"?Qu¨¦ puedo hacer yo por usted?"
La presidenta regional recorre la ciudad de punta a punta en metro para poner dos primeras piedras en La Ventilla y Vallecas
La presidenta regional se acerc¨® con su sonrisa caracter¨ªstica y con un saludo muy breve se dirigi¨® a la taquillera del metro: "Cu¨¦nteme, ?qu¨¦ puedo hacer yo por usted para mejorar su situaci¨®n?". La taquillera, sorprendida por el s¨¦quito de autoridades, c¨¢maras y fot¨®grafos que acompa?aban a Aguirre, se limit¨® a mover la cabeza. "No s¨¦. No se me ocurre nada as¨ª, de repente", respondi¨®. "?Quiz¨¢ un horario m¨¢s flexible, un convenio mejor...?", a?adi¨® Aguirre. La mujer del otro lado del cristal se encogi¨® de hombros. "Seguro que cuando me vaya se le ocurrir¨¢n muchas cosas". Y se despidi¨®.
As¨ª empez¨® Aguirre su periplo de 26 estaciones de metro. Puso la primera piedra de una promoci¨®n de viviendas para menores de 35 a?os en el barrio de La Ventilla (Tetu¨¢n) y cogi¨® el transporte subterr¨¢neo para dirigirse a Villa de Vallecas. Decenas de personas se quedaron sorprendidas y algunas, incluso, se acercaron a hablar con ella.
"Mira, si es Maragall", dec¨ªa mientras miraba una televisi¨®n colgada del techo de la estaci¨®n
La presidenta pic¨® el billete a las 11.12 de ayer y baj¨® las escaleras mec¨¢nicas acompa?ada de su consejero de Medio Ambiente y Ordenaci¨®n del Territorio, Mariano Zab¨ªa. Algunos viajeros que se cruzaban con ella pegaban alg¨²n que otro codazo a sus acompa?antes y le dec¨ªan en voz baja que estaba all¨ª Aguirre. Ella, que no paraba de sonre¨ªr, saludaba con la mano.
Cuando lleg¨® al and¨¦n de la estaci¨®n de La Ventilla, hizo el primer descubrimiento. "Mira, si es Maragall", dec¨ªa, mientras se?alaba a una pantalla plana colgada del techo de la estaci¨®n. "?Eso qu¨¦ es?", pregunt¨® a sus asesores y a los cargos de la Comunidad que la acompa?aban. "Es la televisi¨®n del metro, presidenta", le explic¨® el director de Metro, Ildefonso de Mat¨ªas. "?Y qui¨¦n hace las noticias y todo lo que se emite por ellas?", inquiri¨® la presidenta. "Una empresa que gan¨® la concesi¨®n", le contest¨® De Mat¨ªas.
El viaje hasta Vallecas oblig¨® a hacer un transbordo en Plaza de Castilla para coger la l¨ªnea 1. Cuando esperaba la llegada del convoy, se acerc¨® a una inmigrante, que se limit¨® a saludarla. La timidez que reflejaba su rostro la impidi¨® mantener una conversaci¨®n con Aguirre. Pero junto a la presidenta, un joven la miraba acompa?ado de su madre. "Mira, mira, es Aguirre". Y ella se acerc¨® a saludarles. "Pues mire, ten¨ªa ganas de hablar con usted, porque creo que ha cometido una injusticia conmigo", a?adi¨® el joven. La titular del Ejecutivo se sorprendi¨® y pidi¨® que se lo explicara. "Me hab¨ªan adjudicado una vivienda del Ivima [Instituto de la Vivienda de Madrid] y, de repente, me la quitaron. Claro, como hacen los sorteos a puerta cerrada, pueden hacer cualquier chanchullo...".
La presidenta se dio la vuelta y dijo en alto: "A ver, que venga el del Ivima". Domingo Men¨¦ndez, director de este organismo, dio un paso y se acerc¨®. Pero le salv¨® la campana. El metro entraba en la estaci¨®n. "?Es cierto que hacemos los sorteos a puerta cerrada?", pregunt¨® Aguirre. Men¨¦ndez dijo que no, que en principio son p¨²blicos.
"Presidenta, presidenta, que se va el metro", le gritaron desde atr¨¢s.
"Mira, no puedo atenderte ahora, pero deja tu tarjeta a alguno de mis asesores y estudiar¨¦ tu caso", le dijo.
"Tranquila, la escribir¨¦ para exponerle mi queja", respondi¨®.
"Eso espero. Gracias".
La titular del Ejecutivo regional sigui¨® preguntando por este aspecto ya dentro del vag¨®n. Se sent¨® junto a un inmigrante suramericano que asist¨ªa incr¨¦dulo a los empujones de los c¨¢maras de televisi¨®n y fot¨®grafos por conseguir una buena imagen de la protagonista. "Por favor, pasadme la conferencia que tengo que pronunciar ma?ana [por hoy] en el foro de Nueva Econom¨ªa, en el hotel Ritz". Uno de sus asesores le entreg¨® una agenda electr¨®nica y ella comenz¨® a leer. "Como son tantas paradas, me la he tra¨ªdo para repasarla", le explic¨® a Zab¨ªa, que estaba junto a ella.
Al cabo de varias estaciones, dej¨® la agenda y se acerc¨® a un viajero sentado enfrente de ella. Comenz¨® a hablar con ¨¦l. "Pues mire, quer¨ªa bajarme en Cuatro Caminos para ir a Moncloa, pero, con tanto foll¨®n, se me ha pasado la parada". Aguirre se ech¨® a re¨ªr, mientras que le preguntaba ad¨®nde iba. "Voy al hospital Cl¨ªnico para que me atiendan de una larga enfermedad", contest¨®. "Ah¨ª hay muy buenos profesionales", concluy¨® la presidenta.
El trayecto dur¨® cerca de una hora y se hizo corto, ya que la presidenta no paraba de comentar aspectos de la actualidad madrile?a. "F¨ªjate, ma?ana [por hoy] inauguramos el paso subterr¨¢neo de Cuatro Caminos, pero de poco va a servir. Como est¨¢ cortado Raimundo Fern¨¢ndez Villaverde por lo de la torre...", "Mariano [Zab¨ªa], que no se te olvide que en breve es el D¨ªa del ?rbol, tenemos que hacer algo". El consejero le respondi¨® que estuviera tranquila, que el d¨ªa en cuesti¨®n plantar¨ªan ¨¢rboles en Legan¨¦s y m¨¢s adelante en el hayedo de Montejo de la Sierra. "Tendremos que hacerlo pronto porque se nos puede pasar la fecha", a?adi¨® el consejero. Mientras, Aguirre se atusaba el pelo y se arreglaba la ropa mir¨¢ndose en la ventanilla de enfrente, que le serv¨ªa de espejo.
El viaje concluy¨® a las 12.10 en Congosto. La presidenta habl¨® con una anciana que volv¨ªa de comprar el pan: "Vamos a poner la primera piedra de unas viviendas para j¨®venes". La mujer sonri¨®. Aguirre se dirigi¨® al torno y, tras pasarlo, tir¨® el billete usado a una peque?a papelera. "Jo, y eso que era de 10 viajes", protest¨® un integrante de su s¨¦quito. La presidenta, que no oy¨® el comentario, sigui¨® sonriendo.
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