La invenci¨®n de una nueva edad
Cada vez vivimos m¨¢s a?os. ?Los vivimos mejor? A mitad de este siglo, los mayores representaremos un tercio de la poblaci¨®n. El gran reto ahora es reinventar la vejez, dotarla de dignidad y significado. EPS se acerca a algunos de los que han llegado sanos y salvos a esta nueva cuarta edad.
Mientras m¨¢s envejezco m¨¢s me queda de vida". Lo dice en verso Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald. Y este poeta de 79 a?os est¨¢ en lo cierto: cada d¨ªa que pasa ara?amos un poco m¨¢s de tiempo a la vida. Algo que saben muy bien Antonio Zugasti, Norman Harrison, Mari Luz Hern¨¢ndez, Luis Maynard, Emilio Clota o Llorenc Fontova, protagonistas de este art¨ªculo, como bien lo podr¨ªa ser usted mismo, su padre, su abuelo o alguno de sus vecinos o conocidos. Estamos acostumbrados a mayores de cine (Clint Eastwood), de televisi¨®n (Mar¨ªa Galiana), de la arquitectura (el nonagenario Oscar Niemeyer), la m¨²sica (Yoko Ono), la Iglesia (el nuevo Papa Ratzinger) o la pol¨ªtica, Manuel Fraga que con 82 se presenta a las elecciones gallegas. Famosos, intelectuales, pol¨ªticos, artistas? Pero, la vejez ha dejado de ser experiencia de una minor¨ªa. La novedad ahora son los casi ocho millones de espa?oles an¨®nimos que dejaron atr¨¢s hace mucho esa barrera existencial de los 65. Edad de la jubilaci¨®n. El fin. Hoy, ah¨ª se sigue cerrando una etapa, s¨ª, la laboral, pero tambi¨¦n se abre un mundo, aquel que permite a muchos cumplir los 70, los 80, los 90? Una cuarta edad. Y cumplirlos bien, en perfecto estado de revisi¨®n, gracias al desarrollo del siglo XX; a los avances econ¨®micos, en educaci¨®n, higiene, nutrici¨®n, atenci¨®n sanitaria, etc¨¦tera.
En Norteam¨¦rica, donde son casi 80 millones, dicen que los llaman woof (well-old older folks), mayores de buen ver, para entendernos, los que est¨¢n frescos como una rosa. "Se suele evaluar el envejecimiento de la poblaci¨®n como un problema. Pero conviene resaltar que lo que expresa este envejecimiento es el ¨¦xito de nuestra sociedad", afirma Roc¨ªo Fern¨¢ndez-Ballesteros, catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa y directora de programas en Gerontolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, como el de Vivir con vitalidad, que plasm¨® en una colecci¨®n de publicaciones en 2002.
?Un ¨¦xito hacerse viejos? Veamos. ?Ha mejorado la percepci¨®n social en Espa?a sobre los antes llamados viejos, luego tercera edad y ahora mayores?, preguntamos a Fern¨¢ndez-Ballesteros. "En 1992 realizamos un estudio sobre estereotipos sobre la vejez y el panorama fue de lo m¨¢s desolador. La gente entonces, de cualquier edad y condici¨®n, consideraba que el ser mayor de 65 era raz¨®n suficiente para estar enfermo, ser incapaz, estar senil y otras muchas condiciones negativas. Creo, bas¨¢ndome en muestras actuales, que en el ¨²ltimo lustro el panorama ha cambiado enormemente, aunque debemos seguir luchando contra percepciones inadecuadas e irreales. La vejez es la edad de la vida en la que existe m¨¢s variabilidad y cuando uno ha visto a un viejo ?s¨®lo ha visto un viejo!", cuenta.
Evidencia f¨¢cil de comprender si se tiene delante a un hombre como Luis Maynard Escart¨ªn, protagonista de la portada.
