Victoria milenaria

Algunos entrenadores, cuando pierden, aplican el siguiente argumento para explicar el resultado: "Ellos han aprovechado sus ocasiones y nosotros no". Eso es lo que sucedi¨® ayer, en la primera mitad, en el Vicente Calder¨®n y as¨ª lo expuso Joaqu¨ªn Caparr¨®s, el t¨¦cnico del Sevilla, en la sala de prensa. El Atl¨¦tico acert¨® cada vez que se aproxim¨® a Esteban y el conjunto andaluz no. Pero tambi¨¦n valdr¨ªan otros an¨¢lisis igual de categ¨®ricos: "Ellos ten¨ªan a Antonio L¨®pez y nosotros no"; "su 9 es Fernando Torres y el nuestro Aranda"; "ellos se defienden ante las jugadas a bal¨®n parado correctamente y nosotros de manera delirante"; "ellos estaban m¨¢s o menos ordenados y nosotros ¨¦ramos un equipo ca¨®tico". Donde pone "ellos" l¨¦ase Atl¨¦tico. Donde figura "nosotros" sustit¨²yase por Sevilla.

El Atl¨¦tico, en su estadio, aunque a veces no juegue muy bien, es capaz de seguir con los dedos los renglones del partido sin perderse. Una presi¨®n por aqu¨ª, un pase en profundidad por all¨¢, una correcta tela de malla para entorpecer a los medios contrarios, una pared por esa banda para ganar la l¨ªnea de pase. Ayer, adem¨¢s de jugar de manera aplicada, el equipo rojiblanco se encontr¨® con que todos los planetas se conjugaban exactamente como deben. Y como casi nunca lo hacen. Por ejemplo, si Antonio L¨®pez es capaz de poner unos centros excelentes al ¨¢rea, resulta que no hay nadie para rematarlos. Pues ayer s¨ª. El primer gol fue un espectacular cabezazo en plancha de Salva.

El ariete mostr¨® su mejor cara. La ¨²nica buena: la del rematador capaz de aclarar espacios a Torres y de ver por el retrovisor a quien se incorpore al ataque para jugar con inteligencia de espaldas. Es la primera vez en toda la temporada. El Calder¨®n premi¨® la labor del delantero cambiando los habituales pitos por aplausos. Se los merec¨ªa.

Para explicar el segundo tanto -y ese n¨²mero ya es de una opulencia extraordinaria en el Manzanares- tambi¨¦n hay que citar a Antonio L¨®pez. El lateral, con una de las mejores zurdas del campeonato, sac¨® una falta lejana y escorada con una rosca al punto de penalti. Los defensas del Sevilla, muy pillos, corrieron al o¨ªr golpear el bal¨®n hacia el ¨¢rea contraria. La idea era dejar en fuera de juego a los atacantes rojiblancos. Pero uno de ellos, el lateral Sergio Ramos, oy¨® el disparo que indicaba la salida tarde. Torres se qued¨® solo y marc¨®. S¨®lo se hab¨ªan disputado algo m¨¢s de 30 minutos de partido. Ins¨®lito.

El tercer gol no es que necesite de Antonio L¨®pez para entenderse, es que fue solo obra de L¨®pez. Obra de arte. Un golazo de chilena voluntaria, forzada, astuta. Leo Franco sac¨® de porter¨ªa, el lateral par¨® con el pecho, dio un ligero toque con la derecha para evitar a Esteban y recogi¨® su rechace con un salto de espaldas a la porter¨ªa.

El Sevilla, adem¨¢s de no marcar sus oportunidades, tampoco hac¨ªa nada. Dar¨ªo Silva se enredaba en una banda. Baptista qued¨® engullido por Colsa. Renato y Jordi se dedicaban al pase corto horizontal y nada mejor¨® con la salida de Casquero y los laterales sevillistas, Ramos y David, estaban m¨¢s atentos a las subidas de L¨®pez y de Gronkjaer que a aportar sumandos para desarbolar la defensa del Atl¨¦tico.

Y los rojiblancos, tan contentos. Con Luccin, recuperado de su envaramiento, de sus dolores cervicales, de su lesi¨®n de abductores, de su inacabable malestar producido por una boca destrozada, con tres muelas carcomidas, jugando, tocando, cambiando el bal¨®n de banda a banda.

Caparr¨®s decidi¨®, al poco de comenzar la segunda parte, quitar a su delantero centro, Aranda, un tanque, por Kepa, el m¨¢ximo goleador de la Segunda B y nuevo por los campos de Primera. El Sevilla atac¨® con desorden y el Atl¨¦tico, que cada d¨ªa parece m¨¢s convencido de las virtudes del contraataque, volvi¨® a llevar m¨¢s peligro. S¨®lo que la fortuna con el gol hab¨ªa caducado en los primeros 45 minutos. Torres se resbal¨® en el ¨¢rea despu¨¦s de ignorar a un Gronkjaer, que corr¨ªa en paralelo a ¨¦l, completamente desmarcado.

El equipo de Caparr¨®s tuvo su mejor oportunidad en un centro llovido al segundo palo que toc¨® en la pantorrilla de Velasco y se qued¨® muerto. Tambi¨¦n, al poco de comenzar el choque, en un disparo desde el punto de penalti que Baptista lanz¨® raso y fuera junto al palo. Jordi prob¨® desde lejos la determinaci¨®n, mucha, de Leo Franco y ah¨ª se puso el cierre a la producci¨®n ofensiva sevillista. Es curioso, pero el conjunto andaluz, que atac¨® con muy poca claridad, tampoco se defendi¨® como se le supone, con fiereza, al borde del reglamento. Aunque, eso s¨ª, los delanteros rojiblancos se quejaron de dos codazos, uno de cada central: Javi Navarro y Pablo Alfaro.