Por el 's¨ª'
Por primera vez los espa?oles podremos votar ma?ana sobre el proceso pol¨ªtico que m¨¢s ha contribuido a consolidar nuestra democracia y a modernizar el pa¨ªs: la Uni¨®n Europea. El tratado constitucional que se somete a refer¨¦ndum es el mayor pelda?o integrador desde el Tratado de Roma de 1957, en el que Espa?a no pudo participar debido a la dictadura de Franco, y el Tratado de Maastricht de 1992, que impuls¨® la moneda com¨²n que todos llevamos ahora en el bolsillo, pero que no fue objeto de consulta popular.
Ma?ana los ciudadanos espa?oles tenemos la oportunidad de confirmar, con el texto de la Constituci¨®n europea, el camino recorrido por la UE durante casi 50 a?os, as¨ª como los 19 de plena integraci¨®n de Espa?a en sus instituciones. Acudir a votar y hacerlo mediante el voto afirmativo significa rubricar la vocaci¨®n europe¨ªsta que nuestro pa¨ªs ha manifestado de forma inequ¨ªvoca. Cuanto m¨¢s masiva sea la concurrencia a las urnas m¨¢s claro ser¨¢ el mensaje emitido a los restantes miembros de la UE, pero sobre todo a quienes han decidido convocar sus propios referendos para ratificar la Constituci¨®n.
Cualquier decisi¨®n es, naturalmente, leg¨ªtima: la abstenci¨®n, la papeleta en blanco, el s¨ª o el no. Aunque parezca un tema liviano y se d¨¦ por supuesto que triunfar¨¢ el s¨ª, muchas cosas est¨¢n en juego en esta consulta. La campa?a ha permitido a los ciudadanos informarse suficientemente sobre las cuestiones b¨¢sicas del tratado constitucional y conocer con claridad la diferencia de mensajes de las distintas opciones. Que el texto no se conozca con suficiente profundidad y detalle no descalifica el valor de cada uno de los votos y de la consulta. Retrasarla no hubiera alentado una mayor curiosidad por una norma compleja, pero que define claramente los valores sobre los que descansa esta Uni¨®n Europea, la zona del mundo con mayor protecci¨®n de los derechos fundamentales, m¨¢s justicia social, y territorio al fin ajeno a la guerra civil y al colonialismo. No es una Constituci¨®n perfecta, ni el final de un trayecto. Pero cuanto figura en ella es razonable y valioso.
La campa?a no ha dejado de estar salpicada de cuestiones dom¨¦sticas, que en ocasiones han relegado a segundo plano lo que de verdad nos jugamos ma?ana. El PP no ha perdido oportunidad de criticar al Gobierno por aspectos colaterales de la Constituci¨®n europea -la p¨¦rdida de peso institucional respecto al Tratado de Niza, la convocatoria misma del refer¨¦ndum en fechas tan tempranas, etc¨¦tera-, como si necesitara hacerse perdonar su coincidencia en el voto afirmativo con el partido del Gobierno. Por encima de la confrontaci¨®n pol¨ªtica ordinaria, los partidos que apoyan el s¨ª suman m¨¢s del 90% de votos en las elecciones legislativas. Esa mayor¨ªa social y pol¨ªtica deber¨ªa tener su reflejo ma?ana en las urnas con una gran movilizaci¨®n ciudadana. La uni¨®n de los europeos merece arrumbar todas las menudencias en favor de un s¨ª rotundo.
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