La Marcha Real y la Marsellesa
Llev¨¢bamos mucho tiempo acostumbrados a escuchar, tras cada gran premio, primero a Haydn y despu¨¦s a Verdi, el himno alem¨¢n por Michael Schumacher y el italiano por Ferrari. Las cosas han cambiado. Ayer son¨® primero la Marcha Real y despu¨¦s la Marsellesa. En Francia, donde siempre ha habido pasi¨®n por el automovilismo, lo han celebrado a lo grande, como una reivindicaci¨®n de la modernidad y de la capacidad de su industria y su conocimiento. Renault es, despu¨¦s de todo, un icono franc¨¦s y sus ¨¦xitos se celebran como los de la selecci¨®n nacional de f¨²tbol. La victoria de Fernando Alonso en Malaisia abri¨® todos los telediarios.
Sin embargo, justo cuando Francia ha conseguido fabricar el mejor coche, no hay por primera vez desde 1966 ning¨²n piloto franc¨¦s en la f¨®rmula 1. La retirada del veterano Olivier Panis a finales de la temporada pasada ha dejado a Frank Montagny, probador de Renault, como el ¨²nico representante de una de las escuelas m¨¢s importantes del automovilismo.
Cuando arranca la F-1 moderna, en 1950, ya participan pilotos y constructores franceses como Louis Rosier y su Talbot, que acaban la temporada en la cuarta posici¨®n. Pero en este primer decenio s¨®lo los b¨®lidos del m¨ªtico ingeniero Amed¨¨e Gordini mantienen la presencia gala entre el abrumador dominio italobrit¨¢nico. Y a principios de la d¨¦cada de los 60 las marcas francesas han desaparecido. Hay que esperar hasta 1967, cuando la f¨¢brica armament¨ªstica Matra se decide a dar brillo a su nombre y fichar a una estrella de la talla del escoc¨¦s Jackie Stewart junto al jefe de escuder¨ªa Ken Tyrrell. A la sombra de este proyecto, nace la gran generaci¨®n de pilotos formada, entre otros, por Jean Pierre Beltoise, Henry Pescarolo y el malogrado Fran?ois Cevert.
En el decenio siguiente, la F-1 se afrancesa. Renault entra en liza y, con su apuesta por los motores turbo, cambia la configuraci¨®n de los coches. Otras marcas, como Ligier, son habituales del podio. Pero, finalmente, ninguna consigue el campeonato de constructores. Hasta que llega el dominio de Alain Prost, quienes mandan en el circo son McLaren y Williams, aunque sea con los imbatibles motores Renault.
En la sede brit¨¢nica de Renault, en Enstone, guardan el ¨²nico trofeo de campe¨®n del mundo de constructores que ha obtenido la escuder¨ªa que dirige Flavio Briatore. Fue en 1995 de la mano del propio Schumacher, que consegu¨ªa entonces su segundo t¨ªtulo. La firma no se llamaba Renault, sino Benetton, aunque el motor s¨ª fuera el legendario V-10 que domin¨® los 90 tanto como Ferrari lo ha hecho en estos ¨²ltimos a?os.
Ahora parece haber llegado al fin la posibilidad de que un fabricante franc¨¦s consiga el campeonato mundial, aunque sea con un piloto espa?ol.
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