad¨ªsticas, cu¨¢les eran los datos del a?o pasado, saber que me vais a tener que dar datos el mes que viene". Arremangarme fue, sobre todo, saber realmente lo que estaba pasando aqu¨ª. Lo m¨¢s escandaloso fue comprobar que en el Ministerio de Sanidad se estaba trabajando, absurdamente, sobre un c¨²mulo de lugares comunes, de espaldas a una realidad que estaba cambiando. Por ejemplo, aqu¨ª se estaba trabajando desde la ¨®ptica exclusiva de las enfermedades agudas, sin tener en cuenta que nuestra sociedad se hab¨ªa desplazado hacia un nivel de vida mucho m¨¢s alto, con una esperanza de vida mucho m¨¢s grande. Son carencias graves, y en la que es preciso dejar de tratar al ciudadano como a un menor de edad. Aqu¨ª lo que funcionaba era una sociedad de ¨¦lites, de m¨¦dicos que sab¨ªan lo que ten¨ªan que hacer y en la que los enfermos no ten¨ªan ni papel, ni responsabilidad alguna. Para m¨ª es muy importante erradicar la excesiva medicalizaci¨®n que se practica en este pa¨ªs y mentalizar a la gente de que s¨ª es verdad que la nuestra es una sociedad de gente mayor, pero que ser mayor no implica, necesariamente, estar enfermo y tener que medicarse todos los d¨ªas. Se estaba gestionando una realidad sin datos de esa realidad, desde la inercia de hace veinte a?os; eso ha sido lo que m¨¢s me ha irritado de todo lo que he visto.
P. Tambi¨¦n percibi¨® que hab¨ªa en este ministerio un exceso de relaciones p¨²blicas. Se est¨¢ usted refiriendo con ese eufemismo a s¨ªntomas de corrupci¨®n.
R. No. Yo lo que quer¨ªa decir, y lo repito, es que el Ministerio de Sanidad se hab¨ªa sustituido por un gabinete de prensa. As¨ª de simple y real. En la ¨²ltima etapa, las actuaciones de este ministerio estaban exclusivamente dirigidas a la repercusi¨®n medi¨¢tica, en lugar de afrontar los problemas y darles soluci¨®n. Aqu¨ª s¨®lo cinco personas sab¨ªan lo que se estaba haciendo, y eso produc¨ªa una gran frustraci¨®n, porque la gente percib¨ªa que se daba m¨¢s importancia a una foto, a una noticia de prensa, que a la soluci¨®n de los problemas.
P. Me est¨¢ provocando usted una curiosidad respecto de lo que hab¨ªa detr¨¢s de la foto, respecto de cu¨¢les son los objetivos reales de la derecha respecto a la Sanidad y, sobre todo, por saber si han tenido tiempo para poder cumplir esos objetivos.
R. Creo que detr¨¢s de la foto hab¨ªa una clara tendencia hacia la privatizaci¨®n de la Sanidad. Aunque esa tendencia estuvo frenada por el hecho de que, cuando la derecha lleg¨® al poder, la Sanidad p¨²blica era ya muy potente. Tenga usted en cuenta de que m¨¢s de diez a?os de pol¨ªticos socialistas, de apuesta por la Sanidad p¨²blica, no son tan f¨¢ciles de desmantelar.
P. Tambi¨¦n tengo en cuenta que los socialistas dejaron una Sanidad p¨²blica muy deteriorada y que usted no puede extra?arse de que la derecha optara por la terapia de la privatizaci¨®n. Me imagino que una mente racional como la suya no estar¨¢ pensando en alg¨²n milagro para cambiar la situaci¨®n.
R. Bueno... la verdad es que estamos ante una situaci¨®n bastante complicada, porque el problema de la Sanidad p¨²blica es la falta de recursos. Y, claro, cuando nos planteamos ahora la reversi¨®n de las situaciones claramente privatizadoras del PP, debemos tener claro que eso exige la aportaci¨®n de recursos. Y como no estoy dispuesta a mentir, le dir¨¦ que no estamos en esa disposici¨®n de recursos. Pero, al final, frente a la ofensiva privatizadora del PP, como ocurre en grado m¨¢ximo en la Comunidad de Madrid, lo que se puede hacer es tratar de apoyar al m¨¢ximo esos recursos. Espero que lleguemos a tiempo, al menos, de evitar que la Sanidad p¨²blica no se descreme con la interferencia de los intereses privados. Yo soy consciente de que es un objetivo dif¨ªcil, de que la tarea va a ser dura, pero estoy dispuesta a dar la batalla en defensa de la Sanidad p¨²blica en este pa¨ªs. Y le dir¨¦ que no estoy pensando en ning¨²n milagro, sino en algo tan racional y tan l¨®gico como volver a mentalizar a la gente de que la prestaci¨®n sanitaria se debe financiar con impuestos. A lo mejor es que yo soy muy cl¨¢sica, pero no conozco otra f¨®rmula m¨¢s id¨®nea y m¨¢s justa.
