Una mente en contacto con el cosmos
S¨®lo hay tiempo para una pregunta m¨¢s, y Judith Croasdell, la ayudante personal de Stephen Hawking, recomienda una cuesti¨®n que pueda responderse con rapidez, a ser posible con un s¨ª o un no.
-?Es posible que el universo no tuviera un comienzo?
Hawking baja la vista para mirar la pantalla acoplada a su silla de ruedas. Unos segundos despu¨¦s, el hilo de movilidad que a¨²n conserva su mano izquierda logra pulsar el bot¨®n de su rat¨®n. Clic. Y despu¨¦s otra vez. Clic. Enseguida, la voz sint¨¦tica llena el despacho con nitidez:
-Perd¨®n, ?c¨®mo dice?
-?Es posible que el Big Bang no fuera el inicio del universo?
Sus ojos vuelven a la pantalla y el rat¨®n suena de nuevo: clic. Diez, quince segundos despu¨¦s: clic. Clic. Cada pulsaci¨®n no corresponde a una letra, sino a una palabra o frase corta que Hawking elige entre el l¨¦xico que le ofrece su pantalla. El sintetizador de voz permanece ahora en silencio, y as¨ª seguir¨¢ durante media hora, hasta que el cient¨ªfico haya acabado de componer su respuesta y le d¨¦ orden de pronunciarla. Clic. Medio minuto. Clic. Clic. Hawking ve y oye perfectamente, y su mente se mantiene luminosa, pero ese ¨ªnfimo y trabajoso movimiento del dedo sobre el rat¨®n es su ¨²ltimo canal de comunicaci¨®n con el mundo. Clic. Judith Croasdell se acerca a ver su pantalla y proclama satisfecha: "Va a dar una respuesta concienzuda a su pregunta. Debe tener paciencia".
Cada pulsaci¨®n no corresponde a una letra, sino a una palabra o frase corta que Hawking elige entre el l¨¦xico que le ofrece su pantalla
Sin duda merecer¨¢ la pena. Dentro de ese cuerpo arruinado por la esclerosis lateral amiotr¨®fica (ELA) est¨¢ atrapado uno de los mejores cerebros de la f¨ªsica te¨®rica de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Hawking naci¨® en Oxford (Reino Unido) en 1942, y estudi¨® matem¨¢ticas y f¨ªsica en Oxford y Cambridge, las dos grandes universidades brit¨¢nicas. Justo cuando se empezaba a revelar como una gran promesa, con poco m¨¢s de 20 a?os, contrajo la ELA, una enfermedad neurodegenerativa incurable que, poco a poco, inexorablemente, va destruyendo las neuronas que mandan las ¨®rdenes del cerebro a los m¨²sculos.
Tiene ahora 63 a?os, y lleva m¨¢s de 40 conviviendo con su enfermedad. Los m¨¦dicos est¨¢n sorprendidos por su supervivencia, pero a¨²n m¨¢s asombrados est¨¢n los f¨ªsicos por su admirable motivaci¨®n para el trabajo, una energ¨ªa que debe mucho a su convicci¨®n de que la humanidad "est¨¢ m¨¢s cerca que nunca de comprender los fundamentos del universo". En efecto, tal vez no haya mejor raz¨®n para vivir contracorriente que pensar que uno est¨¢ a punto de entenderlo todo. Pero esa es s¨®lo la mitad de la historia, porque Hawking dista mucho de ser una m¨¢quina de formular ecuaciones. Mientras el cient¨ªfico brit¨¢nico sigue luchando para responder la pregunta -clic, clic-, su ayudante Croasdell cuenta con detalle c¨®mo es un d¨ªa en su vida.
Hawking no duerme m¨¢s de seis horas. En cuanto se despierta, a las siete y media de la ma?ana, su mujer, Elaine, y un equipo de ayudantes inician un meticuloso protocolo de cuidados f¨ªsicos. "Es esencial para mantenerle tan activo y saludable como sea posible", explica Croasdell. Sus h¨¢bitos diet¨¦ticos, sin embargo, dif¨ªcilmente merecer¨ªan el elogio de un m¨¦dico. Su desayuno incluye siempre un cuarto de kilo de carne, y a ser posible de su carne favorita, que son las chuletas de cordero. Desde hace 20 a?os evita, eso s¨ª, los alimentos con gluten, y ¨²ltimamente ha renunciado tambi¨¦n a los aperitivos y chucher¨ªas con demasiada sal e hidratos de carbono. Como cualquier brit¨¢nico cultivado, lee el peri¨®dico durante el desayuno.
