?Soy hijo de un terrorista?
Alejandro naci¨® de Peter C¨¢rdenas Schulte, condenado a cadena perpetua en Per¨² por pertenecer al grupo armado MRTA. Se separaron en 1979 y el hijo nunca quiso saber del padre. Ahora ha ido a su encuentro y de ese viaje sin retorno ha nacido un filme, 'Alias Alejandro'.
"?Soy el hijo de un terrorista? ?De un Bin Laden latinoamericano? ?O se trata de un revolucionario, de un Che Guevara? ?Es un mafioso, un criminal despiadado??". Las preguntas borbotean en boca de Alejandro C¨¢rdenas, un joven alem¨¢n como cualquier otro, de 27 a?os, residente en Berl¨ªn, estudiante de cine, que un buen d¨ªa respira hondo y decide descubrir c¨®mo es, en verdad, su padre, del que muchos hablan y al que ¨¦l no recuerda. Y ¨¦ste se llama Peter C¨¢rdenas Schulte, detenido en 1992 por pertenencia al grupo armado peruano Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), condenado a cadena perpetua durante la era presidencial de Alberto Fujimori (1992-2000), encerrado en la c¨¢rcel de alta seguridad de la Base Naval del Callao, en la que comparte d¨ªas, charlas y patio con Abimael Guzm¨¢n, l¨ªder de Sendero Luminoso, y otros cuatro presos.
Alejandro no conoce a su padre; se separaron cuando ten¨ªa dos a?os. No le queda recuerdo. Apenas alguna foto. La vida para este hombre de grandes ojos verdes sigui¨® su curso m¨¢s o menos natural, junto a su madre, la cineasta argentino-alemana Cuini Amelio-Ortiz; con nueva figura paterna, el dibujante H¨¦ctor Navarrete; con el exilio a Italia y Alemania; con una infancia y una adolescencia felices, y esa recurrente sugerencia materna, seg¨²n crec¨ªa: "Cuando quieras, vos pod¨¦s ir a conocerlo, a Peter?". Pero nunca, en dos d¨¦cadas, quiso Alejandro saber de su progenitor. "Un d¨ªa le informamos que ten¨ªa dos hermanastros, que hab¨ªan tenido que irse de Per¨² al exilio, a Suecia, y que si quer¨ªa visitarlos? ?l se neg¨®, era muy chico, 11 o 12 a?os. Y luego, cuando Peter, en el 92, cae preso, le contamos, y ah¨ª, en plena adolescencia, me mand¨® al diablo, me dijo que esa era mi historia y no la suya, que lo dejara en paz", cuenta la madre.
?Por qu¨¦ cambi¨® de idea Alejandro en 2004 y se fue a Suecia, primero, a conocer a sus dos hermanos, y luego a Per¨², a ver a un padre desconocido? "Todo surgi¨® mientras escrib¨ªa el gui¨®n para la pel¨ªcula fin de estudios en la Academia Alemana de Cine y Televisi¨®n; era una ficci¨®n en la que hac¨ªa morir a mi padre. Y me di cuenta de que ah¨ª hab¨ªa un hueco, un vac¨ªo? Que deb¨ªa conocer a Peter para poder llenarlo. ?No pod¨ªa matar bien a alguien que no conoc¨ªa!", bromea desde Berl¨ªn.
Esa evidencia y una carta de Peter C¨¢rdenas, la primera que recib¨ªa en su vida, fueron el germen. La misiva dec¨ªa: "Alejandro, hijo querido?". "?Qui¨¦n es este tipo que osa llamarme hijo y adem¨¢s querido?", se pregunt¨® ¨¦l entonces. "?Qu¨¦ tengo en com¨²n con ¨¦l?". Hab¨ªa llegado el momento de descubrirlo por s¨ª mismo. "Para m¨ª era importante tambi¨¦n entender qu¨¦ sucedi¨® durante los a?os setenta y ochenta en Per¨², en Suram¨¦rica, esa ¨¦poca de violencia pol¨ªtica generalizada, c¨®mo se pudo llegar a ese punto de ver la lucha armada como ¨²nica salida, c¨®mo pudo Peter llegar al MRTA", dice.