P. ?De verdad cree que se puede poner freno al negocio de la Sanidad privada?
R. Lo que s¨ª se puede hacer, y ya es mucho, es que la gente conozca la realidad. Y la realidad, lo que a m¨ª me preocupa, no es que haya una Sanidad privada como alternativa, sino que estemos en el riesgo de consolidar la existencia de dos sanidades; una para ricos y otra para pobres. ?se era el riesgo que corr¨ªamos y que este Gobierno est¨¢ decidido a frenar.
P. Quiz¨¢ se le olvida el peque?o detalle de que usted no tiene competencias, de que est¨¢n todas transferidas a las comunidades aut¨®nomas.
R. La verdad es que, en temas asistenciales, el Ministerio de Sanidad puede hacer muy poco sin contar con las comunidades aut¨®nomas, que cada vez tienen m¨¢s poder. Son tremendas las dificultades con las que me encuentro a la hora de intentar avanzar en cualquier reforma legislativa, debido a la actitud obstruccionista de las comunidades controladas por el Partido Popular, que tienen, en muchos casos, un concepto equivocado de la cohesi¨®n. Frente al obstruccionismo del PP, el Gobierno s¨®lo puede definir las exigencias de una Sanidad de m¨ªnimos, pero no puede controlar las pol¨ªticas sanitarias de cada comunidad. Es verdad que el ministerio, el Estado, controla todav¨ªa, y yo dir¨ªa que afortunadamente, la pol¨ªtica farmac¨¦utica, que es muy importante por lo que afecta a los ciudadanos y porque mueve miles y miles de millones de euros. Pero respecto a la gesti¨®n, yo no me enga?o y s¨¦ que s¨®lo puedo constituirme en un foro de buenas pr¨¢cticas, pero que el ministerio sea un lugar de encuentro para las comunidades aut¨®nomas.
P. Me pregunto c¨®mo se siente usted, que tiene una forma de estar en la pol¨ªtica ejecutiva y pragm¨¢tica, teniendo entre las manos un huevo vac¨ªo.
R. Pues, como quiero serle sincera, le dir¨¦ que me siento un poco triste. Trabajo a partir de una concepci¨®n distinta de hacer las cosas, muy distinta a la que yo estaba acostumbrada, que era, no a hacer indicaciones de c¨®mo se deber¨ªan de hacer las cosas, sino a hacerlas. No le oculto que es una situaci¨®n un poco frustrante, sobre todo cuando percibo que, pese a todo, el Ministerio de Sanidad sigue siendo un referente para los ciudadanos. Eso da mucho aliento, mucha fuerza.
P. Pero poder real, no le da ninguno. Aparte de que los responsables auton¨®micos del PP en pol¨ªtica sanitaria no parecen estar dispuestos a darle a usted ni agua.
R. La verdad es que es una situaci¨®n que me produce cierta irritaci¨®n. A m¨ª, la confrontaci¨®n irresponsable que est¨¢ practicando el PP en la Sanidad me ha sorprendido mucho, y para muy mal, porque no entiendo que en un tema como la Sanidad se mantenga una actitud tan instrumental y de tan corto plazo. Es triste comprobar c¨®mo el PP ha puesto en marcha una estrategia de erosi¨®n del Gobierno lanzando mensajes al ciudadano que ¨¦ste no puede comprender; sobre todo, en temas tan sensibles como, por ejemplo, el de las listas de espera en el que el ministerio s¨®lo puede pronunciarse de acuerdo con criterios objetivos. Mire, la verdad es que a m¨ª me parece muy injusto y muy provocador que se me est¨¦ acusando desde el PP, constantemente, de favorecer a las comunidades aut¨®nomas gobernadas por el PSOE, cuando esa acusaci¨®n es tan falsa como carente de pruebas, lo que realmente esconde es la negativa del PP a colaborar, simplemente por razones pol¨ªticas. Tengo muy claro que, si yo convoco reuniones en el ministerio y los del PP no vienen, lo que no voy a hacer es no tener reuniones. Y si los que vienen son s¨®lo los socialistas, pues, ?tendr¨¦ que atender sus posiciones! Aunque yo estoy deseando que ellos acudan y participen.
P. Lo que no entiendo es su ingenuidad. Primero anuncia que quiere relanzar la Sanidad p¨²blica, luego se ha enfrentado usted con ese poderoso tinglado que es Farmaindustria, y, al final, se asombra de que no la apoyen. ?Por qu¨¦ iban a hacerlo sus, digamos, damnificados?