01 El sue?o de volar. "Independientemente del momento biogr¨¢fico de la vida, de los a?os, de las limitaciones f¨ªsicas, del estado de salud?, la vejez comienza cuando se pierden las ilusiones, el futuro, los proyectos", se lee en el libro Envejecimiento y mundo rural (Fundaci¨®n Encuentro, 2002). Luis Maynard tiene 86 a?os. Naci¨® en Barcelona, es jubilado del Ej¨¦rcito del Aire, vive en Huesca. Y nadie podr¨ªa decir de ¨¦l, con ese aire desafiante, a lo Harry el Sucio, esa piel transparente, esa memoria de s¨ª mismo, de sus haza?as de juventud y de ahora, con esa altura de cuerpo y de actividad, que es un viejo. De puro intr¨¦pido y animoso. ?Cu¨¢ntas personas de esa edad hay que vuelen en planeadores y est¨¦n cursando paracaidismo?
Seguramente s¨®lo ¨¦l, que quiso hacerse piloto en la guerra (fue voluntario con 17 a?os, del lado de Franco: "En esa guerra no hubo compasi¨®n, ni ellos, ni nosotros"; le hirieron en Lleida: "All¨ª estaba lo mejor del Ej¨¦rcito republicano, gente de categor¨ªa") y no lo consigui¨® por "emotividad cardiaca", dice. Ahora, Maynard presume de no haberlo conseguido con 20, pero s¨ª con 80 a?os, y lleva orgulloso en la cartera el t¨ªtulo de piloto de velero n¨²mero 9.879, de 26 de febrero de 2001: "Tres a?os me tuvieron volando aqu¨ª hasta conseguirlo". Se deja hacer fotos, paciente y presumido, y charla l¨²cido y con ganas.
Verle andar es un placer, tan ligero y garboso como los planeadores del Club Nimbus, que se elevan sobre el aer¨®dromo de Monflorite (Huesca), cuna del vuelo sin motor, lugar que ¨¦l conoce desde los a?os cuarenta y que ahora est¨¢ viendo perder por culpa de un proyecto que pretende convertirlo en comercial.
Maynard se gradu¨® en el arte de volar al mismo tiempo que uno de sus cinco hijos, Lorenzo, pegado a ¨¦l en todo momento. Y ahora cursa paracaidismo en Oca?a (Toledo). ?El colmo del hombre f¨ªsicamente hiperactivo? Quiz¨¢. Pero como ¨¦l hay otros. Basta contemplar su participaci¨®n masiva en todo tipo de actividades deportivas, gimnasios, carreras de atletismo, cursos de nataci¨®n, olimpiadas de mayores? Otro ejemplo. Telefoneamos a la Sociedad Alpinista Pe?alara, en Madrid: "?Personas mayores activas?", responden al otro lado, "llame usted al grupo de veteranos y ver¨¢ cu¨¢ntos hay. Pero le ser¨¢ dif¨ªcil encontrarlos, no paran de salir por la sierra, por el Parque del Guadarrama y por el mundo". Es Santiago Tutor, de 82 a?os, encargado del archivo de la sociedad y de su digitalizaci¨®n: "El d¨ªa que abres los ojos y no te duele nada, es que est¨¢s muerto", nos dice en otra ocasi¨®n.
En Espa?a, la cifra de mayores aument¨® siete veces en el siglo XX; los octogenarios, 13. Si a principios de ese siglo los que superaban los 65 eran el 5%, hoy son el 17%, y a mitad de este siglo se prev¨¦ que representen un 35,6%, la tasa m¨¢s alta de Europa, seg¨²n estimaciones de la UE (Eurostat, abril 2005). Basta una frase del Informe 2002. Las personas mayores en Espa?a, del Observatorio de Personas Mayores, para ilustrarlo: "El incremento equivaldr¨ªa a la aparici¨®n cada a?o en el mapa de Espa?a de una nueva ciudad del tama?o de C¨¢diz, Castell¨®n o Salamanca, s¨®lo poblada por mayores". Hay m¨¢s: en los ochenta se contaban dos millares de personas centenarias. Hoy se han triplicado. Y poco a poco su existencia est¨¢ dejando de ser noticia, aunque Llorenc Fontova Farr¨¦ s¨ª lo fue en 2002.
