El c¨®nclave comienza con fumata negra
Los cardenales env¨ªan una se?al de urgencia al optar por las votaciones desde el primer d¨ªa
Una t¨ªmida bocanada de humo negro elev¨¢ndose sobre los tejados del Vaticano, que se fue haciendo poco a poco m¨¢s densa, anunci¨® al mundo poco despu¨¦s de las ocho de la tarde el inicio del proceso para elegir al sucesor de Juan Pablo II. El c¨®nclave hab¨ªa comenzado horas antes, pero hasta que la fumata negra no se alz¨® claramente desde el tejado de la Capilla Sixtina, certificando que los cardenales electores hab¨ªan celebrado ya su primera votaci¨®n, no qued¨® constancia de que la maquinaria electoral estaba en marcha. El color del humo no fue una sorpresa. La primera votaci¨®n es sobre todo t¨¢ctica, y tiene por objeto sacar a relucir todos los nombres con alguna posibilidad de llegar a convertirse en el 265? pont¨ªfice de la Iglesia.
La primera jornada del c¨®nclave envi¨® al mundo, al menos, la se?al de que los cardenales est¨¢n decididos a entrar r¨¢pidamente en materia para proceder a una r¨¢pida elecci¨®n del sucesor de Juan Pablo II. Hasta el final, se mantuvo la inc¨®gnita sobre si habr¨ªa o no votaci¨®n, ya que la constituci¨®n Universi Dominici Gregis deja la decisi¨®n de votar o no en la primera jornada en manos de los propios electores.
La m¨¢s misteriosa y secreta elecci¨®n del mundo, la de un nuevo Papa, se inici¨® a las cuatro y media de la tarde, parad¨®jicamente, con una transmisi¨®n televisiva en directo, hecho ins¨®lito en la historia de la Iglesia. Las c¨¢maras siguieron en directo no s¨®lo la misa matinal que abr¨ªa este periodo electoral, sino la espectacular procesi¨®n que dio paso al c¨®nclave.
Los cardenales, vestidos con la ropa coral, tocados con la birreta y el bonete rojos, avanzaron por los corredores del Palacio Apost¨®lico, cantando las letan¨ªas. La comitiva, con monaguillos, coro, secretarios, ceremonieros y escolta de la Guardia Suiza, parti¨® del Aula de las Bendiciones y lleg¨® en unos minutos a la Capilla Sixtina, donde todo estaba dispuesto para acoger a este curioso cuerpo electoral. Un total de 115 cardenales de 52 pa¨ªses, cuya media de edad se sit¨²a en los 70 a?os. Intimidados por la liturgia y por la magnificencia del escenario, los electores tomaron asiento en las 12 mesas colocadas a ambos lados de la capilla, bajo las im¨¢genes del Juicio Final, tal y como hab¨ªa previsto Juan Pablo II, que en su libro Tr¨ªptico romano, acert¨® a describir con notable exactitud la escena.
A muchos se les ve¨ªa abrumados por la misi¨®n encomendada, elegir un nuevo Papa, en la que todos, salvo dos, son novatos. S¨®lo los cardenales Joseph Ratzinger, alem¨¢n, y el estadounidense William Baum, que recibieron la birreta de Pablo VI, han tenido oportunidad de participar en otros c¨®nclaves, los dos que se celebraron en 1978.
Juramento
Ratzinger, protagonista absoluto de este periodo de sede vacante, lo sigui¨® siendo ayer, no s¨®lo por la ma?ana, como oficiante de la misa matinal pro eligendo pontifice, sino por la tarde, porque en su calidad de decano fue el encargado de invocar el primero la ayuda del Esp¨ªritu Santo, entonando el Veni Creator..., y de leer despu¨¦s el solemne juramento que precedi¨® al inicio del c¨®nclave. "Cualquiera de nosotros que, por la Divina Providencia, sea elegido romano pont¨ªfice, se comprometer¨¢ a desempe?ar fielmente el munus petrinum
[oficio del sucesor de Pedro] como pastor de la Iglesia universal", comenz¨® leyendo en lat¨ªn, bajo la atenta mirada del maestro de ceremonias, Pietro Marini, y de sus dos ayudantes.
Los electores se sumaron a la lectura, desde sus puestos, y una vez concluida, desfilaron ante los evangelios, colocados sobre un reclinatorio, en mitad de la sala, para jurar cada uno individualmente: "Y yo prometo, me obligo y juro. As¨ª Dios me ayude y estos santos evangelios que toco con mi mano".
Terminado el juramento, Marini pronunci¨® las palabras del ritual extra omnes (todos fuera), que parec¨ªan especialmente dirigidas a las c¨¢maras de televisi¨®n en esta ocasi¨®n. Dentro de la Capilla Sixtina quedaron ¨²nicamente los cardenales electores, el propio Marini y el cardenal Tomas Splidik, encargado de pronunciar la meditaci¨®n previa al primer voto. Los dos abandonaron la Capilla minutos despu¨¦s.
Fue el momento de decidir si iniciar o no las votaciones que, en el caso de la primera jornada, suelen tener un valor meramente testimonial. Aunque la mayor¨ªa de los cardenales que entraron en el c¨®nclave se han declarado esperanzados con la posibilidad de una elecci¨®n en breve plazo, est¨¢ por ver que lo consigan si, como afirman la mayor parte de los expertos, nos encontramos en una situaci¨®n similar a la del segundo c¨®nclave de 1978, en el que fue elegido Karol Wojtyla. Un c¨®nclave que se caracteriz¨® por el enfrentamiento entre dos cardenales, Benelli y Siri, que representaban dos l¨ªneas opuestas. Pero cabe la posibilidad de que nos encontremos, en cambio, frente a una situaci¨®n similar a la del c¨®nclave precedente, en el que fue elegido el cardenal Albino Luciani, el ef¨ªmero Juan Pablo I. Luciani fue casi desde el principio el favorito. Exactamente igual que lo es ahora el cardenal de Mil¨¢n Dionigi Tettamanzi.
39 votos
La elecci¨®n de un Papa no es, sin embargo, cosa sencilla. Tettamanzi (o cualquiera que sea elegido) necesitar¨¢ 77 votos, al menos en las primeras 33 o 34 votaciones, para ser proclamado nuevo pont¨ªfice. Lo que significa que bastar¨ªan 39 votos para bloquear su elecci¨®n, al menos en la primera etapa.
La Universi Dominici Gregis prev¨¦ una segunda fase, que se inicia una vez agotados sin ¨¦xito tres turnos de siete votaciones cada uno, con dos pausas de meditaci¨®n de 24 horas entre medias. En esa segunda fase resultar¨ªa elegido aquel candidato que obtuviera la mitad m¨¢s uno de los sufragios. A la vista de la votaci¨®n de ayer, todo apunta a que los electores tienen ya pr¨¢cticamente tomada su decisi¨®n y no ser¨¢ necesario llegar a ninguna pr¨®rroga.
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