Vientos de cambio en Oriente Pr¨®ximo
Pol¨ªticos y analistas discrepan sobre la autenticidad de las reformas emprendidas en la zona
Las elecciones en Irak, los comicios presidenciales palestinos tras la muerte de Yasir Arafat y la llamada revuelta de los cedros en L¨ªbano, constituyen, aparentemente, los primeros s¨ªntomas de que algo ha empezado a cambiar en Oriente Pr¨®ximo. Sin embargo, nadie es capaz de predecir el resultado de este proceso, ni siquiera los intelectuales neoconservadores que asesoran a la Casa Blanca y que se han arrogado la paternidad de las transformaciones.
Un a?o despu¨¦s de que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, presentara su Greater Middle East Plan (Plan para el Gran Oriente Medio) -destinado a promover modificaciones sustanciales en la vida pol¨ªtica, econ¨®mica, social e ideol¨®gica-, algo ha empezado a moverse en la zona. Un gran n¨²mero de observadores, analistas y responsables pol¨ªticos hablan de ese proceso de transformaciones, incluso el l¨ªder druso liban¨¦s Walid Yumblat, un ferviente admirador del estalinismo.
La revuelta de L¨ªbano est¨¢ en entredicho tras la demostraci¨®n de fuerza de Hezbol¨¢
"El mundo ¨¢rabe ha empezado a cambiar. Ha comenzado por las elecciones en los territorios palestinos y por los comicios en Irak y ahora le toca el turno a L¨ªbano", dice Yumblat desde su castillo de Mojtara, en el coraz¨®n de las monta?as libanesas del Chuf, al pie de un enorme ¨®leo del mariscal ruso Yakov a grupas de un caballo blanco que pisotea los estandartes nazis tras la victoria de la batalla en Stalingrado. Parad¨®jicamente, el l¨ªder liban¨¦s acabada de levantar acta de nacimiento de la primavera ¨¢rabe en la misma sala donde cada viernes imparte justicia entre los miembros de su comunidad en una ceremonia feudal.
El primer acto de este proceso de cambio tuvo lugar en los territorios palestinos; el 9 de enero se celebraron unas elecciones presidenciales destinadas a elegir el sustituto del fallecido Arafat y que fueron ganadas por el candidato oficialista Mahmud Abbas. Tres semanas despu¨¦s, el proceso de reformas avanzaba sobre Irak, donde se celebraron elecciones legislativas y regionales en las que participaron ocho millones de electores. Gan¨® la lista chi¨ª inspirada por el ayatol¨¢ Al¨ª al Sistani. Este movimiento reformista alcanz¨® su cl¨ªmax en las calles de Beirut; el asesinato el 14 de febrero del ex primer ministro Rafik Hariri provoc¨® una revuelta impulsada por sun¨ªes y cristiano-maronitas. Su objetivo es conseguir la salida de las tropas sirias del pa¨ªs y el fin de la tutela establecida hace m¨¢s de treinta a?os por el r¨¦gimen de Damasco.
Junto a estas grandes operaciones de cambios se divisan otras de menor calado, y que muchos analistas tildan de cambios cosm¨¦ticos. Entre ¨¦stas destaca la reforma constitucional emprendida por el presidente Hosni Mubarak en Egipto, que permitir¨¢ la participaci¨®n de varios candidatos en las elecciones presidenciales; ayer orden¨® la liberaci¨®n del diputado opositor Ayman Nour, que pretende presentarse a las elecciones de septiembre.
Arabia Saud¨ª se ha sumado al proceso con la celebraci¨®n en febrero de unas elecciones locales limitadas, que sirvieron para renovar el 50% de los ayuntamientos y el anuncio de que otorgar¨¢ el derecho al voto a las mujeres en 2009. En una l¨ªnea similar, el rey Abdal¨¢ II de Jordania anunci¨® en enero modificaciones en la ley electoral para garantizar el pluralismo.
Pero esta v¨ªa, m¨¢s o menos atrevida, tiene por delante numerosos escollos. Los primeros an¨¢lisis de las victorias reformistas y de los procesos electorales celebrados en Irak y en los territorios palestinos demuestran la fragilidad y falta de credibilidad de las votaciones, en contradicci¨®n con las oleadas de entusiasmo que han levantado en las capitales occidentales. En Irak s¨®lo se acerc¨® a las urnas un tercio de la poblaci¨®n ¨¢rabe, mientras que en Palestina lo hizo algo m¨¢s que el 40% del electorado. Los resultados palestinos se encuentran adem¨¢s lastrados por unos incidentes y unas presiones, a¨²n no investigadas ni aclaradas, que provocaron la dimisi¨®n de los responsables de la comisi¨®n electoral.
El empuje y la euforia inicial generados por la llamada revuelta de los cedros de L¨ªbano tambi¨¦n est¨¢ en entredicho despu¨¦s de la demostraci¨®n de fuerza realizada por el movimiento chi¨ª Hezbol¨¢, que logr¨® movilizar en Beirut a un mill¨®n de manifestantes en favor del r¨¦gimen de Damasco y en contra de la injerencia extranjera.
La visi¨®n occidental de estas primeras victorias reformistas no se ha visto respaldada por los an¨¢lisis realizados por los principales intelectuales de la zona. Los m¨¢s beligerantes son los egipcios, que han puesto en marcha una verdadera campa?a de refutaci¨®n y descr¨¦dito de estos supuestos cambios. Moncef Marzuki, destacado militante de los derechos humanos en T¨²nez, no es optimista y subraya la "ausencia total de credibilidad de la pol¨ªtica de EE UU en la promoci¨®n de la democracia en el mundo ¨¢rabe". El catedr¨¢tico israel¨ª de Ciencias Pol¨ªticas Meron Benvenisti tampoco se encuentra entre los cr¨¦dulos. Desde las p¨¢ginas del peri¨®dico Haaretz, el m¨¢s importante de Israel, asegura que la primavera ¨¢rabe no existe como tal y que se trata tan s¨®lo de una maniobra publicitaria norteamericana destinada a justificar la guerra de Irak. Benvenisti es muy duro y rotundo cuando califica este viento de cambio de "acto de hipocres¨ªa inventado para socavar cualquier paso real hacia la paz".
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