"No me explico c¨®mo pudimos salir vivos"
Un grupo de 200 espa?oles llega a Austria para celebrar el 60? aniversario de la liberaci¨®n del campo de concentraci¨®n de Mauthausen
A su alrededor hay 200 personas ansiosas que les acosan a preguntas, pero ellos no se cansan de recordar una y otra vez su horror. Son supervivientes de Mauthausen, y est¨¢n cumpliendo el compromiso que asumieron el d¨ªa que se liber¨® el campo, hace ayer 60 a?os. "Prometimos que dedicar¨ªamos el resto de nuestra vida a contar el Holocausto. Para evitar el olvido, para impedir que se repita. Mientras quede vivo uno de nosotros, no podr¨¢n decir que eso no existi¨®. Yo estuve all¨ª, y s¨¦ lo que fue, aunque parezca incre¨ªble", explica Francisco Batiste, de Vinaroz (Castell¨®n).
Lo cuenta en la Embajada espa?ola en Viena, adonde lleg¨® ayer una expedici¨®n de 210 personas organizada por la Amical de Mauthausen, la asociaci¨®n que promueve el recuerdo de la deportaci¨®n espa?ola, para participar en los actos del 60? aniversario de la liberaci¨®n del campo de concentraci¨®n donde murieron entre 110.000 y 150.000 personas, m¨¢s de 5.000 espa?oles, cifra que llega hasta los 200.000 si se tienen en cuenta los campos sat¨¦lite. La ceremonia principal, el domingo, contar¨¢ con la presencia del presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.
Zapatero asistir¨¢ el domingo a la conmemoraci¨®n de la liberaci¨®n del campo
"Era el infierno. S¨®lo ve¨ªamos muerte todo el tiempo", relata un superviviente
Entre esas 200 personas hay muchos j¨®venes. Algunos son nietos de deportados; otros, la mayor¨ªa, estudiantes de institutos de diferentes puntos de Espa?a que realizan un trabajo con los supervivientes. De ¨¦stos hay muy pocos. Apenas tres ayer, aunque el domingo habr¨¢ m¨¢s. Poco a poco van muriendo, y dejan a sus viudas o hijos, que acuden en su nombre cada a?o. "Hace 10 a?os ven¨ªamos 40 personas, 10 de ellas deportadas. Ahora cada vez quedan menos supervivientes, pero viene m¨¢s gente. Eso es estupendo", se alegra Josep, el marido de Pilar Molins, que perdi¨® a su padre en el campo. No pudo conocerle. "Cada a?o vengo para hacer el mismo peregrinaje que ¨¦l, para llorar en el mismo lugar donde muri¨®", se emociona Pilar.
Alrededor de otro superviviente, Eusebi P¨¦rez, un catal¨¢n de Vilafranca del Pened¨¨s que tuvo que huir y vive desde hace m¨¢s de 50 a?os en Venezuela, se arremolina un grupo de curiosos que escuchan sus historias inhumanas, pero se r¨ªen, porque ¨¦l aplica la iron¨ªa de quien lo ha vivido todo. Eusebi acude con su hijo, que nunca ha visto el campo de concentraci¨®n donde debi¨® morir su padre, que se salv¨®, como todos, de milagro. "Era cuesti¨®n de suerte. Te mataban por quitarte la gorra demasiado despacio. Te mor¨ªas de hambre o de fr¨ªo. Yo perd¨ª 25 kilos en los dos primeros meses. Lo llam¨¢bamos la ofensiva. Te destrozaban al principio, te pegaban, no com¨ªas, todo para ver qui¨¦n era fuerte, qui¨¦n pod¨ªa trabajar. S¨®lo ¨¦se les interesaba un poco, mientras durara. La ¨²nica manera de salvarse era caerle en gracia a alguien. De m¨ª se enamor¨® un oficial homosexual, aunque no me toc¨®. Y me sac¨® de la cantera para llevarme a donde se constru¨ªan las bicicletas para ellos. Eso me salv¨®, porque estaba a cubierto todo el d¨ªa. En invierno se trabajaba a 20 grados bajo cero, sobre la nieve, con chancletas de madera. Era casi imposible aguantar m¨¢s de seis meses", cuenta. "Yo me salv¨¦ por mentir. Era marinero, pero dije que sab¨ªa picar piedra. Y all¨ª fui, a subir todos los d¨ªas los 186 escalones de la famosa escalera", explica Batiste.
Cuando empiezan a contar el horror, cuando ense?an las fotograf¨ªas de los miles de cad¨¢veres, todos le preguntan lo mismo: ?c¨®mo hac¨ªan para sobrevivir? Pero ellos mismos no tienen explicaci¨®n, aparte de su fortaleza f¨ªsica y la suerte. "Todav¨ªa hoy nos juntamos los supervivientes y nos preguntamos unos a otros c¨®mo pudimos salir vivos de all¨ª. Yo a¨²n no me lo explico", dice Francisco Batiste. Algunos se les acercan con fotos de familiares muertos, para obtener alguna noticia, sin ¨¦xito. "All¨ª nadie pensaba nada m¨¢s que en sobrevivir. No nos conoc¨ªamos, no pregunt¨¢bamos por los dem¨¢s, nos hab¨ªan vuelto mezquinos, inhumanos. De mi comarca hubo 28, pero me he enterado la semana pasada", cuenta Eusebi. "S¨®lo quer¨ªamos vivir, que le tocara a otro la muerte", insiste.