Ese viaje de ida o de vuelta, como se quiera, lo document¨® llev¨¢ndose una c¨¢mara all¨¢ donde fue para, al final, armar una pel¨ªcula titulada con el nombre guerrillero que usaba su padre, su propio nombre, Alias Alejandro.
Grab¨® los encuentros con t¨ªos, abuelo o hermanastros seg¨²n se produjeron, y las conversaciones con su madre, a la que se llev¨® a Per¨²: "Era la ¨²nica que pod¨ªa responder a esas cuestiones que no plante¨¦ en 25 a?os". Para ella, dice, el viaje fue m¨¢s importante, incluso, que para ¨¦l: "Como que se quit¨® un peso de encima, al vernos ah¨ª, juntos". Alejandro film¨® las dudas y reflexiones propias, los llantos y risas tambi¨¦n ajenos, la l¨ªnea del paisaje exterior y la que se le fue dibujando con el correr de los d¨ªas y la experiencia en el interior de sus ojos. "Recorr¨ª 11.000 kil¨®metros para llegar a una prisi¨®n, para encontrarme con una persona tras 23 a?os y dejarla ah¨ª, encerrada en un agujero", afirma en uno de sus mon¨®logos.
Rod¨® el ambiente fr¨ªo de las calles de Estocolmo, donde residen sus reci¨¦n conocidos hermanastros, y el m¨¢s c¨¢lido de Lima o Miraflores, las casas burguesas del barrio de San Antonio donde creci¨® su padre; las chabolas del extrarradio o el verde de los campos en la comunidad ind¨ªgena, al otro lado de los Andes, donde su madre trabaj¨® y lo llev¨® de beb¨¦? Grab¨®, sobre todo, muchas preguntas, planteadas a todo aquel que se cruz¨® en su camino: "?C¨®mo era Peter?, ?me parezco a ¨¦l?, ?por qu¨¦ me tuvisteis si lo que quer¨ªa era cambiar el mundo?, ?era sangriento en su lucha?, ?por qu¨¦ los tienen encarcelados con los de Sendero Luminoso si no son lo mismo?, ?qu¨¦ piensas de ¨¦l?, ?t¨² le quieres??".
Aborda, incluso, a gente desconocida por las calles de Lima:
-?Sabe usted qui¨¦n es Peter C¨¢rdenas?
-No.
-No.
-Un congresista -le dice convencido un se?or sentado en un banco con la familia.
As¨ª, unos y otros, le van respondiendo. "Muchas de tus dudas son las m¨ªas", se duele su hermanastra Grete. "?Por qu¨¦ tuvo hijos si ten¨ªamos que estar siempre huyendo?". "Era consecuente, tom¨® ese rumbo y lo sigui¨®. Con todo el amor por los ideales que se necesita para eso. Yo no. Yo no lo tuve", le confiesa Cuini, "? en los setenta los de izquierda est¨¢bamos convencidos de poder cambiar el mundo".
"Te quiere y ha sufrido porque no te ha tenido. Pero si no se hubiera podido dedicar a la pol¨ªtica no hubiera sido ¨¦l", dice Victoria, la nueva esposa de Peter. "Yo era concejala de distrito; fundamos un barrio, 1.600 familias ubicamos, les buscaba comida; detr¨¢s estaba tu padre; yo le quiero con cari?o de pueblo, ¨¦se que tiene la pobreza", cuenta la suegra de Peter, Estella Salas. "?ramos todos surferos, juerguistas, rockeros, ac¨¢, en San Antonio; ¨¦l era m¨¢s social, creo que quiso ser cura", recuerdan amigos de su padre, todos de buena familia.
