Los reyes de la casa
Ya no son s¨®lo los beb¨¦s o los ni?os peque?os. El reinado de los m¨¢s j¨®venes de la familia se alarga tanto como dura su estancia en ella. Muchos adolescentes de hoy mandan en casa.
En uno de sus ¨²ltimos estudios, el Instituto de la Juventud pregunt¨® a 1.500 j¨®venes de entre 15 y 29 a?os sobre la permisividad de sus padres. Y result¨® que un 50% puede levantarse cuando quiera; un 72% goza de libertad total para reunirse en el domicilio familiar con sus amigos; un 68%, para no ir a comer a casa, y un 70%, para estar con su novio o novia en el hogar. M¨¢s o menos, tres de cada cuatro pueden hacer cosas que ya hubieran querido siquiera atreverse a plantear a sus padres los j¨®venes de s¨®lo una generaci¨®n anterior.
Claro que no todos los padres son tan indulgentes. Seg¨²n el estudio Hijos y padres: comunicaci¨®n y conflictos, llevado a cabo por la Fundaci¨®n de Ayuda contra la Drogadicci¨®n, los padres espa?oles se dividen en varias tipolog¨ªas. En el 15%, la relaci¨®n padres / hijos est¨¢ dominada por los conflictos; otro 18,4% ser¨ªan las familias adaptativas, en las que los padres tratan de acomodarse a las nuevas situaciones que les plantean los hijos utilizando el di¨¢logo. Pero en otro 42,9% domina la pol¨ªtica del avestruz. Son las familias no miro, en las que se quiere mantener una convivencia pac¨ªfica, al precio de negar o ignorar las situaciones que puedan provocar conflictos generacionales.
Noelia y Sonia
"Nuestros padres se van a independizar de nosotros"
Hijos: Sonia y Noelia (mellizas, de 16 a?os) y Sergio (18). Padres: Tania Maga?a (45) y George Udovichenko (41). Viven en un adosado y los padres se est¨¢n habilitando el s¨®tano como una especie de apartamento para escapar de la invasi¨®n de sus hijos del resto de la casa.
"Son estupendos, pero no tienen medida, mis hijos se apoderan de toda la casa", admite Tania. Incluida la cama de agua del matrimonio, usada por los chicos para tumbarse a leer o charlar. Sin embargo, para entrar en el cuarto de los hijos hay que pedir permiso. Viven en un adosado y los chicos lo explotan a fondo. "Muchas veces llegamos de trabajar y tenemos que pedirles que nos dejen sentarnos en los sillones, los tienen monopolizados. Y encima se van a su cuarto rezongando: 'Jo, es que en esta casa no se puede hacer nada".
Todos tienen televisi¨®n y equipo de m¨²sica en su cuarto. Todos usan el coche familiar. Pero de limpiarlo ni se habla. Disfrutan del jard¨ªn, pero a ninguno se le ocurre cortar el c¨¦sped. Seg¨²n su madre, todo es: "necesito ropa, no tengo dinero, rec¨¢rgame el m¨®vil, no quedan refrescos". Y "te he cogido esta camiseta, he gastado tu esmalte de u?as". Pero Tania conf¨ªa en sus hijos. "Sergio se ha fumado alg¨²n porro en su habitaci¨®n con los amigos, pero es mejor que lo hagan aqu¨ª que por ah¨ª". En cuanto al tabaco, "prefiero que no fumen delante de m¨ª y hemos hablado mucho de lo malo que es. Pero tampoco les voy a atar. Son mayorcitos para tomar sus decisiones".
En cuanto al tema de las relaciones sexuales, los padres lo afrontan con naturalidad. "A mis hijas les he dicho que cuando quieran acostarse con un chico me lo digan, que iremos al m¨¦dico para que est¨¦n controladas. No me gustar¨ªa que fuera muy pronto, la verdad, pero prefiero que pongan los medios a que vengan con un embarazo que les va partir la vida. Y confieso que preferir¨ªa que lo hicieran en casa. Lo del coche tiene que ser muy inc¨®modo. Y espero que conf¨ªen en su madre, porque las amigas est¨¢n muy bien, pero ante un problema as¨ª no te van a ayudar". "Si me marcho y aprovechan para estar a solas con un chico, qu¨¦ le voy a hacer".
El proceso de apoderamiento de la casa por parte de sus hijos ha tocado fondo. "He pensado en poner una cerradura en la cocina, porque cuando van a la nevera, la atracan. Lo devoran todo: son termitas". "Tenemos dos ba?os, pero mi marido y yo nunca los podemos usar, siempre est¨¢n ocupados. As¨ª que no nos ha quedado m¨¢s remedio. Tenemos que independizarnos de nuestros hijos. Estamos construyendo una habitaci¨®n y un ba?o para nosotros dos solos en el s¨®tano. Es la ¨²nica manera de tener un poco de intimidad. Que se queden con toda la casa". De momento, las mellizas ya han probado el jacuzzi del s¨®tano.
