Flecha, tercero en la Par¨ªs-Roubaix, ganada por el belga Boonen
Un d¨ªa, durante una presentaci¨®n del Banesto, a Juan Antonio Flecha, joven, ingenuo, le pregunt¨® Perico Delgado que a qu¨¦ aspiraba en la vida. Y Flecha, ciclista, ilusionado, le respondi¨® que su sue?o era ganar el Tour de Flandes. "Y a¨²n me acuerdo de sus carcajadas", dice Flecha. Lo recuerda el catal¨¢n una hora despu¨¦s de haber sido tercero en la Par¨ªs-Roubaix, que es como el Tour de Flandes, s¨®lo que m¨¢s al Sur, cuatro d¨ªas despu¨¦s de que le robaran la Gante-Wevelgem, otra cl¨¢sica flamenca -iba el primero, destacado, y en los ¨²ltimos 500 metros el belga Mattan se aprovech¨® de la rueda de motos y coches para adelantarlo-, una semana despu¨¦s de ser 12? en el Tour de Flandes.
Ayer, en el vel¨®dromo de Roubaix, como hace una semana en la calle principal de Meerbeke, gan¨® Tom Boonen, el espectacular gigante belga, el nuevo rey mundial de las cl¨¢sicas, el jefe de una nueva generaci¨®n, de un nuevo grupo, del que Flecha, orgulloso, tan lejos de su Jun¨ªn (Argentina) natal, de sus sue?os de ni?o que empieza a pedalear, es una pieza importante.
"La fe mueve monta?as", dice Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, que dirigi¨® a Flecha un par de a?os en el Banesto, que disfrut¨® cuando gan¨® una etapa del Tour 2003 con su maillot y cuando le dijo que quer¨ªa seguir su sue?o, ser ciclista de cl¨¢sicas, y que se iba a Italia, al Fassa Bortolo. "Y no se pudo hacer nada. La cultura de cada sitio no se cambia", matiza Ech¨¢varri, director de un equipo a lo espa?ol: carreras por etapas y escaladores.
Ya no es un bicho raro
Dos a?os despu¨¦s, Flecha ya no es un bicho raro, sino un habitual de las carreras duras. "Est¨¢ lloviendo y hace fr¨ªo", dec¨ªa el s¨¢bado por la noche mientras en una libretita blanca apuntaba los ¨²ltimos 15 tramos de adoquinado, de piedras sueltas, de barro, los m¨¢s dif¨ªciles de la Par¨ªs-Roubaix, del infierno del Norte. "Apunt¨¦ todos: Orchies, Carrefour de l'Arbre, los lugares donde se suele decidir la carrera. Y mucho mejor con lluvia. Cuanto m¨¢s duro, mejor". Despu¨¦s charl¨® un rato con George Hincapi¨¦, el gigante neoyorquino del Discovery Channel, el ni?o colombiano que aprendi¨® a amar el ciclismo en Central Park. "No se nos puede escapar", se dijeron.
No se les escap¨® Boonen cuando su equipo lanz¨® el ataque definitivo a 80 kil¨®metros de la meta. Atravesaron juntos el pav¨¦s m¨¢s duro. En un grupo de nueve y luego de cinco y de tres. Hincapi¨¦, Flecha y Boonen. "Yo sab¨ªa que ten¨ªa que atacar porque Boonen iba a ganarnos f¨¢cil si no. Hincapi¨¦ tambi¨¦n lo sab¨ªa. Y nos re¨ªamos al final porque Bruyneel, su director, le dec¨ªa que cuidado conmigo, y a m¨ª, Ferretti, el m¨ªo, que cuidado con Hincapi¨¦", cuenta Flecha por tel¨¦fono. "Pero se me acerca Hincapi¨¦ y me dice: '?Tambi¨¦n t¨² tienes calambres?' Le dije que s¨ª. Y no nos pudimos mover". Y a los dos les gan¨® Boonen.
"He disfrutado tanto...", dice Flecha; "el vel¨®dromo, el podio... Y eso que hace un par de semanas me atropell¨® un coche. Ha sido duro, pero... ?qu¨¦ bonita es la vida!"
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