R. Bueno, yo no voy a eludir una realidad: el Gobierno del PP se hab¨ªa abandonado, de alguna manera, a los objetivos de Farmaindustria, y, al final, Farmaindustria hab¨ªa conseguido imponer sus intereses. De esto que le digo, y que le puede parecer muy grueso, resulta que tenemos datos elocuentes: el PP hab¨ªa establecido un pacto con Farmaindustria que condicionaba los fondos de la investigaci¨®n, al mantenimiento del gasto farmac¨¦utico, pasando por los medicamentos que se consideraban innovadores y que, por tanto, no eran sometidos a rebaja. Es decir, nosotros tenemos datos objetivos que nos permiten afirmar, sin rodeos, que la relaci¨®n entre el Ministerio de Sanidad, el PP y Farmaindustria era una relaci¨®n que no era la correcta: porque el ministerio se hab¨ªa plegado a los intereses de Farmaindustria. Tengo muy claro que yo, ministra de Sanidad, no soy Farmaindustria, porque yo atiendo el servicio del bien com¨²n y ellos atienden a sus leg¨ªtimos intereses econ¨®micos, comerciales y de sus accionistas. Pero yo nunca har¨¦ un pacto con Farmaindustria; podremos suscribir acuerdos que repercutan en beneficio de los ciudadanos, pero jam¨¢s un pacto entre iguales. En todo esto hay algo claro: que nosotros hemos cambiado las reglas del juego. Y les vamos a obligar a que parte de los incrementos de productividad reviertan hacia el sistema nacional de Salud, que, adem¨¢s, es el principal comprador. Tampoco cualquier medicamento que salga al mercado se tiene que introducir en la financiaci¨®n p¨²blica, y, desde luego, no al precio que quiera imponer la industria farmac¨¦utica.
P. Estoy segura de que mientras hablamos de sus, digamos, peligrosas intenciones, alguien en alg¨²n poderoso despacho se debe estar riendo de esta reedici¨®n de la batalla entre David y Goliat. ?No tiene usted miedo?
R. No, no tengo miedo a la capacidad de presi¨®n de la industria farmac¨¦utica, de esos despachos a los que usted alude. Porque si lo tuviera, ni ser¨ªa yo ni estar¨ªa aqu¨ª. Es verdad que esa presi¨®n existe y que yo la he percibido. Me han llegado, nos han llegado, propuestas de esos despachos que, por debajo de su envoltura, ven¨ªan siempre en el mismo sentido, dici¨¦ndome claramente: "Bueno, dime qu¨¦ reducci¨®n del gasto quieres, pero d¨¦jame a m¨ª que lo distribuya entre los laboratorios y entre los medicamentos". O sea, el esquema anterior, una especie de pasteleo en el que ellos controlaban el mercado. Creo que, frente a ese tinglado, lo que hay que oponer es la seguridad de una oposici¨®n objetiva no contaminada por intereses comerciales. La fuerza me la da que yo no tenga nada que perder y que ellos lo saben.
P. Me he preguntado algunas veces si usted se despierta por las noches con un sudor fr¨ªo pensando que le pudiese tocar a usted tener que administrar el crash de la Sanidad p¨²blica.
R. Pues no. Desde luego, pienso mucho, pero despierta, porque tengo una tendencia importante a la reflexi¨®n. Pero nunca me he planteado la posibilidad de un crash de la Sanidad p¨²blica, porque estoy convencida de que este Gobierno tiene voluntad pol¨ªtica de que esto no suceda e instrumentar¨¢ los recursos necesarios. Lo que s¨ª me he planteado, y me preocupa much¨ªsimo, es el problema de las personas mayores. Si yo tuviera que identificar a un colectivo que est¨¢ desprotegido, incluso conceptualmente desasistido, dir¨ªa que son las personas mayores, que, incluso, tienen una carencia lamentable de apoyo afectivo. Por eso pienso que hay que crear unas redes asistenciales distintas, porque las redes familiares tradicionales est¨¢n fallando. Esta sociedad se est¨¢ acostumbrando a convivir con esta realidad tan tremenda.
P. A lo peor tambi¨¦n se tendr¨¢ que hacer a la idea de que esto de la Sanidad p¨²blica ya no va a dar m¨¢s de s¨ª, que hay que buscarse la vida en la Sanidad privada. Claro que fueron ustedes, los socialistas, los que iniciaron esa pedagog¨ªa con los fondos de pensiones, ?se acuerda?