Francisco se pone triste al hablar de la deshumanizaci¨®n. "Era el infierno. S¨®lo ve¨ªamos muerte todo el tiempo. Ya te daba igual. Hasta hac¨ªamos chistes. Llam¨¢bamos paracaidistas a los que eran empujados al precipicio de la cantera. A m¨ª a veces me tocaba llevar cubos con 50 kilos de comida. Y pasabas en medio de miles de personas fam¨¦licas, con una cuchara, que esperaban que te tropezaras para comer lo que cayera al suelo. Tantos a?os pasamos as¨ª, que cuando nos liberaron, muchos asaltaron los almacenes y no pudieron controlar el ansia de comerlo todo. Murieron a los pocos d¨ªas, porque su cuerpo no estaba preparado para eso, despu¨¦s de a?os de hambre. Pero nadie pod¨ªa pararlos", se excusa Francisco.
La Amical acude a Mauthausen todos los a?os. Pero ¨¦ste es especial. "Puede que sea el ¨²ltimo viaje para los supervivientes", se preocupa Francisco. Se cumplen 60 a?os y, por primera vez, estar¨¢ all¨ª un presidente del Gobierno espa?ol, esa patria que no reclam¨® a los supervivientes porque no los consideraba ciudadanos suyos. "Los espa?oles fuimos los primeros en entrar en Mauthausen y los ¨²ltimos en salir, porque ning¨²n pa¨ªs nos reclamaba, hasta que un mes despu¨¦s de la liberaci¨®n, Francia se hizo cargo", recuerda Francisco, ciudadano franc¨¦s. Muchos no han podido venir porque no est¨¢n en condiciones. De hecho, Enric Marco, presidente de la Amical y superviviente de Flossenburg, tuvo que regresar ayer a Barcelona por una enfermedad. Esta misma semana se mostraba orgulloso del homenaje "a los mejores ciudadanos de Espa?a".
Hay quienes nunca han querido volver, como Jaume ?lvarez, que a sus 86 a?os prefiere seguir el homenaje desde Barcelona. Hace poco explicaba el motivo de su decisi¨®n: "Cuando sal¨ª por esa puerta me jur¨¦ a m¨ª mismo que nunca volver¨ªa a cruzarla. Tambi¨¦n me hab¨ªa jurado que sobrevivir¨ªa. Las promesas hay que cumplirlas".
A vueltas con las dos banderas
Han pasado 60 a?os, pero las banderas siguen siendo muy importantes para los que casi murieron por defenderlas. Por eso los supervivientes de Mauthausen, fieles a la tricolor republicana, ponen cara de circunstancias cuando se les explica que, junto a ella, este a?o estar¨¢ tambi¨¦n la constitucional. Muchos en el grupo que acude al homenaje recelan, sobre todo los familiares de los que murieron por ser republicanos, enviados a Mauthausen como "espa?oles rojos" tras una petici¨®n de Serrano S¨²?er, el cu?ado de Franco, al r¨¦gimen nazi.
Para algunos, la bandera constitucional no deja de ser la misma que portaban "los nacionales" con un escudo diferente. Y esa herida no se puede cerrar. Por eso han aceptado s¨®lo a rega?adientes la solicitud del Gobierno de que en el monumento "a los republicanos espa?oles" a la entrada del campo est¨¦n las dos banderas. "Miraremos para otro lado. Nosotros en la solapa, en nuestros palos, llevaremos la republicana, y trataremos de no ver esa otra. Pero bueno, esto es as¨ª, basta con que no nos proh¨ªban usar la nuestra", explica Josep Galobardes, yerno de un deportado.
Los dos supervivientes que viajaban ayer con el grupo eran m¨¢s comprensivos. "Lo importante es que acuda el presidente del Gobierno, para nosotros eso es un honor. Lo de las banderas es lo de menos", asegura Francisco Batiste. Todos est¨¢n emocionados con la idea de recibir un homenaje del jefe del Ejecutivo y se quejan de que, hasta hace bien poco, casi nadie les hiciera caso. "M¨¢s vale tarde que nunca", sentencia Marcel¡¤l¨ª Garriga, superviviente de Buchenwald, de 89 a?os. Batiste tiene la medalla de su pueblo, Vinaroz. Tambi¨¦n hubo all¨ª un problema de banderas. Hicieron un monumento a los siete paisanos que murieron en Mauthausen, y hab¨ªa pol¨¦mica con la bandera que deb¨ªan poner.
Para evitar dejar fuera "a la mitad del pueblo, que vota al PP y no quiere ni ver la republicana", Batiste encontr¨® una soluci¨®n salom¨®nica. "Propuse, y se acept¨®, que la ¨²nica ense?a posible es el tri¨¢ngulo azul con una S de Spanien que nos pon¨ªan a todos en la solapa en Mauthausen. Y as¨ª logramos que todos estuvieran de acuerdo. No es tiempo de divisiones, es tiempo de homenajes a los muertos, que se lo merecen. Nosotros al menos sobrevivimos", sentencia.
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