Fernando y Alberto
"La primera vez que me acost¨¦ con una chica se lo cont¨¦ a toda mi familia en la mesa"
Hijos: Fernando (19 a?os) y Alberto (15) de Andr¨¦s. Madre: Lidia Menc¨ªa (41). Fernando y Alberto gozan de libertad para traer amigos y amigas a casa en presencia o en ausencia de su madre.
"Nos encanta nuestra madre. Podemos hablar con ella de todo. Tambi¨¦n de sexo. No s¨®lo de la conveniencia de tomar precauciones, sino de comportamientos, formas? Ella tiene m¨¢s experiencia y nos puede aconsejar". Lidia confirma: "En casa no hay temas tab¨², se expone todo en la mesa. Yo he trabajado siempre, pero la cena ha sido sagrada para charlar. Les he inculcado que lo primero es la sinceridad, la verdad aunque duela". Habla Fernando: "Mis amigos no tienen esa confianza con sus padres. Por ejemplo, cuando he probado alguna droga, como pastillas o porros, se lo he dicho a mi madre". Tercia Lidia: "Le advert¨ª, en su momento, que el consumo de drogas acarrea problemas. Pero tengo muy claro que son ellos los que se tienen que equivocar, no puedes estar toda la vida detr¨¢s. Vienen sus amigos y se meten en la habitaci¨®n a fumar un porro. ?Qui¨¦n no lo ha hecho alguna vez?".
La madre se ha ido de vacaciones y ha dejado la casa en sus manos. "Si invitamos a gente, controlamos para que no haya jaleo, y luego recogemos". A Lidia lo que le preocupa es eso, "que no sean machistas en este sentido". En una ocasi¨®n les encontr¨® mirando una pel¨ªcula X. "Me preocupar¨ªa que fueran unos obsesos sexuales, pero: ?qui¨¦n no ha visto una pel¨ªcula porno a su edad? Lo hacen todos, la mayor¨ªa a escondidas. Mis hijos no tienen que esperar a que me vaya: saben d¨®nde est¨¢n guardadas, pueden ponerlas cuando quieran, solos o con sus amigos".
Esta actitud ?tiene que ver con la edad de los padres? "Es m¨¢s una cuesti¨®n de mentalidad", responde Fernando. "En mi grupo de amigos somos 16, y s¨®lo mi madre y otra son tan comprensivas. Tambi¨¦n es una cosa de familia. La primera vez que me acost¨¦ con una chica se lo cont¨¦ a todos, en una cena de Navidad". "No me parece l¨®gico que tengan que esperar a tener los 18 para todo. Los dos llevan un tatuaje, piercing?, y eso no es faltarme al respeto", interviene Lidia. En cuanto a las novias: "La de Fernando se ha quedado a dormir en su habitaci¨®n. Lo que no quiero es que para estar juntos se vayan al parque, a un coche, a un portal. Me da miedo que les pase algo, que lo hagan sin higiene ni medios. Y espero que nadie se escandalice: las relaciones sexuales las tiene todo el mundo. Los padres no tenemos que cerrar los ojos. ?Y d¨®nde pueden estar en la intimidad mejor que en su hogar? No es mi casa, sino la nuestra".
Carlos Alberto y Rub¨¦n
"?Por qu¨¦ no os vais a dar una vuelta y vienen los amigos a ver una pel¨ªcula?"
Hijos: Carlos Alberto (21 a?os) y Rub¨¦n (19). Padres: Mari Carmen San Jos¨¦ (40) y Domingo Mart¨ªn (44).
Mari Carmen y Domingo se consideran unos padres, m¨¢s que modernos, adaptables. "No soy autoritario ni accedo a todo lo que digan o hagan mis hijos. Intentamos irnos amoldando a las circunstancias, conocer sus necesidades y obrar en consecuencia; acomodar las normas, la educaci¨®n y la convivencia a lo que van demandando los tiempos. Y que seamos liberales no quiere decir que les vayamos a dejar hacer lo que les d¨¦ la gana". Son conscientes de que este cambio de actitud ha surgido en pocos a?os, porque nuestros padres no afrontaban de esta forma la relaci¨®n paternofilial. "Somos m¨¢s razonables. Nos hemos liberado de muchos prejuicios y entendemos que los hijos van a seguir los mismos pasos que hemos dado sus padres, sin esconderse".