R. S¨ª, s¨ª, me acuerdo. S¨®lo que la situaci¨®n de la Seguridad Social entonces era alarmante y hoy ya no lo es, entre otras cosas, gracias a las aportaciones de los inmigrantes. Creo que cuando la gente acude a la Sanidad p¨²blica debe estar tranquila porque, incluso ahora, tenemos un claro margen de maniobra haciendo m¨¢s rentables los recursos que tenemos. Y, en cualquier caso, lo que est¨¢ claro es que esos recursos tendr¨¢n que salir de los ciudadanos; para decirlo claramente, de sus impuestos. El ciudadano est¨¢ acostumbrado a comparar lo que paga de impuestos con lo que recibe, pero esa es una actitud propia de los sectores m¨¢s privilegiados de la sociedad, a los que hay que mentalizar que paguen m¨¢s impuestos, tambi¨¦n, para que las personas que no tienen capacidad econ¨®mica puedan recibir m¨¢s de lo que aportan. Es verdad que el negocio de la Sanidad privada se ha fomentado a partir de una desconfianza, injustificada, desde mi punto de vista, de la Sanidad p¨²blica; pero le digo con claridad que yo no estoy aqu¨ª para eso. La Sanidad privada tendr¨¢ un papel que jugar, pero como complemento de la p¨²blica. Nunca al rev¨¦s.
P. No s¨¦ si contaba usted con la impagable ayuda de la jerarqu¨ªa cat¨®lica apuntando en contra de todas las propuestas que usted ha hecho respecto a temas como el preservativo, la ampliaci¨®n del aborto o la eutanasia.
R. La verdad es que no contaba con tener que dar esa batalla. Nunca calcul¨¦ que la actitud de la Iglesia cat¨®lica iba a formar parte de los problemas que se me han presentado, o un frente que atender. Aqu¨ª ocurre como con todo lo que hemos hablado en esta conversaci¨®n: que yo creo, honradamente, que yo tengo la raz¨®n desde mi terreno. Aunque admito que ellos piensen que tienen la raz¨®n, tambi¨¦n desde su terreno. Lo que ocurre es que la racionalidad no se puede consensuar por apriorismos ideol¨®gicos. Creo que lo ¨²nico sensato que se puede hacer es separar la ideolog¨ªa de los datos. Esto es, que la ideolog¨ªa sea algo limitado a los fieles y los datos sean el apoyo de las necesidades de la sociedad y de la obligaci¨®n de un Gobierno de darles respuestas de eficacia.
La campa?a de la jerarqu¨ªa cat¨®lica
Pregunta. La persistente campa?a de la jerarqu¨ªa cat¨®lica contra el Gobierno y contra usted es para pensar que se pueda sentir inc¨®moda.
Respuesta. No, no me siento nada inc¨®moda. Yo tengo en ese sentido una gran ventaja, y es que yo me he educado en la laicidad, yo me eduqu¨¦ en un colegio laico, y eso, hace 40 a?os, no era muy com¨²n. Pero yo tuve la suerte de que fuera as¨ª. Para m¨ª, la religi¨®n no ha sido... Es decir, yo no he tenido que hacer esas experiencias, que algunos de mis amigos hac¨ªan a los 17 a?os, de..., de repente, abjurar de las antiguas convicciones religiosas. Yo nunca he tenido que hacer eso; siempre he tenido una concepci¨®n laica de la vida, nunca he tenido esos problemas, y eso me da una gran libertad a la hora de comprender las necesidades de una sociedad laica y libre como la nuestra. Pero tengo que decir, tambi¨¦n, que nunca me han gustado las personas que se burlan de la religi¨®n cat¨®lica, porque creo que hay que mantener un actitud de respeto. Creo, tambi¨¦n, que ser¨ªa bueno rebajar la tensi¨®n. Por lo dem¨¢s, los datos de la realidad, al margen de contiendas ideol¨®gicas, es que se plantean ante la sociedad los temas que este Gobierno plantea y que tienen que ver con los avances de la ciencia, como el tema de las c¨¦lulas madre o de la clonaci¨®n terap¨¦utica, hemos visto c¨®mo es la propia sociedad la que va por delante en su asimilaci¨®n positiva de los avances cient¨ªficos. Incluso por delante de los pol¨ªticos, que somos, muchas veces, m¨¢s cautelosos. Igual que respecto al tema de la eutanasia, que la mayor¨ªa de la gente lo entiende, aunque hace falta una labor grande y responsable de explicaci¨®n.
P. ?Usted cree que la sociedad espa?ola est¨¢ preparada para abrir el debate de la eutanasia?
R. Creo que no es el momento de abrirlo, ni, por lo que yo percibo, se nos est¨¢ pidiendo una legislaci¨®n sobre la eutanasia. Recibo muchas cartas, y me impresionan mucho los sentimientos que expresan las personas mayores que, l¨®gicamente, son las que ven una situaci¨®n final pr¨®xima.
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