La crisis de Legan¨¦s vista por las familias
Hijos y viudas de los enfermos terminales investigados por el fiscal apoyan a los m¨¦dicos - Otras muertes en urgencias de pacientes no terminales llegan a los tribunales tras el eco de la pol¨¦mica
Viven con el dolor de la muerte de un familiar. No ocultan su sorpresa por la virulencia que ha adquirido la crisis del hospital Severo Ochoa. Algunos se quejan de las heridas que la pol¨¦mica ha reabierto. Y, aunque muchos agradecen el trato recibido en la enfermedad y muerte de parejas o progenitores, otros dudan de la actuaci¨®n de los m¨¦dicos.
"S¨®lo tengo palabras de agradecimiento. Mi padre fue tratado durante dos a?os de un c¨¢ncer de p¨¢ncreas y muri¨® en urgencias, acompa?ado de mi madre, yo misma y mis tres hermanos. Recibimos cari?o, informaci¨®n y apoyo", explica Mar¨ªa del Carmen, hija de Obdilio Moru?o, fallecido en noviembre de 2004, y uno de los casos que investiga ahora el fiscal.
"Mi padre entr¨® andando a urgencias. Reten¨ªa l¨ªquidos. Le ingresaron y por la noche no me dejaron quedarme con ¨¦l. Por la ma?ana estaba inconsciente y con convulsiones. Dijeron que hab¨ªa sido un infarto. Muri¨® dos horas despu¨¦s. No me explicaron nada m¨¢s. Creo que lo sedaron, pero no contestaron a mis preguntas". As¨ª recuerda Juliana Mart¨ªn la muerte, en junio de 2004, de F¨¦lix, su padre, de 72 a?os. Es uno de los casos de muerte de enfermos no terminales que, tras la pol¨¦mica, las asociaciones de pacientes planean denunciar.
El Severo Ochoa era hace poco m¨¢s de un mes un hospital medio del sur de Madrid, apenas conocido fuera de la zona. Hoy se encuentra en el epicentro del mayor terremoto de la sanidad p¨²blica en muchos a?os. La intervenci¨®n del consejero de Sanidad de Madrid, Manuel Lamela, iniciada hace cinco semanas, ha tenido unas consecuencias sin posible marcha atr¨¢s: la c¨²pula del centro ha sido destituida, la fiscal¨ªa ha intervenido y la escena pol¨ªtica, sindical y m¨¦dica de Madrid viven una crispaci¨®n sin precedentes.
Las familias de los fallecidos en Legan¨¦s parecen no escapar de este clima, aunque existen diferencias. Las que vivieron las largas y dolorosas enfermedades que llevaron a sus allegados a una situaci¨®n terminal apoyan, casi sin excepci¨®n, a los m¨¦dicos de urgencias. El calor de la pol¨¦mica, sin embargo, ha hecho que las asociaciones de pacientes denuncien otras muertes de enfermos no terminales que acudieron a urgencias por dolencias sin aparente gravedad y que sufrieron repentinos empeoramientos de salud.
La Fiscal¨ªa de Madrid estudia 13 sedaciones aplicadas en el Severo Ochoa a enfermos terminales. La Consejer¨ªa de Sanidad le ha pedido que aclare si existe responsabilidad penal de los m¨¦dicos.
Las 10 sedaciones m¨¢s controvertidas son las que una comisi¨®n del hospital formada por m¨¦dicos calific¨® de "no indicadas", "dudosas" o "excesivas". EL PA?S ha hablado con cinco familias de estos fallecidos, de las que cuatro han querido ofrecer p¨²blicamente su opini¨®n del caso. Este diario tambi¨¦n ha hablado con parientes de 11 de 18 personas que murieron en Legan¨¦s tras recibir cuidados paliativos entre julio de 2004 y el 31 de marzo de 2005.
Segundo Flores muri¨® el 28 de junio de 2004 por las secuelas de un infarto cerebral. Fue sedado. El m¨¦dico que la aplic¨® habla en un informe de muerte cerebral e intensos ahogos. Tambi¨¦n de "signos de dolor sin respuesta al tratamiento pautado y situaci¨®n de agon¨ªa". Sus hijos y su nuera recuerdan "los gestos incontrolados" en el cuerpo de Segundo. "Los m¨¦dicos dijeron que no se iba a recuperar y que estaba sufriendo. Tambi¨¦n, que si le sedaban iba a estar tranquilo. Yo no lo dud¨¦. ?Qu¨¦ sentido tiene sufrir aun m¨¢s cuando vas a morir?", se pregunta su nuera.
Concepci¨®n de Gregorio recuerda la "terrible situaci¨®n" en la que su madre, ?ngela Larren, lleg¨® a sus ¨²ltimas horas de vida tras muchos meses de tratamientos. Est¨¢ agradecida por la "amabilidad y cari?o" que le ofrecieron los trabajadores de urgencias el 16 de junio de 2004. "El c¨¢ncer de pulm¨®n se le hab¨ªa extendido. Sufr¨ªa mucho y sacaba esputos de sangre. Todos sab¨ªamos que iba al hospital a morir. S¨®lo nos quedaba pedir que sufriera lo menos posible y as¨ª se lo dijimos a los m¨¦dicos", explica.