"No es un terrorista, no; el MRTA era m¨¢s tipo Robin Hood, de asaltar un cami¨®n ac¨¢ para darlo all¨¢. Y claro que me afect¨®; yo tengo mi empresa, mis clientes, y conforme sub¨ªan las actividades del MRTA bajaba mi negocio; pero ?qu¨¦ vas a hacer? No vas a renegar de tu hijo o a poner un aviso en el diario diciendo 'no tengo nada que ver", se r¨ªe su abuelo Luis Luch¨ªn C¨¢rdenas Schulte, publicista de renombre. "Le admiro totalmente", asegura Gabriel, su hermanastro peque?o.
Alejandro escucha a unos y a otros. Contempla v¨ªdeos de la detenci¨®n de Peter, cuando es trasladado en una jaula y la locutora afirma: "Aqu¨ª ven a un asesino por naturaleza". O aquel otro en el que Peter, con gafas, envejecido, pide perd¨®n: "A los que pude dejar sin padre o hijos?, a mis propios hijos? por haberlos dejado sin padre, sin infancia, obligados a vivir en el desarraigo, en el refugio exterior, incluso de la caridad". Y ese guerrillero, que anta?o al chico europeo lo ¨²nico que le parec¨ªa era cool, poco a poco se va llenando de detalles: hombre arisco, callado, lig¨®n, negado para la danza, buen dibujante, tozudo, escritor, un poco machista?
Hizo funcionar su c¨¢mara Alejandro C¨¢rdenas en todos los lugares visitados, menos en el Callao, c¨¢rcel aislada en medio de un pantano. "Estrictamente prohibido", recuerda ahora. "Los momentos all¨ª dentro son para m¨ª, a¨²n hoy, surrealistas. Cuatro veces fuimos. Entras y te trasladan en coche unos 20 minutos; luego atraviesas cuatro puertas y hay un patio abierto, todo sin techo, seis celdas de uno por dos, para Peter, Miguel Rinc¨®n-Rinc¨®n y V¨ªctor Polay, del MRTA, y Abimael Guzm¨¢n, su mujer, Elena Iparraguirre, y ?scar Ram¨ªrez, alias Feliciano, de Sendero Luminoso. Tres cuartos para trabajos compartidos; en uno de ellos, Peter pinta y escribe, lo que le ha permitido permanecer l¨²cido?".
Tras la primera visita, Alejandro, emocionado, suelta: "Es dur¨ªsimo".
Y calla un rato, antes de relatar, ante su madre, sus acompa?antes, lo vivido dentro. C¨®mo anduvo por el corredor y vio al otro lado de la reja a un hombre de blanco que lade¨® ligeramente la cabeza para encuadrarle mejor con la mirada. "Exactamente mi mismo gesto". Y describe el encuentro (ilustrado en el filme por una animaci¨®n estremecedora de su otro padre, H¨¦ctor Navarrete), c¨®mo se miraron, c¨®mo ¨¦l tambi¨¦n inclin¨® la cabeza, se sonrieron, se abri¨® la reja, se dieron la mano.
"Y luego nos abrazamos". Al poco, cuenta, ¨¦l le pregunto: "?Qu¨¦ pens¨¢s ahora de tu hijo?". Y Peter, apret¨¢ndose los ojos con la mano, habla de la separaci¨®n de Cuini, de c¨®mo ella hab¨ªa vivido ya aquella situaci¨®n pol¨ªtica en Argentina y ve¨ªa lo que se avecinaba en Per¨², y se quiso ir y le dijo que quer¨ªa llevarse al hijo, y puntualiza entonces Peter: "Que sepas, Alejandro, que yo ten¨ªa el modo de tenerte, pero si una mujer me viene y me dice 'no me saques el hijo', ?c¨®mo se lo voy a sacar?". Sigue contando Alejandro c¨®mo su padre mira siempre directo a los ojos y eso impresiona, y c¨®mo todos los inquilinos del penal del Callao le esperaban "con la misma ansiedad que Peter, porque all¨ª todos saben de los asuntos de todos". Su padre le present¨® uno a uno. "La mujer de Guzm¨¢n me acerc¨® cigarrillos y chocolate". Alguien pregunt¨®:
-?Te gusta esto?
