IB3: nuevas tendencias en la moda balear
Aunque sea a rega?adientes, las taifas del Partido Popular contribuyen a cimentar la Espa?a auton¨®mica y aprovechan las oportunidades que nos conducen a ese Estado en miniatura concebido por sus little big man perif¨¦ricos.
Coincidiendo con los festejos de la patria balear, la coalici¨®n gobernante proclama haber homologado el rango auton¨®mico de Baleares y elevado la categor¨ªa institucional de sus dirigentes. A partir de este inolvidable mes de marzo, los ciudadanos baleares podr¨¢n enorgullecerse de sufragar el m¨¢s s¨®lido pilar del Estado de derecho auton¨®mico: la televisi¨®n regional.
Quiz¨¢ los v¨ªtores, discursos y aplausos -ese desaforado entusiasmo de los contribuyentes- agobiaron el 1 de marzo [d¨ªa del comienzo de emisiones en periodo de prueba de IB3] a las autoridades y no les dejaron disfrutar con plenitud el regocijo de una victoria muy personal, pues qui¨¦n pod¨ªa imaginarlos haciendo su propia contribuci¨®n al endeudamiento p¨²blico. Qui¨¦n les iba a decir que abandonar¨ªan la soflama del d¨¦ficit cero y conducir¨ªan ellos mismos los presupuestos institucionales hacia el agujero negro de la contabilidad maquillada. ?Son tan extra?as las tretas que el tiempo emplea para confundirnos!
Ajena a la profundidad de esta reflexi¨®n, la oposici¨®n increpa con ingenuidad a la coalici¨®n gobernante y la acusa de opacidad, nepotismo y alevos¨ªa porque evita la transparencia encubriendo sus movimientos, reitera la viciosa costumbre de repartir cargos a modo de favores y lo hace todo mediante acciones innobles y extravagantes.
Pero la ret¨®rica justicialista no impedir¨¢ a IB3 el diligente cumplimiento de las ordenanzas gubernamentales: contratar el doblaje a las variedades de ese idioma similar al catal¨¢n que se habla en cada una de las islas del archipi¨¦lago, catapultar a la notoriedad entretenidas veladas y sobremesas, inventar el suspense de los concursos, controlar el sorteo de lotes patrocinados y retransmitir torneos arbitrados sin sombra de duda. Alentados por el optimismo gubernamental, los dirigentes de IB3 conquistar¨¢n la audiencia que hoy se aburre soportando a Andreu Buenafuente, Javier Sard¨¢ y Julia Otero, los telediarios de Mil¨¢, y las historias de los Alc¨¢ntara y Aqu¨ª no hay qui¨¦n viva.
Estos son los objetivos corporativos de la televisi¨®n auton¨®mica que la oposici¨®n pronuncia a modo de reproche y el Gobierno oye siempre en forma de envidioso elogio. Pero en el tinglado de IB3 el Gobierno balear introduce una descomunal anomal¨ªa cuya envergadura desconcierta a los adversarios, enmudece a los enemigos y confunde a los c¨®mplices desinformados. Una f¨®rmula de gesti¨®n ins¨®lita cuyo riesgo s¨®lo pueden aceptar los m¨¢s osados visionarios.
La televisi¨®n auton¨®mica balear, sostenida por los fondos que cosecha la Agencia Tributaria, ha decidido ser la primera televisi¨®n p¨²blica que subcontrata a una empresa privada la edici¨®n de los servicios informativos.
As¨ª, mientras el comit¨¦ de sabios nombrado por el Gobierno central se devana los sesos para dise?ar mecanismos de credibilidad y la BBC intenta recuperar a toda costa su prestigio, los mallorquines, de un plumazo y fum¨¢ndose un puro, zanjan el asunto. Se dice que los programas informativos manejan una mercanc¨ªa civil delicad¨ªsima, que son el test de la confianza comprometida por los gobiernos y que en ellos se verifica o refuta su respeto por la verdad de los hechos. Y qu¨¦. En lugar de complicarse la vida buscando para los medios de titularidad p¨²blica f¨®rmulas de pluralidad y garant¨ªas para una neutralidad inteligente, el Gobierno balear decreta la privatizaci¨®n de los servicios informativos de la televisi¨®n p¨²blica. ?A qui¨¦n se le hab¨ªa ocurrido antes semejante novedad?
Cuando la comisi¨®n de control parlamentario advierta en los informativos alg¨²n flagrante descuido, una intolerable tergiversaci¨®n
o alguna alusi¨®n ofensiva, y pida cuentas al Gobierno, ¨¦ste podr¨¢ encogerse de hombros y decir: "?Y a m¨ª qu¨¦ me cuenta!". Y cuando la comisi¨®n de control parlamentario considere excesiva la cobertura publicitaria de los actos gubernamentales, los consejeros podr¨¢n replicar: "?Y qu¨¦ puedo hacer yo para evitarlo?".
El hallazgo no pasar¨¢ desapercibido. Pero su rentabilidad va m¨¢s all¨¢ del desahogo que procura a los atribulados gobernantes, bastante ocupados ya en lo suyo para andar adem¨¢s dando explicaciones a los dem¨¢s. El operativo IB3 es un artilugio de vanguardia que resuelve preocupaciones urgentes: c¨®mo tratar la informaci¨®n, c¨®mo presidir instituciones p¨²blicas sin dar cuentas a nadie, c¨®mo potenciar el sector privado con fondos p¨²blicos.
El operativo IB3 surge con un desparpajo admirable, pero adem¨¢s se anticipa a su propia ¨¦poca yendo un poco m¨¢s all¨¢. Para aplicar a la gesti¨®n y manufactura de la informaci¨®n las nuevas tendencias de la astucia conservadora, IB3 subcontrata las obligaciones contra¨ªdas con el ciudadano a un florido ramillete de empresas sostenidas con fondos p¨²blicos. Las compa?¨ªas est¨¢n libres de la reglamentaci¨®n que el Estado se impone a s¨ª mismo para controlarse y sus gerentes no son funcionarios ni profesionales especialmente vinculados a la moral del servicio p¨²blico. En el caso de darse un atropello cometido por desidia o negligencia, los contratados laborales podr¨¢n ser despedidos cuantas veces sea necesario y as¨ª se diluir¨¢ con ceses civiles lo que todav¨ªa hoy se llama responsabilidad pol¨ªtica. La utilidad esencial de estos cortafuegos humanos es evitar la implicaci¨®n del m¨¢ximo dirigente institucional en cualquiera de los previsibles esc¨¢ndalos que sin duda tendremos oportunidad de contemplar.
Basilio Baltasar es director general de la Fundaci¨®n Bartolom¨¦ March, de Palma de Mallorca.
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