Justicia
El hispanista de Oxford John Rutherford ha sacado una nueva versi¨®n inglesa del Quijote para la editorial Penguin que sustituye a la de J. M. Cohen, can¨®nica durante d¨¦cadas pero ya casi inservible. Ha recurrido incluso al argot actual, como ha explicado a este diario, sobre todo cuando intenta transmitir el lenguaje de Sancho. Si Cervantes escrib¨ªa en el espa?ol de su ¨¦poca, parece obvio que el ingl¨¦s utilizado en una traducci¨®n debe ser el de hoy. ?C¨®mo discrepar?
Las declaraciones de Rutherford me han tra¨ªdo a la memoria la versi¨®n hecha para Penguin en 1949 por otro ingl¨¦s, E. V. Rieu, de la segunda ¨¦gloga de Virgilio, memorable exposici¨®n de las tribulaciones del amor homosexual con un c¨¦lebre primer verso: "Formosum pastor Corydon ardebat Alexim", o sea "El pastor Corid¨®n ard¨ªa por el hermoso Alex". El verbo indica claramente que se trataba de una conflagraci¨®n. Rieu, sin embargo, hace una concesi¨®n lamentable a la remilgada Inglaterra de entonces, y nos asegura, con el que hoy ser¨ªa rid¨ªculo eufemismo, que Corid¨®n "had lost his heart to the beautiful Alexis", como si "perder el coraz¨®n" por otra persona fuera lo mismo que sentir por ella un deseo de los que queman y resqueman.
?Qu¨¦ dif¨ªcil lo han tenido los homosexuales a lo largo de los siglos, con los represores siempre al acecho! Una de las decepciones m¨¢s amargas proporcionadas por el r¨¦gimen de Castro ha sido la persecuci¨®n de los gays, tal vez ahora menos virulenta que hace algunos a?os. Despu¨¦s de las barbaridades perpetradas por las iglesias cristianas (y por Hitler) contra los sexualmente no convencionales, uno hubiera esperado de los comunistas m¨¢s humanidad, m¨¢s piedad. Pero no, el machismo es el machismo y sus ra¨ªces son largas y tenaces.
?M¨¢s en Espa?a y en sus ex colonias que en otros pa¨ªses de nuestro entorno inmediato? Ser¨ªa arriesgado afirmarlo. La brutalidad con la cual se alude aqu¨ª tan a menudo a los homosexuales, de todas maneras, llama mucho la atenci¨®n. Hace unos meses me toc¨® escuchar, en un bar sevillano, a un sujeto contando en voz alta chistes de "maricones" (la palabra resonaba por el recinto), sin tener en cuenta para nada la sensibilidad de los dem¨¢s clientes. No se trata de un caso infrecuente. Al contrario. Y, si es as¨ª ahora, se puede imaginar c¨®mo estar¨ªa el patio en los a?os veinte y treinta (y no hablemos del franquismo). Una amiga m¨ªa fue alumna de Gerardo Diego. Seg¨²n ella, el poeta no pod¨ªa referirse a Lorca en clase sin lamentarse de su "enfermedad" (que nunca especificaba). Sabemos por Jos¨¦ Moreno Villa (y otros) que en la mism¨ªsima Residencia de Estudiantes no era nada f¨¢cil ser homosexual. Apenas hay p¨¢gina de Cernuda -que no ten¨ªa las tablas sociales del granadino ni su facilidad para enmascarar- donde no sintamos la angustia de su condici¨®n de excluido. Hoy mismo est¨¢n escandalizados en Nicaragua porque Blas Matamoro ha sugerido en su libro sobre Rub¨¦n Dar¨ªo que el vate tal vez no fuera todo lo "hetero" que se quisiera. ?C¨®mo cansan los machos, con sus tacos y su desprecio y su jactancia y su insistencia testicular! Y c¨®mo alivia la valent¨ªa de este Gobierno, que ha vuelto a hacer justicia.
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