-Bueno? es mi primera prisi¨®n?
Cuini Amelio-Ortiz sit¨²a a su hijo en el origen de las cosas: "A Peter lo conoc¨ª en la Facultad de Periodismo en 1974, en C¨®rdoba, Argentina. En 1975 nos casamos, yo ten¨ªa 19 a?os? No me preguntes por qu¨¦; ¨¦ramos muy militantes, ten¨ªamos una relaci¨®n m¨¢s pol¨ªtica que otra cosa, decidimos hacerlo porque entonces si la polic¨ªa met¨ªa presos a izquierdistas pareja no casada hablaba de 'concubinos' en la prensa, y esto daba mala reputaci¨®n a las organizaciones, ?mir¨¢ qu¨¦ argumento de mierda!, pero era as¨ª. Nunca hubo el gran amor ni romanticismo, pero ¨¦ramos muy compinches y solidarios, nos gustaba hacer cosas juntos, tipo grafitis pol¨ªticos, panfletear, ir a reuniones, a las f¨¢bricas? Lo de esa ¨¦poca".
Tras el golpe militar en Argentina, a Peter C¨¢rdenas lo amenazan de muerte. "Era abril del 76 y salimos para Per¨². Al a?o naci¨® Alejandro. Yo quer¨ªa tener un hijo y pens¨¦ que mejor tenerlo con un buen tipo, amigo, superguapo, y ¨¦l estuvo de acuerdo. Cuando Ale cumpli¨® un a?o me fui a vivir a Huancayo, en la sierra, a trabajar, y Peter se qued¨® en Lima; ven¨ªa de visita, ya no est¨¢bamos juntos, ¨¦l buscaba la manera de estar activamente pol¨ªtico. Yo, no. Cuando Ale cumple dos a?os, mi padre me avisa que puedo regresar a Argentina. Peter me deja irme con mi hijo, cosa que siempre le agradecer¨¦. Decidimos que me har¨ªa cargo sola de ¨¦l. Y as¨ª fue hasta que Ale cumpli¨® cinco a?os y entr¨® H¨¦ctor en nuestra vida?".
La pel¨ªcula Alias Alejandro, terminada de montar a fines de 2004 y mostrada ya en festivales internacionales, se abre con la sombra de un hombre que abre la puerta de su coraz¨®n para descubrir que dentro hay otro que abre su coraz¨®n y dentro otro que? Y as¨ª, hasta el infinito, puertas, corazones, verjas, c¨¢rceles?
Aparecen entonces las im¨¢genes del asalto del ej¨¦rcito peruano, en abril de 1997, a la Embajada de Jap¨®n en Lima, donde 14 miembros del MRTA manten¨ªan retenidas a 72 personas, su acci¨®n m¨¢s sonada. "Estas im¨¢genes est¨¢n ligadas a mi vida inexorablemente", dice la voz en off de Alejandro. "Muestran el sangriento final del drama de los rehenes? Los rebeldes pertenec¨ªan al MRTA, que exig¨ªa la liberaci¨®n de sus camaradas presos? Ninguno de los asaltantes sobrevivi¨®. Uno de los presos que quer¨ªan liberar era Peter C¨¢rdenas Schulte, presunto n¨²mero dos de la organizaci¨®n. ?l es mi padre".