?Cu¨¢l es la hora del t¨¦ para un ingl¨¦s? Todas. Hawking tambi¨¦n es muy brit¨¢nico en esa pasi¨®n. Empieza a tomarlo a las ocho y media de la ma?ana. Despu¨¦s, tras las obligadas sesiones de fisioterapia, sus ayudantes le acomodan en el coche, un Chrysler Grand Voyager especialmente adaptado, y le llevan a su despacho del departamento de matem¨¢ticas aplicadas y f¨ªsica te¨®rica de la Universidad de Cambridge, situado en el moderno y casi chinesco Centro de Ciencias Matem¨¢ticas inaugurado hace cinco a?os en las afueras de la ciudad. All¨ª recibe a EL PA?S.
El ordenador de su silla de ruedas, donde ahora sigue respondiendo a la pregunta sobre el Big Bang, est¨¢ equipado con un software de comunicaci¨®n desarrollado especialmente para ¨¦l por la compa?¨ªa californiana Word-Plus, que le permite escribir, hablar mediante su sintetizador de voz, atender llamadas de tel¨¦fono y conectarse a Internet. Gracias a eso puede supervisar a sus cinco estudiantes de doctorado, atender a los seminarios y conferencias que organiza el departamento y bajarse de la Red cualquier art¨ªculo reci¨¦n publicado en las revistas de f¨ªsica.
Mensajes de los 'fans'
Como cualquier cient¨ªfico, debe dedicar un notable esfuerzo a mantenerse al d¨ªa en su disciplina. Pero Hawking es adem¨¢s un personaje muy popular -su libro de 1988 Breve historia del tiempo fue adquirido por "uno de cada 750 habitantes del planeta", seg¨²n sus propios c¨¢lculos-, y eso conlleva una carga de trabajo adicional que no puede afrontar solo. "Buena parte de mi labor", explica Croasdell, "consiste en leer, seleccionar y clasificar la masa de correo electr¨®nico que le llega a diario, incluidos los mensajes de sus fans, y un buen n¨²mero de teor¨ªas m¨¢s o menos extravagantes que a mucha gente le da por mandarle". Para el correo de ¨ªndole m¨¢s profesional, el f¨ªsico cuenta con otro ayudante, el estudiante Tom Pelly, que clasifica los mensajes y los va respondiendo seg¨²n las directrices de Hawking. El cient¨ªfico para a la una del mediod¨ªa para comer alg¨²n curry indio o tailand¨¦s y varias tazas m¨¢s de t¨¦ con tabletas de vitaminas y ¨¢cido f¨®lico, y despu¨¦s sigue trabajando toda la tarde.
De esta forma, con una combinaci¨®n de m¨¦todo y entrega, Hawking se ha mantenido durante 30 a?os como uno de los l¨ªderes de la f¨ªsica te¨®rica, un campo en el que militan algunos de los mejores cerebros del mundo. Su gran m¨¦rito ha sido encontrar formas imaginativas de combinar la ciencia de lo muy grande -la relatividad de Albert Einstein que rige el cosmos a gran escala- con la de lo muy peque?o -la mec¨¢nica cu¨¢ntica que gobierna el comportamiento de las part¨ªculas subat¨®micas-, y su laboratorio mental est¨¢ poblado de algunos de los objetos m¨¢s enigm¨¢ticos del universo, los agujeros negros, que concentran una masa enorme en un espacio m¨ªnimo, y ejercen tal atracci¨®n gravitatoria que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de ellos.
Algunos agujeros negros se forman por el colapso de una estrella, y otros, como el situado en el centro de nuestra galaxia, la V¨ªa L¨¢ctea, se generan por acumulaci¨®n de enormes cantidades de polvo c¨®smico. Pero fue Hawking quien propuso la existencia de numeros¨ªsimos miniagujeros negros, cada uno con 1.000 millones de toneladas de materia comprimidos en el tama?o de un prot¨®n. Su gran masa y gravedad les hace regirse por la relatividad, pero su ¨ªnfimo tama?o los convierte tambi¨¦n en objetos cu¨¢nticos, y, por tanto, son uno de los primeros nexos descubiertos entre esos dos grandes marcos te¨®ricos de la f¨ªsica contempor¨¢nea. Los f¨ªsicos pensaban que era imposible saber nada sobre los agujeros negros hasta que Hawking formul¨® las teor¨ªas matem¨¢ticas adecuadas para analizarlos. Y su flujo de contribuciones no ha cesado.