02 La memoria del patriarca. Hace dos a?os sali¨® Fontova en los peri¨®dicos porque acababa de renovar su carn¨¦ de conducir con un siglo de vida a sus espaldas. Pero ya no ha querido repetir. "Hay tantos coches que un d¨ªa no van ni a poder circular", dice este hombre de 102 a?os largos, elegante, presumido, que gusta vestir siempre fino, de traje y sombrero, y contar batallitas de cuando empez¨®, de c¨®mo sali¨® de casa con las manos vac¨ªas y consigui¨® fundar en 1939 tienda propia de electrodom¨¦sticos, Casa Fontova, en el centro de Lleida. Primero vendi¨® m¨¢quinas de coser; luego, radios, neveras, televisores en blanco y negro? Un siglo entero en electrodom¨¦sticos podr¨ªa dibujar Llorenc si quisiera, marca a marca, modelo a modelo, una enciclopedia de los avances tecnol¨®gicos para el hogar. Y quiere.
"Se pasa por la tienda y nos ameniza con sus charlas", afirma Carles, uno de los tres nietos (los otros, Llorenc y Natxo), que junto al ¨²nico hijo que le queda, Miquel (Candi y Lorenzo se le murieron a los 75 y 64 a?os), regentan ahora el creciente negocio familiar, dos locales ya. "Y no es hombre de discusiones, da su opini¨®n, s¨ª, pero en pol¨ªtica le da igual el que est¨¦, si le cae bien y es un bon noi ya le gusta, ha vivido muchos cambios".
Asegura Fontova, el gran patriarca de una familia compuesta por un hijo, tres nueras, ocho nietos y ocho bisnietos, que lo ¨²nico que le importa es verlos crecer y que se encuentra estupendo f¨ªsicamente: "S¨®lo me puedo quejar de las piernas porque ya no me aguantan como antes y de que la gente habla cada vez m¨¢s flojo, je, je, je", bromea. Y que vivi¨® con mucho dolor la p¨¦rdida de su esposa el a?o pasado, pero que ella est¨¢ mejor "all¨ª que aqu¨ª", de tanto que sufr¨ªa.
Volvamos a los datos. Naturalmente, el envejecimiento progresivo de la sociedad, la inversi¨®n de la pir¨¢mide de edad (m¨¢s mayores de 65 que ni?os de 14) provoca y provocar¨¢ una realidad muy compleja y con dos caras bien distintas. Cruda y preocupante, una, por lo que conlleva de dependencia, soledad, enfermedad, gasto, de necesidad urgente de acci¨®n pol¨ªtica y prevenci¨®n que ayude a evitar sorpresas en falta de infraestructuras. Valga un ejemplo: "El 68% de los grandes hospitales espa?oles carece de servicios de atenci¨®n geri¨¢trica". Se ha avanzado (Libro Blanco de la dependencia; ley de "autonom¨ªa personal", prevista para junio; plan de acci¨®n para las personas mayores 2003-2007?), pero el problema est¨¢ aqu¨ª ya o apenas a diez a?os vista, asegura el periodista alem¨¢n Frank Schirrmacher, autor de El complot de Matusal¨¦n, aut¨¦ntico superventas sobre el futuro envejecido que se avecina y ante el que ¨¦l propone el complot del t¨ªtulo: ir contra "ese peculiar autorrechazo provocado por la denigraci¨®n de la vejez", tener claro que los viejos futuros somos nosotros. Tarea que Kofi Annan, secretario general de la ONU, defini¨® en la ¨²ltima Asamblea sobre Envejecimiento (Madrid, abril de 2002) como el enfrentamiento a un cambio demogr¨¢fico sin precedentes y de dimensiones "comparables en impacto al de la globalizaci¨®n y la alteraci¨®n del clima".
Pero existe tambi¨¦n otro lado en la vejez, a veces tan olvidado como el primero: la vitalidad, el optimismo, la dignidad, esas ganas de vivir con intensidad hasta el ¨²ltimo segundo que se aprecia hoy en las personas de m¨¢s edad.
Y ah¨ª anda esa cohorte de jubilados haciendo como pueden historia de la longevidad en masa, creando escuela: viajan sin pausa, consumen, estudian, son solidarios, no se resignan a quedarse tomando el sol en un banco, idean soluciones para sus problemas? Como hacen los 60 socios mayores de 60 de la Cooperativa Trabensol.
