Un piano revelador
Escuchar completa la obra para piano de Crist¨®bal Halffter el a?o en el que cumple los 75 es toda una experiencia que hay que agradecer efusivamente a M¨²sica de Hoy. Desde 1951 hasta 2001, apenas siete composiciones de peque?o formato en su duraci¨®n, pero de intenciones muy precisas en su concepto. La primera sorpresa llegar¨ªa con la m¨¢s tempranera de sus partituras para piano, una Sonata de raigambre scarlattiana. Escrita en un solo movimiento, lleg¨® con pimpante vitalidad a pesar de que el piano en el que la toc¨® Alberto Rosado debi¨® tener noches mejores -hubo que afinarlo a modo en el intermedio-. Bien digna, pues, de quedarse en el repertorio la Sonata. Como Ecos de un antiguo ¨®rgano, no por nada 50 a?os mayor exactamente y como su imagen especular a trav¨¦s del tiempo, de nuevo la evocaci¨®n del pasado, pero esta vez con un contenido mucho m¨¢s dram¨¢tico y con una sabidur¨ªa t¨¦cnica entonces impensable.
M¨²sica de Hoy
Alberto Rosado y Juan Carlos Garbayo, pianos. Obras de Crist¨®bal Halffter. Madrid. Auditorio Nacional, 10 de febrero.
Entre sus dos piezas extremas, el piano de Halffter se adensa, se hace m¨¢s complejo en lo t¨¦cnico y, sobre todo, tiende a una suerte de hiperexpresividad ligada a un querer decirlo todo, a exprimir su mensaje hasta la ¨²ltima gota. Quiz¨¢ porque es donde resulta menos feliz, por demasiado obvia, la relaci¨®n entre el experimento formal y la idea expresiva, Cadencia se hace un poco larga -a pesar de su muy dram¨¢tico contraste interior- mientras Introducci¨®n, fuga y final aparece como la obra maestra que es, lo mismo que Formantes o la espectacular Espacios no simult¨¢neos. El hombre s¨®lo muere cuando lo olvidan es un precioso homenaje a Rubinstein que sigue cargado de ternura. Las mejores de entre las obras para piano de Crist¨®bal Halffter lo son tambi¨¦n porque encajan perfectamente en una obra coherente y s¨®lida. No pueden negar la mano de la que proceden y el universo al que pertenecen. Pero tambi¨¦n ser¨ªa un error pensar que se trata de esbozos de lo sinf¨®nico, de reducci¨®n a un paisaje m¨¢s ¨ªntimo de lo que antes o despu¨¦s alcanzar¨¢ dimensiones mayores. Por eso el concierto result¨® doblemente revelador, de lo oculto y de lo significativo.
Para llevar a cabo una empresa nada f¨¢cil se cont¨® con dos pianistas sensacionales. Lo de Alberto Rosado es un fen¨®meno que pide a gritos el reconocimiento universal. Hay muy pocos tan dotados como ¨¦l para el repertorio de hoy. Y Juan Carlos Garbayo, aunque tuvo menos trabajo, demostr¨® tres cuartas partes de lo mismo. O¨ªrlos es un gusto y verlos un espect¨¢culo de atenci¨®n, de entrega y de conocimiento. Adem¨¢s, y como dec¨ªa una espectadora a mi lado, se enrollan como nadie. Menuda pareja.
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