Por supuesto, no fue liberado. Lleva 13 a?os encerrado, cuatro de aislamiento en una celda en la que le introduc¨ªan por un hueco del techo. "Tuvo que exigir la Cruz Roja que pusieran puerta", dice Sof¨ªa Macher, miembro de la Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n, organismo creado en 2001 y apoyado por el actual presidente del pa¨ªs, Alejandro Toledo, para "esclarecer el proceso, los hechos y responsabilidades de la violencia terrorista y de la violaci¨®n de los derechos humanos producidos de 1980 a 2000 imputables tanto a las organizaciones terroristas como a agentes del Estado".
Tambi¨¦n se entrevist¨® Alejandro con comisionados y asesores. "Nunca fue C¨¢rdenas el n¨²mero dos del MRTA". "Se ha arrepentido y ha afirmado los principios democr¨¢ticos". "Hasta donde s¨¦, no era sanguinario, los medios lo convirtieron en eso". "Deber¨ªa salir". "Es injusto que los hayan metido en el mismo saco que a Sendero", van diciendo Macher, Nelson Manrique e Iv¨¢n Hinojosa. La CVR public¨® sus conclusiones en 2003: hubo 70.000 muertos durante aquel doloroso periodo, la mayor¨ªa campesinos, el Per¨² m¨¢s pobre, m¨¢s andino. ?Responsables? Sendero Luminoso, con un brutal 54%; el aparato del Estado, un 35%; el MRTA, un 1,5%? Se?ala la CVR diferencias entre uno y otro grupo armado, y que el MRTA se abstuvo de atacar a la poblaci¨®n inerme. "Pero tambi¨¦n incurri¨® en acciones criminales, el asesinato, la toma de rehenes, el secuestro y hasta el asesinato de disidentes".
El pasado diciembre de 2004 se reabri¨® el proceso a la c¨²pula emerretista. Peter C¨¢rdenas Schulte termin¨® de comparecer en febrero. En sus declaraciones confirm¨® su ruptura hace un lustro con el MRTA e insisti¨® en que no debe ser procesado por el delito de terrorismo. "No reconozco ese cargo. Nunca he sido, ni soy, ni ser¨¦ partidario del terrorismo como acci¨®n pol¨ªtica".
En la ¨²ltima visita de Alejandro al penal, su padre le pregunt¨® si le guardaba rencor. "No", respondi¨® ¨¦l, "la prueba es que he venido yo a verte". "Conf¨ªa en m¨ª", le pidi¨® el encarcelado en su ¨²ltimo abrazo. Y eso, confianza, cari?os y conversaciones nuevos; su primer largo documental; regalos paternos (cuadros, revistas, conciertos de Jimi Hendrix o Tina Turner); el olor, la luz y el ruido de su pa¨ªs natal; el espanto de una prisi¨®n; la esperanza de que sea positivo lo que salga del juicio en marcha, y una nueva familia, es lo que le queda a Alejandro de este viaje que en realidad no ha hecho m¨¢s que empezar.
?Ah!, y saber, al fin, d¨®nde le nacen ciertos rasgos f¨ªsicos, gestos, man¨ªas. Como su nariz, id¨¦ntica a la de su abuelo Luch¨ªn. O ese entusiasmo que siente desde ni?o por la pintura de Van Gogh. Alguien le cont¨® que, en su aislamiento, su padre se pas¨® noches enteras describiendo un cuadro del pintor holand¨¦s.
?Y c¨®mo responde ahora Alejandro a la pregunta inicial? ?Hijo de terrorista o de Che? "No soy qui¨¦n para juzgar a nadie, y vi¨¦ndome hoy a m¨ª mismo, la lucha armada no es el camino que yo tomar¨ªa. Pero yo soy del Primer Mundo, nunca tuve necesidades, ni viv¨ª grandes injusticias; no s¨¦ c¨®mo habr¨ªa reaccionado yo, all¨ª, en aquella situaci¨®n, en aquel tiempo. No tengo respuesta".
'Alias Alejandro' compite estos d¨ªas en el Festival de Cine de S?o Paulo (Brasil). Informe de la CVR: www.cverdad.org.pe. Datos juicio MRTA: www.pj.gob.pe.
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