03 En busca de casa. Su nombre procede de "trabajadores en solidaridad", y su filosof¨ªa tiene mucho que ver con la de la Cooperativa Trabenco, gente de las antiguas comunidades del padre Llanos, de El Pozo del T¨ªo Raimundo. "No crea, los problemas de vivienda no los tienen s¨®lo los j¨®venes", parece indicar con la mirada el presidente, Antonio Zugasti, 72 a?os, hombre menudo, pelo blanco, aspecto joven, sereno y dulce. Pero no se queja Zugasti. Ellos tienen sus pisos particulares, en Vallecas o Moratalaz. Lo que planean es crear una casa com¨²n, digamos.
Desde hace un tiempo buscan un terreno donde construirse una residencia propia, donde instalar los servicios de asistencia y apoyo necesarios para cuando el deterioro f¨ªsico haga mella. Una iniciativa personal de autogesti¨®n de futuro y aparentemente insignificante. Que no lo es. Porque plantea una soluci¨®n al grav¨ªsimo problema residencial que sufre Espa?a: existen 4,1 plazas por cada 100 usuarios "potenciales".
O mejor: 300.000 para unos 7,5 millones, seg¨²n el ¨²ltimo estudio del Portal Mayores, del Imserso y el CSIC, que dirige Antonio Abell¨¢n, herramienta en la Red, elaborada con mucho empe?o e imprescindible para todo investigador, profesional de la sanidad, cuidador o profano, que se interese por la consulta de cualquier dato, nacional o internacional, sobre geriatr¨ªa o gerontolog¨ªa. "El aumento de investigaci¨®n sobre la vejez es indicativo del inter¨¦s creciente que despierta el tema", se?ala Abell¨¢n.
"Intentamos comprar un terreno en la CAM o cerca", sigue Zugasti. "Y, claro, nuestra idea no es de potentados, pero tampoco se trata de beneficencia. Encontrar ayuda en ese punto medio es complicado". Su objetivo es poder pasar ese periodo de "cuarta edad" rodeados de y apoyados por amigos. Tal y como ha conseguido hacer ya la Cooperativa Los Milagros en la Residencia Santa Clara de M¨¢laga. "No te imaginas lo que es tener esto que tenemos, con vistas al mar, con todo lo necesario para una vida digna", dice por tel¨¦fono desde su apartamento de 50 metros cuadrados Aurora Moreno, la presidenta, en esta suerte de Sun City (m¨ªtica ciudad de los mayores construida en Arizona en 1959) a la espa?ola. Adi¨®s a la residencia de ancianos tradicional, donde, seg¨²n ella, "te conviertes en un mueble instalado en una esquina".
"Es prioritario tener iniciativas as¨ª. No esperarlo todo de la Administraci¨®n, sino hacer un esfuerzo por nosotros mismos. Ir a pedir con algo en la mano. Y le ahorramos un problema al Estado, a las comunidades. Lo imprescindible es que se mantenga el precio del suelo, y que no se nos pongan obst¨¢culos burocr¨¢ticos", sigue Moreno. Los de Trabensol no han tenido suerte hasta hoy, pero conservan la misma "ilusi¨®n y expectativas". Han estado a punto varias veces de obtener lo buscado, el suelo, primera piedra de un sue?o que la especulaci¨®n en Madrid ha frustrado: "La historia se repite una y otra vez. Alguien sabe de un lugar, lo vemos, intentamos concretar la operaci¨®n, pero en cuanto alguien se entera de nuestro inter¨¦s, duplican el precio, y ya no hay manera".
