El polemista impasible
El reciente fallecimiento del profesor Juan Ram¨®n Lodares ha dejado desolados a sus colegas, alumnos y amigos universitarios, por razones humanas que son bien previsibles y que, por ello mismo, no necesitar¨ªan mayor comentario p¨²blico. Su personalidad intelectual y profesional s¨ª merece, por el contrario, una referencia m¨¢s detenida; con mayor motivo, si cabe, en las p¨¢ginas del diario en el que el profesor Lodares ha desarrollado parte de su actividad cr¨ªtica y divulgadora, relacionada con el trabajo de investigaci¨®n universitaria al que ha dedicado su vida profesional.
Desde los comienzos de su carrera, fiel siempre al magisterio universitario recibido, Lodares opt¨® por entrar en el inc¨®modo y arriesgado debate p¨²blico de ideas y distanciarse en la misma medida del confortable y sosegado quehacer del erudito, m¨¢s inclinado a ocupar su tiempo en sesudas cuestiones de t¨¦cnica filol¨®gica o en complejos problemas de teor¨ªa gramatical. El de las lenguas, las identidades y las culturas es un debate ¨¢spero, confuso y precipitado, poco recomendable para intelectuales apacibles, como era en el fondo el propio Juan Ram¨®n, que adopt¨® y defendi¨® siempre una decidida y valiente actitud cr¨ªtica ante muchas de las ideas asumidas y los lugares comunes en relaci¨®n con la cuesti¨®n de las lenguas, su historia, su expansi¨®n y su uso.
Es precisamente esa funci¨®n desmitificadora de su trabajo la que justifica el tono divulgativo y ensay¨ªstico de la mayor¨ªa de sus escritos, muy diferente del estilo cerebral y denso de los trabajos universitarios. Una de las claves de la eficacia argumentativa del discurso de Lodares radica precisamente en ese estilo ameno, relajado y algo distante, combinado con una cierta iron¨ªa burlona, que constituye a veces el mejor ant¨ªdoto contra el tono vehemente y acalorado que adquiere a menudo la discusi¨®n sobre naciones, lenguas y culturas. Pero ese mismo tono sarc¨¢stico ha provocado m¨¢s de una vez reacciones irritadas y agresivas, que Lodares ha sufrido y afrontado siempre sin perder el aire impasible e imperturbable y la actitud contenida que siempre le caracteriz¨®, tambi¨¦n en lo personal.
Con esa misma relajaci¨®n y naturalidad, Lodares se decidi¨® a afrontar algunos asuntos centrales en la historia ling¨¹¨ªstica peninsular, como el relacionado con los procesos de normalizaci¨®n que se llevan a cabo en varias comunidades aut¨®nomas de Espa?a y las motivaciones sociales, econ¨®micas o ideol¨®gicas que favorecieron la expansi¨®n del espa?ol y de las otras lenguas peninsulares. En relaci¨®n con el presente y el futuro, Lodares nos ha aportado sus razones para considerar que nos acercamos de forma inevitable a una situaci¨®n global en la que predominar¨¢n pocas lenguas con dominios ling¨¹¨ªsticos cada vez m¨¢s amplios y se ha ocupado de analizar algunas de las razones econ¨®micas y pol¨ªticas que dificultan la consolidaci¨®n del espa?ol como lengua internacional. Sus planteamientos son pol¨¦micos y apasionantes en la misma medida y se apoyan en una visi¨®n de la lengua en la que los aspectos funcionales, instrumentales y comunicativos de la lengua reciben una consideraci¨®n primordial, frente a otras visiones del hecho ling¨¹¨ªstico en las que los elementos culturales reciben una mayor valoraci¨®n.
Aparte del drama familiar y del vac¨ªo universitario que acarrea la muerte de Juan Ram¨®n, nos encontramos con una trayectoria intelectual que se trunca fatalmente en el momento en el que la madurez personal habr¨ªa hecho esperables los mejores resultados. Quiz¨¢ no sea aventurado suponer que la figura de Lodares vaya ganando con los a?os el prestigio y la consideraci¨®n que algunos de sus contempor¨¢neos no han querido darle, cuando lleguen tiempos en los que el problema de las identidades peninsulares pueda afrontarse con mayor serenidad.
De momento, tiene el recuerdo y el afecto de todos los que tuvimos la fortuna de aprender de ¨¦l y de disfrutar de su amistad.
Javier Elvira es catedr¨¢tico de Lengua Espa?ola, Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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