?Agricultura o desarrollo rural?
Era un secreto a voces desde hace a?os y parece como si se acabara de conocer: la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n (PAC), que a¨²n retiene el 46% del presupuesto comunitario, est¨¢ provocando una enorme p¨¦rdida de cohesi¨®n social y territorial en la Uni¨®n Europea. Pero no se trata s¨®lo de que las ayudas est¨¦n muy mal repartidas entre beneficiarios, tal como diversos informes p¨²blicos vienen ya denunciando, sino de los efectos perversos que las sucesivas reformas de la PAC est¨¢n provocando.
Concretamente, los propios informes de la Comisi¨®n ponen en evidencia que, si bien ha existido siempre un elevado grado de acaparamiento de los subsidios por parte de las explotaciones de mayor dimensi¨®n econ¨®mica, con las reformas, este acaparamiento se ha incrementado a favor de las de mediano y, sobre todo, gran tama?o. En Espa?a, por ejemplo, a partir de la reforma de 1992 las explotaciones medianas duplicaron sus resultados econ¨®micos y las grandes y muy grandes casi los triplicaron.
?Qu¨¦ sentido tiene mantener el dise?o actual de una pol¨ªtica que no impide la desaparici¨®n de la actividad agraria?
Ni la PAC asegura ya el desarrollo econ¨®mico del medio rural en su conjunto, ni ¨¦ste depende ya de la agricultura
Igualmente, desde una perspectiva territorial, la concentraci¨®n de las ayudas se ha producido en regiones econ¨®micamente avanzadas, que cuentan con las explotaciones m¨¢s productivas. De otro modo, los niveles de apoyo en muchas zonas rurales econ¨®micamente atrasadas son cada vez m¨¢s reducidos, dado el tipo de explotaciones predominantes en ellas. En Europa, por ejemplo, en la ¨²ltima d¨¦cada las explotaciones m¨¢s peque?as han reducido su participaci¨®n en los resultados econ¨®micos, en el empleo y en la superficie agraria (una ca¨ªda de 10 puntos) frente a las explotaciones muy grandes (que la han duplicado).
En este marco, numerosos expertos se?alan ya abiertamente esta pol¨ªtica como carente de justificaci¨®n en la actualidad, mientras las encuestas de la propia Comisi¨®n Europea empiezan a mostrar que s¨®lo una minor¨ªa de ciudadanos considera que la PAC cumple sus diferentes objetivos. Porque, ?qu¨¦ sentido tiene mantener el dise?o actual de una pol¨ªtica que no est¨¢ impidiendo la desaparici¨®n de la actividad agraria en numerosas zonas rurales, al tiempo que permite alcanzar resultados anuales millonarios a una minor¨ªa de "agricultores" en un n¨²mero cada vez m¨¢s limitado de zonas?
Efectivamente, ni la PAC asegura ya el desarrollo econ¨®mico del medio rural en su conjunto, tanto en Espa?a como en la Uni¨®n Europea, ni ¨¦ste depende ya b¨¢sicamente de la agricultura. Por el contrario, el desarrollo rural es multisectorial y se basa en la diversificaci¨®n de actividades y en la puesta en valor de los recursos existentes en el propio medio rural. Y para lograr este desarrollo hacen falta medidas pol¨ªticas de mejora de infraestructuras y equipamientos, de fomento de inversiones p¨²blicas y privadas, de est¨ªmulo de actividades con mayores niveles tecnol¨®gicos y m¨¢s elevada productividad y, sobre todo, hace falta asegurar la presencia de un capital humano suficiente y de calidad en las zonas rurales.
