Por otro Concordato
En 1953 llegaba a Espa?a el Cinemascope, Alfredo Di St¨¦fano jugaba por primera vez en el Real Madrid, Seat pon¨ªa en el mercado su primer coche, aparec¨ªa la moneda de 2,50 pesetas, sub¨ªa al poder Nikita Jruschov, acababa la guerra de Corea, se celebraba el Congreso Nacional de Falange Espa?ola, Franco era investido doctor honoris causa por la Universidad de Sevilla, y se rend¨ªa en la plaza de Oriente de Madrid el primer homenaje multitudinario al dictador.
F¨ªjense lo lejos que queda todo eso... Bueno, pues de esa misma fecha es el Concordato suscrito entre la Santa Sede y el Estado espa?ol, hasta hoy nunca abrogado y al que los Acuerdos de 1976 y 1979 aluden a¨²n como "vigente". Despu¨¦s de 52 a?os de antig¨¹edad y aprovechando la disposici¨®n de los obispos a iniciar una etapa de "di¨¢logo abierto y fluido" con el Gobierno, seg¨²n leo, ?no va siendo hora ya de derogar el Concordato y sustituirlo por otra norma que se aproxime algo m¨¢s a la Espa?a del siglo XXI?
Tambi¨¦n en 1953 ganaba el Oscar a la mejor pel¨ªcula De aqu¨ª a la eternidad, de Fred Zinneman. Seguramente, ¨¦se es el periodo que pretend¨ªan que tuviera de vigencia el Concordato en el momento de firmarlo el franquista Mart¨ªn Artajo, ministro de Asuntos Exteriores por aquel l¨²gubre entonces, y monse?or Tardini, representante del Vaticano en esos asuntos. Y camino lleva de hacerse realidad si nadie lo pone encima de la mesa.
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