Pero, adem¨¢s, Hawking es uno de los infrecuentes investigadores que cree en la necesidad de transmitir al p¨²blico los conceptos cient¨ªficos de su tiempo. El pr¨®ximo 12 de abril visitar¨¢ Espa?a para pronunciar la conferencia inaugural de los actos conmemorativos del 25? aniversario de los Premios Pr¨ªncipe de Asturias -un galard¨®n que recibi¨® en 1989-, que se prolongar¨¢n durante dos a?os con un extenso programa de conferencias, discusiones y actos culturales. Y el d¨ªa siguiente presentar¨¢, tambi¨¦n en Oviedo, su nuevo libro de divulgaci¨®n, Brev¨ªsima historia del tiempo, que simplifica, actualiza y mejora su gran ¨¦xito de ventas de 1988. De modo ins¨®lito, esta obra se publicar¨¢ antes en castellano que en ingl¨¦s. La editorial Cr¨ªtica prepara su lanzamiento inmediato, mientras que el original ingl¨¦s est¨¢ previsto para septiembre.
Hawking recibi¨® a EL PA?S el martes pasado, pero, consciente de que no podr¨ªa responder m¨¢s de una pregunta en directo, tuvo la amabilidad de aceptar otras tres cuestiones el d¨ªa anterior. As¨ª, pudo preparar las respuestas en su ordenador con antelaci¨®n, y responderlas con el sintetizador de voz de forma r¨¢pida:
-Muchos cient¨ªficos creen que los genios solitarios como Einstein son cosa del pasado, y que la investigaci¨®n es ahora un esfuerzo colectivo. ?Cree usted que las ideas individuales todav¨ªa tienen valor?
-La interacci¨®n y la discusi¨®n son importantes en ciencia, pero son las ideas brillantes que tienen los individuos las responsables de los grandes saltos hacia adelante.
-La f¨ªsica siempre ha sido dif¨ªcil para el p¨²blico, pero ahora es tambi¨¦n extra?a, incomprensible, casi incre¨ªble. ?Qu¨¦ se puede hacer para transmitirla?
-La f¨ªsica s¨®lo parece incomprensible cuando se explica mal. La gente quiere comprender el universo, y de d¨®nde vienen ellos.
-?Habr¨ªa una forma de ense?ar a los ni?os a pensar sobre la f¨ªsica contempor¨¢nea?
-Estoy deseando que llegue el d¨ªa en que la relatividad y la mec¨¢nica cu¨¢ntica se ense?en en el colegio.
El sintetizador de voz no sabe adoptar un tono ir¨®nico, pero, en cuanto el aparato acaba de pronunciar esta ¨²ltima respuesta, el rostro de Hawking dibuja una sonrisa asombrosamente amplia y expresiva. No puede emitir sonidos, pero se trata obviamente de una carcajada socarrona y silenciosa. Viene a decir: "Primero logre usted el milagro de introducir esos conceptos en los programas de estudios, y despu¨¦s ya encontraremos una forma de hacerlos comprensibles para un ni?o".
Einstein y Marilyn
El buen humor de Hawking es bien conocido por sus familiares y colegas. En las paredes de su despacho, las ¨²nicas fotos capaces de competir en n¨²mero con las de Einstein son las de Marilyn Monroe. "Es un gran admirador de Marilyn", confirma Croasdell. Tambi¨¦n tiene colgada de la pared una apuesta que hizo con sus colegas estadounidenses Kip Thorne y John Preskill sobre el m¨¢s abstruso de los problemas te¨®ricos: si los agujeros negros dejan escapar o no alg¨²n tipo de informaci¨®n cu¨¢ntica. En el documento all¨ª enmarcado se puede leer que "el perdedor pagar¨¢ unas ropas para que el ganador vista su desnudez", en alusi¨®n a la par¨¢bola del vestido del emperador.