Los familiares de Jes¨²s Ju¨¢rez, muerto por un c¨¢ncer inoperable de est¨®mago, se manifiestan en t¨¦rminos muy parecidos.
Estos tres casos est¨¢n entre los 13 que estudia el fiscal. La Comunidad de Madrid afirma que son sedaciones irregulares. Los m¨¦dicos acusados y los familiares de los fallecidos, sin embargo, los consideran cuidados paliativos consentidos que evitaron el sufrimiento de personas cuyo estado de salud era irreversible y que afrontaban las ¨²ltimas horas de vida entre el dolor y la angustia.
Estas discrepancias se hicieron p¨²blicas el pasado 11 de marzo, cuando Lamela anunci¨® el inicio de las investigaciones. Pero su origen se remonta un a?o atr¨¢s, cuando en el seno de la comisi¨®n que estudia las muertes de pacientes en el hospital se desataron las pugnas entre los m¨¦dicos que la forman. A un lado, la direcci¨®n del centro y un equipo de m¨¦dicos quer¨ªa seguir un protocolo para las sedaciones aplicadas en urgencias. Al otro, los m¨¦dicos de este servicio y los de Anestesiolog¨ªa, que no estaban de acuerdo con el contenido del protocolo (los f¨¢rmacos a utilizar, las dosis y los enfermos que deb¨ªan recibirlas) ni con que estuvieran obligados a cumplirlo en contra de su criterio m¨¦dico.
Mientras se libraba esta soterrada pugna, los enfermos segu¨ªan llegando a las urgencias del Severo Ochoa. Entre julio de 2004 y el pasado 31 de marzo, murieron 104 en ese servicio. Al menos 18 recibieron cuidados paliativos, seg¨²n el registro del hospital.
Las siete familias consultadas se muestran abiertamente agradecidas con el trato recibido en las urgencias de Legan¨¦s. No les falt¨® informaci¨®n sobre el estado de sus allegados, ni sobre los tratamientos recibidos, todos ellos con el preceptivo consentimiento informado. "Un c¨¢ncer de h¨ªgado se llev¨® a mi padre. Pero lo hizo acompa?ado, tranquilo y entre atenciones. Desde el primer al ¨²ltimo momento, los trabajadores y m¨¦dicos de Legan¨¦s nos demostraron ser buenos profesionales y mejores personas", explica Mercedes, viuda de ?ngel Gracia Mart¨ªnez, fallecido a principios de noviembre en el hospital.
Mar¨ªa del Carmen, hija de Obdilio Moru?o, critica la pol¨¦mica. "No me parece bien toda esta inquietud que se est¨¢ generando en la gente. No s¨¦ de donde puede venir el problema. Lo que yo viv¨ª no es lo que se est¨¢ diciendo". Mar¨ªa del Carmen recuerda que los m¨¦dicos le explicaron que, para evitar sufrimientos a su padre, exist¨ªa el recurso de la sedaci¨®n: "Mi madre, mis tres hermanos y yo firmamos el consentimiento".
La viuda de otro fallecido, que pide no citar el nombre, no tiene claro si habl¨® de la sedaci¨®n con los m¨¦dicos: "No lo recuerdo, pero mi marido ya estaba sedado cuando lleg¨® al hospital. Llevaba cuatro meses con morfina en casa. Ten¨ªa un c¨¢ncer de pulm¨®n que le mataba del dolor. Le llevamos a morir al Severo Ochoa".
Este caso, casi calcado del relatado por el hijo de otro fallecido por c¨¢ncer de p¨¢ncreas, es un ejemplo del "consentimiento informado impl¨ªcito", explican fuentes jur¨ªdicas. "Cuando un paciente llega al hospital ya sedado es que recibe este tratamiento por deseo del propio enfermo y de la familia. Si no hay tiempo, los m¨¦dicos entienden que impl¨ªcitamente cuentan con el consentimiento informado".
Otras familias, sin embargo, no ocultan su malestar con el trato recibido en el Severo Ochoa. Son las que han acudido a las asociaciones de pacientes Adepa y Avinesa para que estudien si llevar sus casos a los tribunales. Estas organizaciones tienen m¨¢s de 30 casos sobre la mesa. El Juzgado n? 3 de Legan¨¦s ha admitido a tr¨¢mite una de estas querellas. Dos m¨¢s ser¨¢n presentadas en los pr¨®ximos d¨ªas.
"Lo que buscamos con la querella que ha sido aceptada es que se aclare de una vez lo que sucedi¨® en urgencias", explica Fabiola, hija de un vecino de Legan¨¦s fallecido en 2003 en el Severo Ochoa, informa F. J. Barroso. Este vecino sufr¨ªa la enfermedad obstructiva cr¨®nica (EPOC). Por la ma?ana, se encontraba mal, aunque fue capaz de vestirse solo. Fue al hospital, donde su estado empeor¨®. Muri¨® a las tres de la tarde despu¨¦s de que los m¨¦dicos le suministraran midalozam, un sedante contraindicado en enfermos de EPOC, seg¨²n explica el abogado de la familia.
