Benedicto XVI quiere reunificar a los cristianos
Ratzinger anuncia como objetivo de su pontificado el acercamiento a ortodoxos y protestantes
Benedicto XVI anunci¨® ayer que la uni¨®n con protestantes y ortodoxos constituir¨ªa el principal objetivo de su pontificado. Lo hizo tras una misa oficiada para los cardenales en la Capilla Sixtina, con un discurso en lat¨ªn cuyos temas coincidieron sustancialmente con los elegidos por el fallecido Juan Pablo II en su primer mensaje, el 17 de octubre de 1978: ecumenismo, fidelidad al Concilio Vaticano II, afirmaci¨®n de la importancia de los obispos y promesa de di¨¢logo. El nuevo Papa homenaje¨® a su "venerado predecesor" ("me parece sentir su mano fuerte estrechando la m¨ªa", dijo) y expres¨® un "sentimiento de inadecuaci¨®n" ante la responsabilidad que acababa de asumir.
La promesa de trabajar por la reunificaci¨®n del cristianismo fue la m¨¢s rotunda del primer texto program¨¢tico de Joseph Ratzinger. Asegur¨® que asum¨ªa "como compromiso prioritario" y "como acuciante deber" la "reconstituci¨®n de la unidad plena y visible de todos los seguidores de Cristo".
Hablando de s¨ª mismo en tercera persona, como "el actual sucesor de Pedro", se declar¨® "dispuesto a hacer todo lo posible para promover la fundamental causa del ecumenismo" y a dialogar m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite de lo religioso: "Me dirijo a todos, tambi¨¦n a aquellos que siguen otras religiones o buscan simplemente una respuesta a las preguntas fundamentales de la existencia y todav¨ªa no la han encontrado. Me dirijo a todos", sigui¨®, "con sencillez y afecto, para asegurar que la Iglesia quiere seguir manteniendo con ellos un di¨¢logo abierto y sincero, en busca del aut¨¦ntico bien del ser humano y de la sociedad".
Hubo referencias a los j¨®venes, con quienes se cit¨® el 15 de agosto en Colonia para la Jornada Mundial de la Juventud, y el compromiso de "proseguir con la realizaci¨®n del Concilio Vaticano II", a trav¨¦s de "una autorizada relectura". No fue un discurso rompedor. Ni siquiera estrictamente wojtyliano, porque en su momento, casi 27 a?os atr¨¢s, Juan Pablo II prometi¨® combatir la injusticia, la discriminaci¨®n y la falta de libertades, temas ausentes en las palabras de Ratzinger. Tampoco aparecieron referencias a la maldad de la guerra. Benedicto XVI prometi¨® sobre todo continuismo y buena voluntad, con un tono humilde y apelaciones al "sentimiento de inadecuaci¨®n y de turbaci¨®n humana por la responsabilidad" que le han "confiado". "Sorprendiendo toda previsi¨®n m¨ªa, la providencia divina, a trav¨¦s del voto de los venerados padres cardenales, me ha llamado a suceder a un gran Papa", agreg¨®.
"Me parece sentir su mano"
Las referencias a Juan Pablo II fueron calurosas y abundantes. Calific¨® su elecci¨®n "como una gracia especial concedida por mi venerado antecesor Juan Pablo II". "Me parece sentir su mano fuerte estrechando la m¨ªa, me parece ver sus ojos sonrientes y escuchar sus palabras, dirigidas, en este momento, particularmente a m¨ª: 'No tengas miedo". Se?al¨® que Juan Pablo II le hab¨ªa dejado "una Iglesia m¨¢s valiente, m¨¢s libre y m¨¢s joven" y que la masiva asistencia a su entierro le pareci¨® "una petici¨®n de ayuda dirigida al Papa por parte de la humanidad".
La de ayer debi¨® ser una jornada muy peculiar para Joseph Ratzinger. En un encuentro informal con un grupo de sacerdotes, dentro del Vaticano, coment¨® que no se hab¨ªa habituado a¨²n a su nuevo puesto: "No me veo d¨®nde estoy", dijo con una sonrisa. Hab¨ªa dormido (poco, porque ten¨ªa que preparar el discurso) en su habitaci¨®n de la residencia Santa Marta, hab¨ªa estrenado los ropajes blancos de pont¨ªfice y se encontraba en una situaci¨®n de tr¨¢nsito, porque los apartamentos papales en el Palacio Apost¨®lico, rotos ya los sellos, necesitaban algunas reformas antes de acoger al nuevo inquilino. Por la tarde fue a su antiguo domicilio, en la plaza de la Muralla Leonina, para hacer las maletas y trasladarlas al Santa Marta, su residencia provisional. A la salida, el Papa se mezcl¨® con la gente y salud¨® y estrech¨® manos a cuantos se le acercaban.
Los cardenales tampoco se acostumbraban a verle de blanco. Su amigo y ex alumno Christoph Sch?nborn, arzobispo de Viena, declar¨® ante los micr¨®fonos de Radio Vaticano que nadie sab¨ªa, una vez concluido el c¨®nclave, si seguir trat¨¢ndole de t¨² o pasar al usted. Sch?nborn revel¨® que, pese a todas sus expresiones de modestia, Ratzinger se mostr¨® encantando y feliz al recibir la elecci¨®n. "El nuevo Papa acept¨® de inmediato, de manera decidida y fuerte, su nuevo encargo", dijo el arzobispo de Viena, quien se extendi¨® sobre las razones por las que Ratzinger decidi¨® llamarse Benedicto: "Nos dijo en broma que lo hac¨ªa porque el pontificado de Benedicto XV hab¨ªa sido breve". "M¨¢s en serio", prosigui¨®, "nos explic¨® que Benedicto XV hab¨ªa sido el Papa de la paz en el dif¨ªcil periodo de guerra [la I Guerra Mundial] e hizo tambi¨¦n referencia a san Benedicto de Norcia, padre de las ¨®rdenes monacales, patrono de Europa y hombre de gran fe".
Tambi¨¦n se supo algo sobre el desarrollo de las votaciones secretas que condujeron a la elecci¨®n de Joseph Ratzinger como pont¨ªfice. Cuando un nutrido grupo de cardenales abandonaba el Vaticano, tras la misa inaugural de Benedicto XVI, un periodista de la agencia Ansa pregunt¨® en voz alta si Ratzinger hab¨ªa superado con mucho las 77 papeletas necesarias. Con gestos, varios purpurados indicaron que en la cuarta votaci¨®n hab¨ªan sido muchas m¨¢s de 77. Otro, tambi¨¦n con gestos, pareci¨® expresar que el apoyo a Ratzinger hab¨ªa ascendido con cada votaci¨®n.
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