En una ocasi¨®n, Hawking escribi¨® sobre el efecto de compresi¨®n del tiempo previsto por la relatividad de Einstein. Ese efecto implica que, si una persona se pasara media vida viajando en un avi¨®n muy r¨¢pido, su envejecimiento se retrasar¨ªa unos segundos. "Por supuesto", conclu¨ªa Hawking, "ese efecto beneficioso se ver¨ªa compensado con creces por la comida que sirven las l¨ªneas a¨¦reas".
En el met¨®dico protocolo que rige su vida, la risa tiene un papel tan importante como la fisioterapia, y se entrega a ella cada noche mientras cena un rosbif o un plato tailand¨¦s de carne picante en compa?¨ªa de Elaine y los amigos que se acercan con frecuencia a su casa para compartir la velada. No, Hawking no es ninguna m¨¢quina de formular ecuaciones, y ni siquiera su avanzada enfermedad ha logrado arrebatarle el derecho a divertirse, ni su pasi¨®n por Mozart, Beethoven y Wagner, ni su admiraci¨®n por la pintura de Joan Mir¨®.
Los estudios de Hawking sobre los agujeros negros son una puerta abierta a los or¨ªgenes del universo mismo. La raz¨®n es que, al igual que el Big Bang, son un ejemplo de lo que los f¨ªsicos llaman "singularidades": regiones de la realidad en que la densidad de materia es tan alta que las leyes f¨ªsicas ordinarias dejan de funcionar, o conducen a paradojas matem¨¢ticas. Hawking, como mucha gente, siente el v¨¦rtigo metaf¨ªsico de las grandes preguntas, pero adem¨¢s se ha visto conducido a reflexionar sobre ellas como consecuencia de sus trabajos m¨¢s sobrios.
He aqu¨ª un ejemplo. Se trata de un problema no ya dif¨ªcil de resolver, sino incluso de comprender. Hawking est¨¢ convencido de que tarde o temprano se formular¨¢ una teor¨ªa unificada definitiva -la teor¨ªa del todo-, capaz de explicar con un solo sistema de ecuaciones todas las fuerzas del mundo f¨ªsico. Pero seguramente el universo no es un sistema de ecuaciones, por muy perfectas que sean ¨¦stas.
La molestia de existir
Crear un universo implica corporeizar esas ecuaciones, transferirlas del ¨¢mbito virtual al real. Como lo expresa Hawking en su pr¨®ximo libro: "?Por qu¨¦ el universo se toma la molestia de existir?". ?Por qu¨¦ hay algo en lugar de no haber nada? Cuestiones como ¨¦sta han pertenecido siempre al ¨¢mbito de la m¨ªstica, pero los cient¨ªficos como Hawking est¨¢n empezando a pedir la palabra en la discusi¨®n.
Otro ejemplo. Los f¨ªsicos son cada vez m¨¢s conscientes de que las leyes m¨¢s fundamentales del universo, como las que rigen las interacciones b¨¢sicas entre las part¨ªculas, parecen ajustadas para permitir la formaci¨®n de materia estable, galaxias, estrellas, planetas y ¨¢tomos necesarios para la existencia de los seres vivos. Mueve un poco arriba o abajo la magnitud de la fuerza electromagn¨¦tica o de la gravitatoria, y el universo se convierte en un infierno inhabitable o en una sopa de quarks donde nunca habr¨¢ un cerebro capaz de preguntarse por sus or¨ªgenes. Hawking cree que la ciencia est¨¢ a punto de comprender las leyes f¨ªsicas en su totalidad, pero admite: "Persiste la pregunta: ?C¨®mo se eligieron las leyes?".
De ah¨ª que una de sus obsesiones actuales sea explorar la posibilidad matem¨¢tica de que el Big Bang no fuera realmente una "singularidad" en la que se origin¨® el tiempo. El universo, seg¨²n esta idea, ser¨ªa finito, pero no tendr¨ªa un comienzo ni final, al igual que la superficie de la Tierra es finita, pero no empieza ni acaba en ning¨²n lado. El cosmos ser¨ªa una entidad autocontenida, y no habr¨ªa que explicar "c¨®mo se eligieron las leyes", puesto que no hay un origen del tiempo en el que haya que elegirlas. Ser¨ªa la versi¨®n f¨ªsica de la eternidad, pero las teor¨ªas no est¨¢n a¨²n maduras para confirmar o descartar esa posibilidad.