"Si el siglo XX ha presenciado la invenci¨®n de la juventud, el pr¨®ximo habr¨¢ de plantearse la de la vejez", ha escrito el soci¨®logo Enrique Gil Calvo, que public¨® en 2003 El poder gris. Una nueva forma de entender la vejez: "Llamo metaf¨®ricamente 'poder gris' a la nueva actitud que ambiciona hacer de la vejez una senda de autosuperaci¨®n personal y ascensi¨®n civil", se?ala. Ese es el objetivo: dotar de significado y funci¨®n social a esa nueva etapa ganada a la vida. Restablecer el equilibrio entre aquel anciano de sociedades primitivas y el viejo como lastre del ¨²ltimo tiempo. Hacerlos y hacerse ciudadanos visibles, con rol y autoestima. "Si miras alrededor, al cruzar una calle, en los bares, los tienes all¨ª, a tu lado, mayores que nada tienen que ver con esa imagen de viejo tradicional a la que hemos estado acostumbrados", dice Maite Sancho, directora del Observatorio de Personas Mayores. Algo ya tan evidente que Schirrmacher pronostica: "Nuestro miedo a la vejez se halla ante un cambio fundamental de orientaci¨®n, una revoluci¨®n que alterar¨¢ nuestro mundo y nuestros sentimientos sobre la vida".
"Dicen que es el colectivo del futuro", asegura Rafael Navas, director del grupo J¨²bilo Comunicaci¨®n, uno de los ejemplos claros del aumento de demanda de informaci¨®n de los mayores. Hace seis a?os, Navas fund¨® su grupo con la mirada puesta en revistas norteamericanas y francesas, como Modern Madurity y Notre Temps, que llevan ya mucho andado y con gran ¨¦xito. Hoy, J¨²bilo posee revista, peri¨®dico, portal, anuario, programas de radio. Todo canal es bueno para su objetivo: informar a ese colectivo que "hasta hace nada era considerado inculto, enfermo, fuera del mundo, y ahora se ve que es un mercado emergente, que se mueven mucho, que se asocian?". Quiz¨¢ ¨¦ste sea un s¨ªntoma de la fuerza de la conciencia civil que viene: unirse para defender derechos o buscar soluciones es algo que muchos empiezan a tener cada d¨ªa m¨¢s claro. Sobre todo por un detalle: disponen de tiempo libre. Tambi¨¦n para protestar. Se calcula que unas 5.100 organizaciones est¨¢n registradas en Espa?a; de ellas, unas 1.400 se agrupan en la Uni¨®n Democr¨¢tica de Pensionistas y Jubilados (UDP), que suma 800.000 socios y que celebr¨® en 2003 su 25? aniversario bajo el ilustrativo y reivindicativo lema de: "Estuvimos, estamos, estaremos".
La UDP es un ejemplo de las federaciones o confederaciones que forman parte del Consejo Estatal de Personas Mayores, ¨®rgano asesor y consultivo creado en 1994 (hoy en proceso de renovaci¨®n de sus representantes) para canalizar hacia la Administraci¨®n las iniciativas y demandas de sus miembros. En las conclusiones de su segundo congreso (2001) expon¨ªan los territorios en los que los mayores contribuyen activamente ya a la sociedad. A saber: en la familia son consejeros, recaderos, limpiadores, cuidadores; en los colegios participan en proyectos intergeneracionales como T¨² me cuentas y yo aprendo, Juntos iremos m¨¢s lejos, Los mayores y la seguridad vial, Voluntarios para ense?ar museos; son activos en programas de acogida familiar (mayores que alojan a universitarios -tal como sucede en los de ONG como Solidarios para el Desarrollo, o iniciativas como el Vive y Convive de Caixa Catalunya), en asociaciones diversas y hasta asesoran empresas.
"Nosotros los mayores rechazamos un ocio obligado que nos frustra, porque nos sentimos ¨²tiles y queremos que as¨ª se nos reconozca", dicen. La jubilaci¨®n obligatoria como caballo de batalla. La retirada. Algo que duele, especialmente si es la Universidad, lugar que Mar¨ªa Luz Hern¨¢ndez Alonso pis¨® por primera vez a los 80 a?os.