Rub¨¦n aparece en casa con uno o varios amigos a cualquier hora. "Se me presenta a la hora de la cena y me pregunta, delante de ellos, si se pueden quedar", confiesa Mari Carmen. "Aun as¨ª, yo prefiero mil veces que est¨¦n en casa que en cualquier otro sitio". No es raro que la pareja est¨¦ en pijama, suene el timbre y empiecen a entrar: uno, dos, tres? "Vas al cuarto de estar y lo han acaparado todo. A mi madre le pasa esto en su ¨¦poca y le da un ataque". Y, de cuando en cuando, "te sueltan que por qu¨¦ no nos vamos a dar una vuelta, que van a venir los del grupo a ver una pel¨ªcula".
Carlos entiende esta actitud de sus padres: "Creo que su gran preocupaci¨®n es la inseguridad de la calle, que tienen miedo de que nos pase algo. Pero cuando has empezado a salir de noche y ven que es lo m¨¢s normal del mundo, no tienen m¨¢s remedio que dejarnos". Mari Carmen y Domingo asienten: "No puedes tener a un hijo encerrado, todos sabemos que es perjudicial. Hay que dejar que aprenda un poquito de la vida. No puedes protegerles siempre. Dejar que cometan fallos y aprendan de ellos es la mejor f¨®rmula". Carlos y Rub¨¦n empezaron a salir de noche a los 16 a?os.
A Mari Carmen, sin embargo, le gusta que le digan d¨®nde se marchan, si van a llegar tarde: "Que no desaparezcan sin m¨¢s, porque me quedo intranquila. Menos mal que existe el m¨®vil. Porque una cosa es ser liberal y otra no preocuparte por tus hijos".
A las novias pueden llevarlas a casa, "siempre que se trate de una relaci¨®n algo afianzada", porque a estas edades se tienen muchas amigas, "entran en tu intimidad familiar, y si rompen resulta que ya le has cogido cari?o a la chica". La novia de Carlos, de hecho, se ha integrado tanto que tenerla en casa es lo m¨¢s normal. Se cuenta con ella hasta para las vacaciones.
Cuando los padres aprovechan un fin de semana para pasarlo fuera, los hijos siguen invitando a los amigos con la misma libertad. Mari Carmen admite, con resignaci¨®n, que cuando regresan se los encuentran a todos tirados por el sal¨®n mirando el home cinema, bien pertrechados con bebidas y aperitivos. Rub¨¦n disfruta, en cambio, con la okupaci¨®n musical de la vivienda en cuanto su madre sale. "Es verdad que pongo la cadena alta, pero no por molestar, sino porque salgo de la habitaci¨®n y subo el volumen para escuchar desde la otra punta del piso". Seg¨²n su madre, podr¨ªa seguir oyendo la canci¨®n, si quisiera, desde el portal. Por esa raz¨®n, Domingo ha habilitado un rinc¨®n de su taller para que Rub¨¦n experimente con su mesa de mezclas e invite a los colegas. El menor de los hermanos no est¨¢ aguardando que le dejen solo para campar por la casa a sus anchas. "Siempre me han dejado estar aqu¨ª con los amigos, y sucede un poco al rev¨¦s. Cuando se marchan estoy menos en casa porque no me gusta estar solo".
Las chicas, a¨²n en desventaja
La permisividad de los padres hacia los hijos ofrece claras diferencias entre hombres y mujeres, gozando los chicos de mucha mayor libertad para llegar tarde a casa, pasar la noche fuera o reunirse con amigos o con su pareja en el domicilio familiar, seg¨²n se refleja en las conclusiones de la ¨²ltima encuesta del Instituto de la Juventud. Mientras que la confesi¨®n de haber mantenido relaciones sexuales de un chico, incluso si no ha cumplido los 18 a?os, no provocar¨ªa m¨¢s que una sonrisita velada y un "tienes que tomar precauciones", la misma revelaci¨®n en una chica podr¨ªa destapar la caja de los truenos.
Seg¨²n la encuesta Tampax Educa, seis de cada 10 madres consideran que sus hijas est¨¢n preparadas para mantener una relaci¨®n hacia los 20 a?os, y dos tercios teme que darle informaci¨®n precisa sobre el tema, o facilitarle un preservativo, "suponga el pistoletazo de salida, una especie de bendici¨®n por su parte, por lo que prefieren mantenerse en la retaguardia". Lo mismo ocurre cuando se trata de dejar campar a sus anchas en casa a la pandilla: una cosa son los amigos del ni?o, y otros los de la ni?a.
El miedo al embarazo y la percepci¨®n de que las chicas, por su car¨¢cter cari?oso, no se hacen mayores con tanta celeridad, est¨¢n tras esta diferencia de trato.
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