Tropezar en la misma piedra
La inserci¨®n de un mecanismo de democracia directa, como es el refer¨¦ndum, en un sistema de democracia representativa nunca ha sido f¨¢cil. En la experiencia espa?ola tras la entrada en vigor de la Constituci¨®n de 1978 tampoco lo est¨¢ siendo. Ni el refer¨¦ndum de 1986 sobre la permanencia de Espa?a en la OTAN tuvo efectos positivos sobre el sistema pol¨ªtico espa?ol ni parece que vaya a tenerlo el de este pr¨®ximo domingo sobre la ratificaci¨®n del Tratado por el que se establece una Constituci¨®n para Europa.
Y es as¨ª porque la l¨®gica de la democracia directa y la de la democracia representativa operan en direcciones distintas, que deber¨ªan ser direcciones paralelas, que nunca deber¨ªan encontrarse y que, por tanto, no deber¨ªan interferir la una en la otra, pero que en la pr¨¢ctica se encuentran e interfieren, y acaban operando en direcciones casi contrapuestas. A trav¨¦s de las instituciones de democracia directa los ciudadanos no tomamos decisiones sobre el ejercicio del poder, no decidimos qui¨¦nes van a gobernar y qui¨¦nes van a ejercer la oposici¨®n y en qu¨¦ t¨¦rminos. Tomamos una decisi¨®n sobre un asunto concreto que, en principio, no tiene nada que ver con la mayor¨ªa parlamentaria de gobierno. A trav¨¦s de los procesos electorales caracter¨ªsticos de la democracia representativa casi lo ¨²nico que decidimos es qui¨¦n va a estar en el Gobierno y qui¨¦n en la oposici¨®n. De manera temporalmente limitada, ya que como m¨¢ximo la decisi¨®n la revisamos a los cuatro a?os, pero en eso consiste la decisi¨®n del cuerpo electoral. Lo que decidimos en un refer¨¦ndum y lo que decidimos en una elecciones generales es algo completamente distinto. Deber¨ªa poder deslindarse perfectamente la decisi¨®n en un caso y en otro.
Pero no es as¨ª. La lucha por el poder que ¨²nicamente se desenvuelve a trav¨¦s de los mecanismos representativos acaba contaminando los instrumentos de democracia directa, desnaturalizando el sentido de la consulta que se les hace a los ciudadanos. ?C¨®mo se puede explicar desde el ejercicio de la democracia directa que Alianza Popular propugnara la abstenci¨®n en el refer¨¦ndum de 1986 o que CiU propugnara el voto en contra? ?C¨®mo se puede explicar la esquizofrenia del PP en el refer¨¦ndum del pr¨®ximo domingo? Porque ni entonces se decid¨ªa ni hoy se decide lo que era y es el objeto de la consulta. Se va a participar en un proceso de democracia directa con una l¨®gica de democracia representativa. No es el resultado de la decisi¨®n, si es buena o mala para el pa¨ªs, si coincide o no con mi programa pol¨ªtico y electoral, lo decisivo, sino en qu¨¦ posici¨®n va a quedar el Gobierno y, como resultado de ello, en qu¨¦ posici¨®n voy a quedar como oposici¨®n. No es esto lo ¨²nico que cuenta, pero s¨ª lo que acaba contando m¨¢s que cualquier otra cosa.
A partir de ese momento, la consulta directa a los ciudadanos deja de tener sentido. La decisi¨®n que hubieran podido adoptar las Cortes Generales en relaci¨®n con la ratificaci¨®n del Tratado por el que se establece una Constituci¨®n para Europa hubiera sido mucho m¨¢s expresiva de la opini¨®n de la sociedad espa?ola que la que vamos a adoptar directamente los ciudadanos ma?ana, domingo. Casi el 90% de mayor¨ªa parlamentaria coincide m¨¢s con lo que la sociedad espa?ola piensa de la construcci¨®n pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea que lo que estamos viendo en estas semanas de campa?a. La pedagog¨ªa que se est¨¢ haciendo es lamentable.
Es de esperar que se tome nota de esta segunda experiencia y que el Gobierno y su mayor¨ªa parlamentaria, sean los que sean, se lo piensen m¨¢s de cinco veces antes de convocar un refer¨¦ndum. De momento, mi impresi¨®n es que el Gobierno socialista ha vuelto a tropezar en la misma piedra.
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