Pasear por las nubes
El centro comercial Xanad¨² integra en su oferta de ocio los vuelos en globo
Cuando un globo atraviesa una nube el pasajero nota algo raro en las tripas. De pronto se siente humedad y al segundo, el globo navega en un mar de blanco y se forman peque?os arco iris "como si algo m¨¢gico hubiera pasado", explica Miguel Duque, piloto de globos aerost¨¢ticos.
Ayer no hab¨ªa nubes en Arroyomolinos (a 20 kil¨®metros de Madrid), de donde sali¨® el vuelo de presentaci¨®n de los paseos en globo del centro comercial Xanad¨². Esta actividad se suma a su oferta de ocio, que incluye el parque de nieve, un circuito cubierto de karts y otras atracciones.
Para dar un paseo por las nubes se necesita una gorra, una chaqueta, calzado deportivo, dejar el miedo en tierra y, en este caso, 150 euros por persona. El resto lo inventaron los hermanos Montgolfier en 1783. Entonces montaron un pato, una cabra y un gallo en una cesta, le ataron una bolsa enorme de papel de seda y consiguieron que volara. Acababan de inventar el globo aerost¨¢tico. Despu¨¦s de 222 a?os, su ingenio no ha evolucionado demasiado. La barquilla -canasta en la que viajan los pasajeros- es a¨²n de mimbre, el material que mejor absorbe los golpes. La vela ha cambiado el papel de seda por el nailon aunque se infla, como entonces, con 3.000 metros c¨²bicos de aire que se calienta y hace subir la nave.
Para volar en globo hay que ser madrugador. La cita es a las ocho, ya que es a primera hora de la ma?ana cuando el fluido de la atm¨®sfera sobre el que se desliza el globo, como un velero, es m¨¢s estable. Los pasajeros participan en el inflado de las velas, de m¨¢s de 20 metros de alto, y en cada barquilla viajan cuatro personas con un piloto. El globo se levanta del suelo, se desprende el anclaje y comienza el vuelo, con destino incierto. "Se sabe de d¨®nde salimos, pero nunca d¨®nde vamos a aterrizar; depende de los vientos", explica Duque. La subida es suave, como en un ascensor o una pompa de jab¨®n que flota en el aire. En estos viajes se sube hasta 300 metros de altura -aunque un globo puede alcanzar los 5.000-, pero las sensaciones de v¨¦rtigo y velocidad desaparecen.
La tranquilidad del vuelo, que recorre unos 10 kil¨®metros en una hora, s¨®lo se enturbia con los ladridos de un perro a lo lejos y los fogonazos de los quemadores de propano que calientan el aire. Al sobrevolar Arroyomolinos y Navalcarnero se dibujan los campos y pinares de manera desordenada. El piloto maneja el globo con precisi¨®n: baja a las copas de los ¨¢rboles, sube y lo saca de una corriente que lo arrastra hacia los pinos.
Llega el aterrizaje. "?Todos abajo!". Los viajeros, en cuclillas, se agarran y sufren un peque?o tambaleo dentro de la cesta. "?Vamos a volcar!". Afortunadamente, la amenaza del piloto no se cumple. Un brindis con cava es el broche perfecto para el paseo por las nubes.
M¨¢s informaci¨®n, tel. 91 859 61 21 y www.vuelaenmadridxanadu.com
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