Antonia Jurado recuerda que sali¨® del hospital pensando: "A mi padre se lo han cargado aqu¨ª". "Entr¨® el 7 de enero para hacerse una radiograf¨ªa. Ten¨ªa fiebre y los pulmones mal. Tardaron horas en urgencias en hac¨¦rsela. A las tres de la madrugada me dijeron que hab¨ªa tenido una crisis. Me desped¨ª de ¨¦l a las cuatro y a¨²n estaba consciente. Cuando volv¨ª por la ma?ana hab¨ªa empeorado, seg¨²n los m¨¦dicos. Estaba inconsciente", a?ade. Antonio Jurado muri¨® a las 16.15 del 8 de enero. Su familia no sabe si fue sedado porque, afirma, no fue informada de ello. Aunque sospechan que s¨ª por el repentino estado de inconsciencia en que le encontraron.
Las versiones de estas familias discrepan de las anteriores. Hablan de m¨¦dicos y enfermeras poco amables, de escasa informaci¨®n y de pacientes que entraron en el Severo Ochoa por dolencias menores y que murieron pocas horas despu¨¦s. Estos casos fueron estudiados por una comisi¨®n del hospital, que no encontr¨® nada irregular en ellos. Tampoco la fiscal¨ªa ha recibido de Sanidad objeci¨®n alguna a la actuaci¨®n de los m¨¦dicos. Pero sus dudas persisten.
"Mi madre ten¨ªa 87 a?os. Llevaba una ¨¦poca cansada y se constipaba mucho, pero estaba bastante bien y ten¨ªa la cabeza pefecta. Entr¨® en urgencias el 15 de febrero a la una de la tarde", explica Adoraci¨®n Cuadrado, hija de Isabel Sard¨®n. "Por la noche estuve con ella. Estaba nerviosa, pero bien. Por la ma?ana estaba inconsciente. El m¨¦dico dijo que hab¨ªa entrado en coma. Muri¨® a las 11".
Ella tampoco recuerda que ning¨²n m¨¦dico le consultara que su madre iba a ser sedada. Admite que ignora si relamente lo fue y se queja de que recibi¨® muy poca informaci¨®n. "Lo que si s¨¦ es que mi madre no estaba para morirse", apostilla.
Las acusaciones del Gobierno de la Comunidad de Madrid a un hospital que ¨¦l mismo gestiona han reabierto heridas y dudas que llevaban meses cicatrizando. "Yo no pienso en los tribunales, pero s¨ª quiero que se aclare todo lo ocurrido", coinciden en se?alar Antonia y Adoraci¨®n.
"Yo, sinceramente, no me creo lo que ahora se dice. No s¨¦ lo que les pas¨® a otros, pero s¨ª vi el trato que recibi¨® mi marido y el cari?o de los m¨¦dicos.", concluye, por el contrario, Mercedes, hija de otro fallecido.
"Ahora ya no s¨¦ qu¨¦ pensar"
Tras m¨¢s de 40 a?os de matrimonio, Trinidad Ortega muri¨® s¨®lo una semana despu¨¦s de enterrar a su marido. Ten¨ªa una buena salud a sus 83 a?os. "Fue una desgracia. Pidi¨® ir al cementerio a retirar las flores secas de la tumba de mi padre. La tumba de al lado recubierta de maleza pero abierta. No lo vimos y cay¨® dentro, desde cuatro metros de altura", recuerda un hijo.
?ste dice que firm¨® el consentimiento informado para que le realizaran un un TAC (prueba diagn¨®stica que eval¨²a las lesiones internas del organismo) en Legan¨¦s. "Tras el TAC nos dijeron que no hab¨ªa nada que hacer, que la hemorragia era irreversible. Cuando la vimos ya estaba sedada por las convulsiones. La verdad es que la primera vez no nos solicitaron consentimiento para sedarla, aunque luego s¨ª lo pidieron para irle administrando morfina. Fue muy duro, pero nos pareci¨® bueno el trato que recibi¨® en el hospital", explica su hijo. "Lo que pasa ahora es que ya no s¨¦ que pensar con todo el revuelo que se ha organizado. Ten¨ªa convulsiones y quiz¨¢ tuvieron que sedarla para hacerle el TAC, pero ahora nos queda la duda", a?ade.
El caso de Trinidad est¨¢ entre los 13 que estudia la Fiscal¨ªa a petici¨®n de Sanidad. El m¨¦dico que aplic¨® la sedaci¨®n defendi¨® en diciembre en un informe la medida ante el "pron¨®stico infausto en breve" de la paciente y su "situaci¨®n de agon¨ªa y signos de dolor". Tambi¨¦n suscribe que ten¨ªa "el consentimiento informado".
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