Visita de Aznar a Monterrey
Somos dos madrile?os que el pasado viernes 11 de marzo tuvimos el honor de asistir a una conferencia de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en el Instituto Tecnol¨®gico de Monterrey.
Cuando nos enteramos no pod¨ªamos creerlo. La elecci¨®n de la fecha era demasiado surrealista. El mismo d¨ªa en que se recordaba en Madrid a las v¨ªctimas, ?qu¨¦ hac¨ªa el m¨¢ximo responsable pol¨ªtico de ese momento dando una conferencia sobre Am¨¦rica Latina en la instituci¨®n m¨¢s elitista de M¨¦xico? S¨®lo estando frente a ¨¦l pudimos comprobar que la respuesta era m¨¢s cruda de lo que pod¨ªamos imaginar... Nuestro ex decidi¨® homenajear a las v¨ªctimas y a los espa?oles con una conferencia en la que pudo sentirse tremendamente c¨®modo. En lugar de los abucheos o el silencio acusador con el que podr¨ªa haberse encontrado en Espa?a, cont¨® con el benepl¨¢cito de un sector muy determinado de M¨¦xico, contestando a unas cuantas preguntas ya escogidas ante un p¨²blico reducido y escasamente cr¨ªtico.
M¨¢s que hablar del "Futuro de Iberoam¨¦rica", tal y como rezaba el t¨ªtulo de su charla, utiliz¨® la mitad del tiempo para elogiar sin ruborizarse lo m¨¢s m¨ªnimo todos los aspectos de gesti¨®n de su Gobierno, centr¨¢ndose principalmente en el milagro econ¨®mico que hizo posible que para el 2004 nuestro pa¨ªs estuviese en la cima de Europa, por delante de Francia y Alemania. A continuaci¨®n recomend¨® este modelo de apertura econ¨®mica para M¨¦xico, algo que sin duda alegrar¨ªa a la Administraci¨®n de Bush y lo alejar¨ªa del "populismotrasnochado", en clara referencia a Ch¨¢vez y Lula. Sobre seguridad y terrorismo tambi¨¦n tuvo unas breves pero certeras palabras nuestro ilustr¨ªsimo y expatriado ex presidente. Partiendo de su ya conocida equiparaci¨®n de todos los terrorismos, meti¨® en un mismo saco a la resistencia iraqu¨ª, a ETA y a lo que ¨¦l denomin¨® "indigenismo radical", en una clara referencia al EZLN, demostrando su gran ignorancia de la problem¨¢tica interna mexicana.
A nosotros, que casi nos dio pena ver en televisi¨®n c¨®mo le abucheaban cuando en la jornada electoral fue a votar con su esposa, hemos de admitir que al escucharle un a?o despu¨¦s hemos cambiado de opini¨®n. Tanto su ret¨®rica victimista de m¨¢rtir linchado injustamente, la debilidad de sus argumentos y su incapacidad para admitir la m¨¢s m¨ªnima responsabilidad, ha hecho que nos felicitemos de su ausencia en Espa?a en unos actos en los que -despu¨¦s de tomar buena nota de sus ideas y juicios- su presencia s¨®lo hubiera aportado confusi¨®n y resentimiento.
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