04 El estudio continuo. Cada noche, Mari Luz pasa a limpio concienzudamente sus apuntes de clase. "Tan bien est¨¢n que cuando me muera los voy a dejar en herencia", se r¨ªe. Repasa los contenidos. Se esmera. Nada extra?o. Tarea habitual de estudiante. S¨®lo que esta alumna menuda, charlatana y pizpireta, naci¨® en Vi?egra de Mora?a (?vila) el 10 de mayo de 1922; est¨¢ viuda; tiene tres hijos, el mayor de 57 a?os, y cinco nietos, y acude cada tarde con regularidad admirable ("Estos estudiantes nunca hacen novillos", dir¨¢ luego la directora, Natividad Recio) al Colegio de Caracciolos de la ciudad complutense. All¨ª cursa, a sus 83 a?os, tercero de Humanidades en la Universidad de Mayores, un proyecto puesto en marcha por la Universidad de Alcal¨¢ de Henares hace ya 13 a?os, en el que participan 298 personas de m¨¢s de 55.
"La Espa?a de antes no fue muy buena para las mujeres? Si yo hubiera sabido esto, no habr¨ªa sido igual, ahora disfruto m¨¢s", dice Mari Luz en charla animada con su compa?era Francisca Otero, de 69 a?os. "Mantener la cabeza activa hace que el cuerpo est¨¦ mejor", aseguran, antes de enumerar los contenidos del curso: ling¨¹¨ªstica, salud mental, arte, filosof¨ªa? Comentan que han tenido suerte, que la muerte no se ha llevado de momento a nadie, que entre ellos hay pandillas como si fueran adolescentes y que se sientan siempre en primera fila. "Estoy sorda; si no, no me entero", confiesa Mari Luz, decana de la clase.
Una octogenaria en formaci¨®n. ?Una rareza? No. Son miles los mayores que estudian en Espa?a en diversos y crecientes proyectos universitarios, ll¨¢mense S¨¦nior, Aula Mayores, Aula de la Experiencia o La Nau Gran. Programas que siguen las recomendaciones de la ONU (bajo las tres P de protecci¨®n, participaci¨®n, promoci¨®n): instituir pol¨ªticas para asegurar el acceso a la educaci¨®n de todos a lo largo de toda la vida y utilizar el potencial y la experiencia de personas de cualquier edad.
Limitar la edad de la docencia, un asunto pol¨¦mico que se aborda, por ejemplo, en uno de los art¨ªculos del informe Los mayores activos (coordinado por SECOT, Seniors Espa?oles para la Cooperaci¨®n T¨¦cnica, asociaci¨®n de profesionales jubilados que ofrecen de forma altruista su experiencia en gesti¨®n empresarial a colectivos, y editado por la Obra Social de Caja Madrid): "Imag¨ªnese usted que a un soldado le condecoran y, a continuaci¨®n, los mismos que le han condecorado proceden a su fusilamiento. ?Le parece un disparate? Pues ¨¦ste es el que se practica con los profesores de Universidad declarados em¨¦ritos". Aqu¨ª y all¨¢, en distintos campos y actividades, se margina sistem¨¢ticamente a un grupo de edad al que a¨²n le quedan dos d¨¦cadas de esperanza de vida f¨ªsica e intelectual.
Que la jubilaci¨®n ser¨¢ "a la carta" y se retrasar¨¢ en el futuro es algo que dan por cierto tanto Abell¨¢n, del CSIC, como Sancho, del Imserso. "Habr¨¢ empleo m¨¢s tiempo, se compatibilizar¨¢ pensi¨®n y trabajo y se acortar¨¢n diferencias entre edad adulta y vejez, digamos entre una persona de 50 y otra de 70". Es m¨¢s: "Dotar de servicios a la vejez puede generar riqueza; siempre se asoci¨® con gasto y no ser¨¢ as¨ª en el futuro, el sector generar¨¢ empleo". Y lo m¨¢s importante: los fondos de Seguridad Social resistir¨¢n. Al menos hasta mitad de siglo, dice Sancho.
"Desde hace dos d¨¦cadas se asegura que est¨¢ en bancarrota y lo que est¨¢ es m¨¢s fuerte que nunca. Es un discurso falso". Para Fern¨¢ndez-Ballesteros, el sistema aguantar¨¢ en tanto en cuanto la inmigraci¨®n lo sostenga.