En su despacho, y mientras el fot¨®grafo de este peri¨®dico le retrata junto a un mu?eco de su personaje en la serie Los Simpson, Hawking est¨¢ terminando de responder la pregunta. ?Es posible que el universo no tuviera un comienzo? Clic. Clic. Su ayudante Croasdell se acerca de vez en cuando a su silla de ruedas para inspeccionar su pantalla. Luego protesta: "Se empe?a en corregir las erratas y cambiar la palabras por sin¨®nimos m¨¢s ajustados. No hago m¨¢s que decirle que no hace falta que quede perfecto, que yo puedo pulir el texto. ?l nunca pierde el tiempo en nada. ?Por qu¨¦ tiene que perder el tiempo en corregir erratas?".
Pero Hawking ya ha acabado. El d¨¦bil hilo de movimiento de su mano izquierda pulsa el ¨²ltimo clic en su rat¨®n y el sintetizador de voz habla por fin alto y claro: "Hay teor¨ªas en las que existe una fase del universo anterior al Big Bang, pero las ecuaciones se rompen en el Big Bang, de manera que no las puedes seguir a trav¨¦s de ese momento. El universo como lo conocemos empez¨® en el Big Bang".
Hawking sostiene que hace falta imaginaci¨®n para entender el cosmos. ?l la tiene a raudales, pero sabe que la imaginaci¨®n s¨®lo es ¨²til en f¨ªsica cuando conduce a una expresi¨®n matem¨¢tica que haga predicciones verificables. El cient¨ªfico sigue persiguiendo la ecuaci¨®n final en una carrera contra el tiempo y contra su propio cuerpo arruinado. Su ¨²nico alivio ser¨ªa entenderlo todo.
Viajes en el tiempo
VIAJAR AL FUTURO ES POSIBLE. Es una consecuencia bien conocida de la teor¨ªa de la relatividad formulada por Albert Einstein hace exactamente 100 a?os, y ha sido confirmada experimentalmente en varias ocasiones. Einstein mostr¨® que el tiempo no pasa con un ritmo inexorable,
sino que se ralentiza cuando se viaja a mucha velocidad. A velocidades pr¨®ximas a la de la luz, que es la m¨¢xima posible, el tiempo casi llega a detenerse. Por tanto, cuando sea t¨¦cnicamente posible construir una nave espacial rapid¨ªsima, los viajeros no tendr¨¢n m¨¢s que montarse en ella y volver a la Tierra. Si la nave es realmente r¨¢pida, para ellos s¨®lo habr¨¢n pasado unos meses mientras en la Tierra habr¨¢n pasado unos siglos. Al bajar de la nave,
los viajeros podr¨¢n conocer al fin
el mundo del futuro. Pero m¨¢s vale que les guste, porque las ecuaciones de Einstein no contemplan la posibilidad de regresar al pasado.
?O s¨ª la contemplan? Seg¨²n Stephen Hawking, a¨²n es pronto para descartarlo. Desde el trabajo pionero del gran matem¨¢tico Kurt G?del, que conoci¨® a Einstein en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, varios cient¨ªficos han encontrado posibles interpretaciones de las ecuaciones de Einstein que permiten viajar al pasado. El problema no es que ese viaje sea te¨®ricamente imposible, sino que requiere unas condiciones -por ejemplo, que el universo entero est¨¦ girando- que no se cumplen en la realidad. Seg¨²n Hawking, lo que hay que preguntarse es: "Si el universo empieza sin
el tipo de [condiciones necesarias] para viajar al pasado, ?podemos, con posterioridad, deformar regiones locales del espacio-tiempo para que esto sea posible?".
Hawking dedica un cap¨ªtulo entero de su nuevo libro, Brev¨ªsima historia del tiempo, a examinar las posibilidades te¨®ricas de viajar al pasado que ofrece la f¨ªsica actual. Su conclusi¨®n es: "Cabr¨ªa esperar, una vez examinadas estas consideraciones te¨®ricas, que a medida que la ciencia y la tecnolog¨ªa avanzasen, pudi¨¦semos construir una m¨¢quina del tiempo". Sin embargo, tambi¨¦n plantea una objeci¨®n: "La posibilidad de viajar en el tiempo permanece abierta. Pero no apueste por ella. El otro apostador podr¨ªa tener la ventaja desleal de conocer el futuro".
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