Pues bien, la PAC es una pol¨ªtica que solamente dedica un 1% de su ingente presupuesto a medidas de desarrollo rural no exclusivamente agrarias, medidas que en la UE han estado apoyadas, aunque insuficientemente, por la otra gran pol¨ªtica europea, la Pol¨ªtica de Cohesi¨®n. Por ello, cuando nos encontramos ante una nueva Uni¨®n Europea ampliada mucho m¨¢s rural, que abarca a m¨¢s del 90% del territorio y a cerca del 60% de su poblaci¨®n, cabe preguntarse qu¨¦ sentido tiene seguir apoyando tanto la agricultura en lugar del desarrollo del medio rural, cuya renta per c¨¢pita se encuentra hasta 30 puntos por debajo de la media europea.
La respuesta reside principalmente en la presencia de unos lobbies agrarios y empresariales que ejercen una decisiva influencia sobre numerosos gobiernos y sobre la propia Comisi¨®n. Con todo, ante una PAC cada vez m¨¢s deslegitimada, no se trata de proponer su supresi¨®n, sino justamente la necesaria concentraci¨®n de las medidas pol¨ªticas en favor de unos colectivos sociales y unos territorios realmente necesitados de apoyo. Habr¨ªa que ayudar preferentemente a la agricultura de menor dimensi¨®n econ¨®mica (territorial) y en las zonas rurales econ¨®micamente m¨¢s atrasadas, en lugar de a una agricultura de gran tama?o (comercial) y en unas zonas rurales poco o nada necesitadas de apoyo. De lo contrario, la pervivencia de esta PAC se considerar¨¢ cada d¨ªa m¨¢s indefendible.
En definitiva, en la Europa actual el desarrollo rural deber¨ªa ser ya una nueva prioridad pol¨ªtica, y no tanto la agricultura. Sin embargo, hasta el presente en la UE no ha existido una pol¨ªtica rural com¨²n. Un conjunto de medidas, mayoritariamente provenientes de la Pol¨ªtica de Cohesi¨®n y en mucha menor medida de la PAC, han atendido escasamente al desarrollo econ¨®mico de las zonas rurales. Algunos pa¨ªses han suplido esta carencia con pol¨ªticas nacionales, mientras otros, como Espa?a, se han limitado a aplicar las medidas comunitarias existentes. Del mismo modo, es un espejismo considerar que las abultadas carencias de las extensas zonas rurales de los nuevos Estados miembros se van a superar cuando tengan acceso pleno a las ayudas de la PAC.
Pero el futuro de las pol¨ªticas europeas para el medio rural tampoco es esperanzador. Mientras que las ayudas de la PAC, mediante un nuevo tipo de "pago ¨²nico y desconectado de las producciones" (verdadero "fondo de comercio" negociable), se encuentran consolidadas hasta 2013, las medidas de desarrollo rural no agrarias han disminuido en la nueva Pol¨ªtica de Cohesi¨®n y se sit¨²an como un peque?o ap¨¦ndice de la nueva PAC, con un presupuesto d¨¦bil y condicionado por el acuerdo financiero que adopte la nueva Uni¨®n a partir de 2007. As¨ª, en el futuro la pol¨ªtica rural depender¨¢ fundamental y subsidiariamente de los Estados.
Mientras tanto, en Espa?a seguimos a la espera de que el nuevo Gobierno traslade a su agenda pol¨ªtica la promesa electoral de llevar a cabo una "pol¨ªtica rural de Estado". Se trata sin duda de una oportunidad hist¨®rica que no deber¨ªa perderse por muy diversas razones. Porque hay que adelantarse a la paulatina desaparici¨®n de la PAC actual y a sus consecuencias, porque no es aceptable dedicarse a mantener el statu quo del pasado como principal estrategia pol¨ªtica agraria y rural de futuro, tal como hizo el anterior Gobierno (no se trata tanto de cu¨¢nto recibe Espa?a como para qui¨¦nes y para qu¨¦), y, sobre todo, porque es absolutamente necesario promover una verdadera pol¨ªtica de desarrollo econ¨®mico del medio rural hasta hoy inexistente.
Jes¨²s G. Regidor es profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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