Cuc¨²
El canto del cuco indica tradicionalmente la llegada de la primavera. Ya sobrevuela Madrid ese p¨¢jaro, tambi¨¦n llamado cuclillo, con su escueta melod¨ªa de dos ¨²nicas notas repetidas hasta la saciedad, como sucede con tantos ¨¦xitos musicales y tan gran n¨²mero de personajes p¨²blicos. A pesar de su simp¨¢tico nombre, los cucos son estrictamente aburridos, cosa que no les impide ser taimados, astutos, incluso sanguinarios. Ponen el huevo en nido ajeno. El polluelo intruso mata a las otras cr¨ªas para no tener que compartir alimento. Estamos hablando de un p¨¢jaro de cuidado, se?oras y se?ores. Hay que ser precavido con personas aburridas, sobre todo si se ponen a cantar en primavera. Est¨¦n ustedes alerta ante los discursos, los tertulianos y la barra del bar.
El Cuculus canorus, nombre cient¨ªfico del cuclillo, es un ave de la familia de los cuc¨²lidos, orden de los cuculiformes. Esas palabras de doble filo corren el riesgo de ser interpretadas de forma soez por ciudadanos ignorantes y obsesos, pero tambi¨¦n son indicativas de un hecho evidente: la primavera constituye una irrupci¨®n masiva de gl¨²teos gloriosos en la v¨ªa p¨²blica. Y eso significa un incremento imparable en los deseos libidinosos de los ciudadanos y en los exabruptos de bellaca catadura que algunos denominan piropos. El ambiente se caldea y las autoridades debieran hacer algo para que la gente no malgaste sus potencias pensando siempre en lo mismo. Porque pensar siempre en lo mismo es muy aburrido. Los aburridos son propensos a perpetrar desatinos de diverso calibre y hay que tener cuidado con ellos.
Los directores espirituales de anta?o aconsejaban la "mirada jesu¨ªtica" para evitar tentaciones: consiste en caminar por la calle con la vista en el horizonte, sin mirar a los ojos de la gente, y mucho menos a otras partes que el pudor impide mencionar. Pero hay que evitar tropezones por no ver obst¨¢culos. La propia Compa?¨ªa sufri¨® en sus carnes, hace ahora 238 a?os, no haber visto la que le ven¨ªa encima: el 2 de abril de 1767, con el canto del cuco, Carlos III decreta la expulsi¨®n de los jesuitas.
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