PP: provincias y promotores
En abril, aguas mil, dice el refranero. Llover no est¨¢ lloviendo mucho pero la cr¨®nica "local" nos ha deparado una cosecha nada despreciable de perlas cultivadas. Una, l'affaire de las provincias en la "vital" reforma de nuestro Estatuto, pertenece a la familia de la estulticia pol¨ªtica. Las otras no son sino muestras -cualificadas, eso s¨ª- de la insaciable voracidad inmobiliaria que se extiende -como la peste del XIV- sin que al parecer nada ni nadie pueda detenerla.
Ante la insistencia del clamor popular, nuestros pr¨®ceres pol¨ªticos decidieron aplazar otras cuestiones de menor inter¨¦s e invertir sus preciadas y preciosas horas en ofrecernos un Estatut "mejorado". El personal se miraba at¨®nito y se preguntaba sobre la raz¨®n de tal prioridad. M¨¢s de uno pensaba -pens¨¢bamos- que lo que hab¨ªa detr¨¢s era el original "no ser menos" pero, acostumbrados, nos desentendimos pronto del asunto, levantando los hombros con indiferencia y pasando p¨¢gina cuando ve¨ªamos titulares referentes a tan trascendental cuesti¨®n.
Y as¨ª han ido pasando semanas y meses y nada hubiera alterado nuestra paz interior de no ser porque, de repente, nos enteramos con gran sorpresa de que todos los grupos parlamentarios hab¨ªan decidido suprimir la referencia a las provincias en el pre¨¢mbulo del "nuevo" Estatut, lo que supon¨ªa un reconocimiento expl¨ªcito de las dudas generalizadas sobre la operatividad de los entes provinciales.
Como quiera que un servidor m¨¢s que duda generalizada hace tiempo que tiene la certeza de la r¨¦mora que suponen esos dinosaurios llamados Diputaciones Provinciales, la noticia me produjo a la vez asombro (no me imaginaba que se atrevieran) y una cierta satisfacci¨®n interior. La moderada dicha dur¨® bien poco. Al PP s¨®lo le hicieron falta 24 horas escasas para "desdecirse". Los Ripoll, Giner, Peralta y De Espa?a sacaron la artiller¨ªa pesada con afirmaciones tan fant¨¢sticas como que las Diputaciones "han sido un mecanismo acertado y asumido por los ciudadanos" y que era rid¨ªculo embarcarse en aventuras comarcales. El propio Camps sali¨® recordando la sagrada Constituci¨®n -dogma de fe como la Sant¨ªsima Trinidad- y la escaramuza se diluy¨®. Estamos como est¨¢bamos pero, eso s¨ª, nos van a aprobar un nuevo estatuto que aumentar¨¢ nuestro "autogobierno" ante la m¨¢s absoluta indiferencia del personal.
Defender que las Diputaciones son un mecanismo acertado y asumido por los ciudadanos y que nuestro "modelo" territorial es el adecuado requiere grandes dosis de estulticia o -en caso negativo- de cinismo. Ninguna de las tres diputaciones soportar¨ªa la auditor¨ªa operativa m¨¢s generosa y todos -menos el PP- saben que son m¨¢quinas de premio en forma de subvenciones que dependen del color pol¨ªtico y ¨®rganos de poder pensados para pagar favores, colocar "desplazados" por las urnas o por las luchas fraticidas y servir de parapeto al estamento pol¨ªtico m¨¢s retr¨®grado. Clientelismo a raudales y caciquismo al m¨¢s viejo estilo. Por cierto que D. Carlos Fabra se ha mantenido en silencio en su virreinato. Es inteligente y debi¨® ver que se trataba de flor de un d¨ªa.
Las Diputaciones ten¨ªan que estar hace ya mucho de florero (hasta que se cambie la dichosa Constituci¨®n) y la gesti¨®n territorial deb¨ªa hacerse con diez o doce governacions de tama?o superior al de la comarca hist¨®rica e inferior al de la provincia. Claro que cuando uno propone cosas de ¨¦stas, la izquierda, en lugar de entrar en temas de eficiencia, empieza por calcular si los baremos de representaci¨®n le convienen o no y por ah¨ª se llega enseguida al "mejor dejarlo estar". Si el PP se aferra a las diputaciones desde el m¨¢s puro inmovilismo, la izquierda (cuando gobernaba) tampoco dio muestras de mucho entusiasmo en la reforma del gobierno del territorio. Si lo hubieran hecho cuando pod¨ªan, otro gallo nos cantar¨ªa.
Dejemos el invento del TBO de las provincias y vayamos a las ¨²ltimas perlas de la cosa inmobiliaria. ?Qu¨¦ cruz, qu¨¦ cruz, qu¨¦ cruz! Miren Vds. Puestos a ser moderado, puedo aceptar que demanda de viviendas haberla, hayla, aunque no sea una demanda "necesaria" sino de ocio/inversi¨®n. Puedo tener la esperanza de que un a?o de ¨¦stos se moderen los precios y haya menos problemas de "acceso". Pero lo que me es m¨¢s dif¨ªcil aceptar es que nos estamos cargando el territorio de forma irreversible (el cemento cien a?os dura) y que, adem¨¢s, las nuevas viviendas generan costes sociales (consumo de agua, eliminaci¨®n de residuos, incremento de motorizaci¨®n privada) que no pagan ni los usuarios ni los promotores de PAI's . Me parece fant¨¢stico que ahora se urbanice antes de construir (y no como en la ¨¦poca del "desarrollo") pero los costes sociales nadie los cuenta y, al final, se pagan.
Cuando Julio Iglesias se fue a Miami no hac¨ªa sino indicarnos el camino a seguir. Ahora lo entiendo. Lamento sinceramente estar contra el progreso y ser un retr¨®grado pero que me ense?en un simple ejercicio de coste-beneficio de esa sociedad de calidad residencial que parece ser nuestro futuro. Y mientras yo pierdo el tiempo escribiendo y vds. leyendo, los hay m¨¢s pr¨¢cticos: las 2.000 viviendas en Benissa promovidas por un hermano de Cotino; los 160.000 habitantes que prev¨¦ alcanzar Almorad¨ª con su nuevo Plan General (ahora tiene 16.000); la en¨¦sima jugada maestra de Soler-hijo (3.500 viviendas "adosadas" a la nueva Ciudad Deportiva del VCF en Riba-roja)... Ser¨ªa de agradecer que la Consejer¨ªa de Vivienda y Medio Ambiente publicara un mapa d¨®nde se grafiaran los PAI's aprobados o en tr¨¢mite desde 1996 y se dieran datos sobre superficies y n¨²mero de viviendas. Yo les busco esponsor porque ?ser¨¤ per diners?
De todas formas, quiz¨¢ lo que m¨¢s me ha preocupado estos d¨ªas son las noticias que llegan desde D¨¦nia donde se ha producido un hecho hasta ahora ins¨®lito: una manifestaci¨®n de promotores/constructores pidiendo la cabeza del gerente de Urbanismo y, de paso, poniendo en un brete al gobierno municipal presidido por la socialista Paqui Viciano. La lentitud en la concesi¨®n de licencias es la punta del iceberg pero en el fondo subyace el malestar porque los honrados promotores tienen derecho al trabajo y quieren seguir manteniendo el crecimiento sostenible en D¨¦nia. L¨¢stima me dan, pobrecillos. Visto el panorama, que la suerte acompa?e a la alcaldesa.
Josep Sorribes es profesor de Econom¨ªa Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
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