Ronaldo gana solo
El Real Madrid, con un juego raqu¨ªtico, remonta el partido ante el Villarreal y a¨²n puede so?ar con el t¨ªtulo
Afinado Ronaldo, el Madrid, sin m¨¢s teclas que las del brasile?o, a¨²n puede so?ar con el t¨ªtulo. El equipo est¨¢ tieso, pero ha encontrado la mejor versi¨®n del astro en un momento decisivo del curso. Tan grande es Ronaldo cuando se enchufa, que poco importa que a su alrededor no se genere un gramo de f¨²tbol. El Madrid ha decidido atajar al Bar?a por una v¨ªa antinatural: al estilo italiano, un m¨¦todo desterrado en cien a?os de historia madridista, pero es indiscutible que de momento le ha dado resultado en su asalto al everest de la Liga. El equipo lleva un a?o seco de f¨²tbol, as¨ª que Luxemburgo ha apostado porque se tape las cejas en su ¨¢rea peque?a, ceda el control al rival y cruce los dedos a la espera de que emboquen sus tres delanteros. Un ¨®rdago posible cuando Ronaldo est¨¢ en alza. Un sistema fumigado en el f¨²tbol espa?ol, incluso entre los equipos de cola del pelot¨®n. Al margen de Ronaldo, este Madrid ganador es tan irreconocible que le distingue la brega de Beckham y el anonimato de Zidane, tan hist¨¦rico que se gan¨® la expulsi¨®n con el partido cerrado a su favor.
REAL MADRID 2 - VILLARREAL 1
Real Madrid: Casillas; Michel Salgado, Pav¨®n, Samuel, Roberto Carlos; Borja (Guti, m. 68); Beckham, Ra¨²l, Zidane; Owen (Figo, m. 77) y Ronaldo (Helguera, m. 77).
Villarreal: Reina; Armando S¨¢, Gonzalo, Quique ?lvarez, Arruabarrena (Guayre, m. 81); Riquelme, Josico (Font, m. 86), Senna, Sor¨ªn; Jose Mari y Forl¨¢n (Figueroa, m. 77).
Goles: 0-1. M. 38. Pav¨®n corta una internada de Forl¨¢n y el ¨¢rbitro pita penalti, que transforma Riquelme.
1-1. M. 70. Avance de Zidane por la izquierda y su centro lo cabecea Ronaldo en el poste contrario cuando el bal¨®n casi entra.
2-1. M. 76. Ronaldo centra atr¨¢s y Michel Salgado cruza a media altura.
?rbitro: Gonz¨¢lez V¨¢zquez. Amonest¨® a Arruabarrena, Sor¨ªn, Riquelme, Michel Salgado y Beckham. Y expuls¨® a Samuel, por doble tarjeta, Zidane y Quique ?lvarez.
Estadio Santiago Bernab¨¦u. 80.000 personas.
A Luxemburgo no le ruboriza semejante f¨®rmula. Los marcadores le respaldan y, pase lo que pase, el equipo no se ha convertido en la misma piltrafa que a finales de la pasada temporada. Debe ser por ello que Luxemburgo tampoco se inmuta a la hora de ordenar que un santuario como Chamart¨ªn, minutos antes de iniciarse un partido, sea regado hasta convertirlo en una charca. El mundo al rev¨¦s: al t¨¦cnico brasile?o pareci¨® deslumbrarle el juego de carambolas del Villarreal. Por el contrario, el equipo castellonense no corrigi¨® un mil¨ªmetro su plan. Frente al Madrid expuso el mismo gui¨®n que ante el colista, se dio un empacho de pelota, teji¨® su f¨²tbol cartesiano, se colg¨® de Riquelme y remat¨® m¨¢s bien poco. Casi tanto como el Madrid, que cerr¨® el primer tramo con una sola ocasi¨®n, un disparo cruzado de Beckham, tras un gran pase de Ronaldo, que estuvo en todas. Poco despu¨¦s, lleg¨® el primer latigazo visitante. Riquelme, sin un escolta en toda la noche, descubri¨® un desmarque de Forl¨¢n. Pav¨®n acudi¨® al cruce y barri¨® la pelota y al jugador. Un jugada confusa que el ¨¢rbitro sancion¨® con penalti, decisi¨®n tan discutible como si hubiera tomado la contraria. Riquelme fusil¨® a Casillas e hizo pagar al Madrid su espantosa primera parte.
Cuesta creer que un equipo de abolengo y con una galaxia de jugadores pocas veces vista a lo largo de la historia, deba recurrir a una p¨®cima tan simplota, a un juego tan ulceroso. M¨¢xime cuando va a rebufo del l¨ªder y no le queda otra que llevar la iniciativa. Al Villarreal le entreg¨® todo un tiempo y, cuando se vio por detr¨¢s, no tuvo m¨¢s respuesta que una dosis de adrenalina. Tard¨® una hora en rematar entre los tres postes de Reina -un tirito de Owen-. Unos segundos antes, Riquelme y Forl¨¢n pudieron enterrar definitivamente al Madrid. El argentino se plant¨® cara a cara con Casillas. Un duelo colosal, pero Riquelme, asistente por naturaleza, se ahorr¨® el gol y cedi¨® la pelota al uruguayo, que fall¨® de forma incomprensible. Pese a sus 18 goles, Forl¨¢n no es un matador, no lo ha sido nunca. Es un buen jugador, pero la red no le ilumina la vista, lo que paga el Villarreal, un equipo mucho m¨¢s productivo que eficaz.
Todo lo contrario que el Madrid, que no necesita una gran cosecha para encontrar el gol. Tiene a Ronaldo, al que le basta una bala. El brasile?o ha cogido la onda y poco importa el barbecho que exista a su alrededor. La primera y ¨²nica acci¨®n de m¨¦rito de Zidane fue culminada con un remate de cabeza de Ronaldo, justo cuando el Madrid m¨¢s se sent¨ªa en el cuarto oscuro. Como en estos d¨ªas no hay quien pueda con Ronaldo, tambi¨¦n ¨¦l acudi¨® al rescate cuando Samuel azot¨® a su propio equipo. Reci¨¦n logrado el empate, el central argentino golpe¨® con el brazo a Jos¨¦ Mari, en una jugada intrascendente, en el centro del campo, en tierra neutral. Samuel, que cuando encima pega con todo, fue expulsado. Su descontrol dej¨® al Madrid a la intemperie justo al instante de comenzar la remontada. Y entonces emergi¨® de nuevo Ronaldo, que hizo temblar a todo el Villarreal. Recibi¨® la pelota en el costado izquierdo, entr¨® en el ¨¢rea y se fue al suelo. El ¨¢rbitro no se?al¨® nada, pero los defensas se asustaron y, en vez de dejar que la pelota saliera por la l¨ªnea de fondo, escupieron el bal¨®n de nuevo a los pies de Ronaldo, al que nadie quiso ni soplar. El genio adivin¨® la llegada por el centro del ¨¢rea del jugador menos imaginable: M¨ªchel Salgado, que caz¨® un remate magn¨ªfico. Una jugada que simboliza a este Madrid tan poco reconocible: Ronaldo, por el callej¨®n del once, asistiendo a un lateral defensivo que irrumpe por el nido del nueve. As¨ª es este Madrid, al que incluso con su pobre ecuaci¨®n a¨²n le salen las cuentas. Sigue vivo, muy vivo. Y se lo debe a Ronaldo, que se ha puesto tozudo. Una seria amenaza para cualquiera que sea el l¨ªder.
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