Medi¨¢tico hasta la muerte
El Vaticano autoriza a la televisi¨®n a entrar en la intimidad del duelo
No pod¨ªa ser de otro modo. El Papa que manej¨® con maestr¨ªa los medios de comunicaci¨®n ha sido, a su muerte, engullido por estos mismos medios, que han convertido el ritual f¨²nebre en un espect¨¢culo planetario. Frente a este nuevo poder parece haber sucumbido, incluso, el ritual milenario que Juan Pablo II reform¨® en la Constituci¨®n de 1996, Universi Dominici Gregis. Su muerte se hizo p¨²blica tras ser certificada por su m¨¦dico personal, que practic¨® al cuerpo sin vida del Pont¨ªfice una prueba cardiotanatogr¨¢fica. El Papa estuvo inconsciente los ¨²ltimos 100 minutos de su vida.
La imagen ha tenido m¨¢s fuerza que todas las palabras y las disposiciones papales y el cad¨¢ver de Juan Pablo II ha sido visto por el mundo entero apenas recompuesto por los embalsamadores, y vestido con los paramentos pontificales, la ma?ana del domingo. Un hecho ins¨®lito en la historia de la Iglesia. La Constituci¨®n wojtyliana no llegaba al extremo de opinar sobre la conveniencia o no de dejar a las c¨¢maras de televisi¨®n entrar en la sala Clementina, una de las m¨¢s majestuosas del Palacio Apost¨®lico, donde el cad¨¢ver qued¨® expuesto, quiz¨¢s porque nadie se hab¨ªa atrevido a imaginarlo. Pero as¨ª fue. Por primera vez en la historia, adem¨¢s, en el homenaje privado al Pont¨ªfice de las altas jerarqu¨ªas eclesi¨¢sticas han sido admitidas las autoridades civiles italianas y el cuerpo diplom¨¢tico acreditado ante la Santa Sede.
El verdadero r¨¦cord de intromisi¨®n en la intimidad del duelo se hab¨ªa producido horas antes, cuando las c¨¢maras fueron autorizadas a penetrar en la capilla privada de Juan Pablo II, donde yac¨ªa su cad¨¢ver antes de ser trasladado a la sala Clementina, rodeado por su entorno polaco. Llorosas, las religiosas que lo han cuidado durante sus 26 a?os de papado -con sor Toviana a la cabeza-; casi inexpresivo, su fiel secretario, el arzobispo Stanislaw Dziwisz, junto al cardenal polaco-ucranio, Marian Jaworski, viejo amigo del Pont¨ªfice, adem¨¢s del sustituto de la Secretar¨ªa de Estado, Leonardo Sandri, el camarlengo, Mart¨ªnez Somalo y el encargado del ceremonial, arzobispo Pietro Marini.
Gracias a las pantallas de v¨ªdeo gigantes instaladas en la plaza de San Pedro y en la V¨ªa de la Conciliaci¨®n, los fieles que acudieron al Vaticano a llorar pudieron contemplar en directo al gran comunicador definitivamente inm¨®vil, con el rostro desfigurado por el dolor y la cabeza, tocada con la mitra de obispo, ligeramente inclinada sobre el hombro derecho.
Para entonces se hab¨ªa iniciado ya la pol¨¦mica sobre el lugar donde el Papa reposar¨ªa definitivamente. Mientras la prensa italiana insist¨ªa en que se mantendr¨ªa la tradici¨®n de enterrarlo en las Grutas Vaticanas, fuentes polacas daban por buena la hip¨®tesis de un regreso del Papa a su pa¨ªs, para ser sepultado en el castillo de Wawel, donde reposan los reyes polacos. A la desesperada, de Polonia lleg¨® otra alternativa, si Juan Pablo II deb¨ªa reposar en Roma, que por lo menos fuera devuelto a la patria su coraz¨®n.
El vaticanista de Il Corriere della Sera, Luigi Accattoli, casi una fuente oficial de la Santa Sede, desment¨ªa ayer en un largo art¨ªculo todas estas hip¨®tesis. El Papa no hab¨ªa manifestado ning¨²n deseo concreto respecto a d¨®nde ser enterrado. Por consiguiente se mantendr¨ªa la tradici¨®n de alojar su cad¨¢ver donde reposan los de otros pont¨ªfices, en la cripta bajo la bas¨ªlica de San Pedro. Sin embargo, y dado que ayer se desconoc¨ªa a¨²n el contenido del testamento de Wojtyla, ?cu¨¢l era la fuente de tan solvente informaci¨®n?
Il Corriere se limitaba a citar fuentes del entorno del Pont¨ªfice. Las mismas que le permit¨ªan rechazar tambi¨¦n como una "invenci¨®n piadosa" la informaci¨®n sobre las ¨²ltimas horas del Papa, seg¨²n la cual, antes de expirar pronunci¨® la palabra "am¨¦n", mientras apretaba la mano de monse?or Dziwisz. En realidad, el Papa estuvo inconsciente los ¨²ltimos 100 minutos de su larga agon¨ªa. Y cuando su coraz¨®n dej¨® de latir, fue su m¨¦dico personal, Renato Buzzonetti, el que certific¨® la muerte, cuyas causas quedaron fr¨ªamente detalladas en un comunicado en el que se dec¨ªa adem¨¢s que el Pont¨ªfice padec¨ªa una "hipertrofia prost¨¢tica benigna", enfermedad com¨²n en los hombres de su edad. A partir de esos datos, el sustituto Sandri comunic¨® la noticia a los fieles congregados en la plaza de San Pedro, mientras que la confirmaci¨®n can¨®nica del fallecimiento no fue realizada por el camarlengo, Mart¨ªnez Somalo, hasta la ma?ana del d¨ªa siguiente.
El pragmatismo se ha impuesto hasta el punto de poner en peligro el cumplimiento de otra norma de la Universi Dominici Gregis, la que fija la celebraci¨®n del funeral por el alma del Papa "entre el cuarto y el sexto d¨ªa" tras su muerte. Ayer, antes de que los 65 cardenales que participaron en la primera Congregaci¨®n General hicieran p¨²blicas sus decisiones sobre las exequias, un oficial eclesi¨¢stico de la Santa Sede anunci¨® que se estaba valorando la posibilidad de posponerlas al s¨¢bado "por problemas de agenda internacional", con lo que la espera habr¨ªa superado el plazo oficial. Los cardenales echaron por tierra esta hip¨®tesis al confirmar la fecha del viernes para la celebraci¨®n del multitudinario funeral y el enterramiento.
Ni que decir tiene que las c¨¢maras de televisi¨®n pudieron filmarles mientras se dirig¨ªan a la sala Bolonia, dentro del Palacio Apost¨®lico, para celebrar la primera reuni¨®n de la Congregaci¨®n General. No es descabellado preguntarse si dentro de no mucho tiempo tendr¨¢n acceso tambi¨¦n al c¨®nclave.
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