Atrapado en la originalidad
En cada nueva obra, Wes Anderson demuestra que sigue apuntando maneras para convertirse en un autor con may¨²sculas, para realizar la gran pel¨ªcula que se auguraba desde la prometedora Bottle Rocket, su debut, en 1996, y, sobre todo, desde la enigm¨¢tica Academia Rushmore (1998). Sin embargo, Anderson, uno de los m¨¢s originales directores de comedia de la ¨²ltima d¨¦cada, alabado en los festivales internacionales por una parte de la cr¨ªtica mientras la otra se da de bruces con la incomprensi¨®n, corre el peligro de quedarse estancado en la simple extravagancia. En Life Aquatic, su nuevo trabajo, vuelven a relucir sus se?as de identidad y algunas de sus grandes virtudes, pero su capacidad para resultar tan cargante como lejano parece m¨¢s reluciente que nunca.
LIFE AQUATIC
Direcci¨®n: Wes Anderson. Int¨¦rpretes: Bill Murray, Cate Blanchett, Owen Wilson, Anjelica Huston, Willem Dafoe. G¨¦nero: comedia. EE UU, 2004. Duraci¨®n: 118 minutos.
A su extenso cat¨¢logo de personalidades exc¨¦ntricas hay que a?adir al protagonista de Life Aquatic, un ocean¨®grafo llamado Steve Zissou, irremisiblemente unido al nombre de Jacques Cousteau e interpretado con gracia y gran econom¨ªa gestual por Bill Murray, un actor que parece estar recorriendo el camino contrario al de otros pesos pesados del oficio, que en cada pel¨ªcula sobreact¨²an m¨¢s. El sarcasmo, los comportamientos disfuncionales y el inconformismo de Anderson siguen presentes en la galer¨ªa de personajes que acompa?an a este obsesivo especialista marino que, cual capit¨¢n Ahab en Moby Dick, s¨®lo tiene ojos y o¨ªdos para la persecuci¨®n de un gran tibur¨®n. Adem¨¢s, el director (aqu¨ª sin Owen Wilson, su habitual coguionista, sustituido por el humorista de la revista The New Yorker, Noah Baumbach) marca los tiempos de su pel¨ªcula con su acostumbrado ritmo lento, tan particular en una comedia. Anderson, como ya hizo en la aparatosa, melanc¨®lica, tr¨¢gica y mortalmente irregular Los Tenenbaums, le da la vuelta a las coordenadas cl¨¢sicas y crea una rom¨¢ntica comedia de aventuras con algunos toques de cine de acci¨®n. De nuevo, demuestra que es un artista en la elecci¨®n de las canciones que forman la banda sonora y, sobre todo, en su utilizaci¨®n basada en el contraste. En sus pel¨ªculas nunca suena lo que se imagina. De este modo, como en la mejor secuencia de su carrera (el intento de suicidio del personaje de Luke Wilson en Los Tenenbaums con una canci¨®n de Elliot Smith como fondo), Anderson sobrecoge en alg¨²n momento gracias a esas melod¨ªas de David Bowie interpretadas a ritmo de bossa nova.
Sin embargo, su capacidad para provocar sonrisas est¨¢ m¨¢s devaluada que nunca, las escenas de acci¨®n no pueden estar peor rodadas y, lejos de acercarse a la gran pel¨ªcula prometida, parece estancarse en una extravagante pose de freak de la cotidianidad de la que ojal¨¢ escape alg¨²n d¨ªa.
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