05 Al cobijo del clima. El Observatorio de Personas Mayores registra tambi¨¦n que entre los mayores de 65 hay un n¨²mero indeterminado de extranjeros del norte de Europa. Otra opci¨®n de vida: buscan un lugar m¨¢s barato, c¨®modo o mejor. La que han elegido los brit¨¢nicos Norman y Ann Harrison. "El confort clim¨¢tico, valores paisaj¨ªsticos, los precios? atrajeron a muchos jubilados europeos a las costas mediterr¨¢neas y canarias para residir de forma permanente o por largos periodos. El prototipo: mayor a¨²n joven, en pareja, con casa en propiedad, antiguo turista, de clase media o media-alta. Algunos aseguran que el desconocimiento de sus efectivos, su estado de salud y sus necesidades crean serios problemas de planificaci¨®n.
Los Harrison, 78 y 65 a?os, eligieron pasar aqu¨ª su ¨²ltima etapa por motivos de salud ("el m¨¦dico me recomend¨® un lugar soleado para mejorar del coraz¨®n y la artritis", dice ¨¦l) y como revancha por el "duro trabajo realizado". Norman se jubil¨® a los 60, tras rodar 20 pel¨ªculas en su pa¨ªs, y dice que ahora tienen suficiente dinero para disfrutar: reciben la pensi¨®n de Inglaterra y poseen all¨ª rentas que les reportan un dinero extra.
Su ¨²nico trabajo obligatorio desde hace siete a?os es "un jard¨ªn que mantener". Su casa mira al mar en la cala de Sa Tuna, en la Costa Brava, un lugar donde s¨®lo coinciden con medio centenar de compatriotas. Una vez al a?o viajan a la isla de Jersey, en Gran Breta?a, para ver a sus tres hijos. Se han preocupado de estudiar un poco espa?ol para relacionarse con los vecinos, pero, dicen, "la edad y la gram¨¢tica no se llevan". Una vida pl¨¢cida. Para la nostalgia tienen el mar y los libros de su biblioteca. Norman planea escribir uno propio.
Los octogenarios son pr¨¢cticamente un invento del ¨²ltimo cuarto del siglo XX, pero va a ser el grupo que m¨¢s va a crecer en las pr¨®ximas d¨¦cadas (un 80%). Emilio Clota Sastre ha cumplido los 80 el pasado 10 de abril, y gracias al baile se ha construido un ambiente, una vida que tiene un epicentro, la sala La Paloma, un cl¨¢sico barcelon¨¦s donde se conocen todos y nadie. Cada uno a su vida. Bailando. Habituales son Emilio Clota y Carmen Vidal.
06 El baile o la vida. ?Su profesi¨®n? "Gitano secreto y catal¨¢n", dice Emilio, porque su aspecto exterior no le delata. Fue chatarrero, se dedic¨® a la compra-venta, tuvo cinco hijos, y ahora, separado, con una pensi¨®n de "45.000 pesetas", convive desde hace cuatro a?os con Carmen, su novia de 67, viuda, a la que conoci¨® movimiento aqu¨ª, movimiento all¨¢, en La Paloma: "Cuando una persona quiere a otra, eso est¨¢ escrito", dice. Van dos veces, s¨¢bados y domingos; cuesta cuatro euros los hombres y tres las mujeres, dos horas: "Si est¨¢ cara la vida nos arreglamos como podemos, pero el baile que no falte". Y el resto de la semana, ?qu¨¦ hacen? "Esperar que llegue el fin de semana para ir otra vez", se r¨ªe, lo que mejor sabe hacer despu¨¦s de moverse a ritmo de rumba ("catalana o castellana, me da igual").
"Est¨¢ m¨¢s flamenco que nadie ahora", dice su hijo Xavi, guitarrista, con un grupo llamado Sabor de Gracia. "Cuando ¨¦l toca, me llama y bailo", sigue Emilio, que hasta particip¨® en un videoclip, El mundo baila. Asegura su hijo que su padre no es hombre de estarse en casa, tomarse la leche e irse a la cama; que alguna vez lo hace, s¨ª, pero que en verano salta a la calle y ya no hay quien lo entre, siempre de fiesta, pas¨¢ndolo en grande. "F¨ªsicamente quisiera pasar 80 a?os m¨¢s", dice Emilio. Ni un achaque.
?Cu¨¢l es el secreto de los entrevistados para haber llegado a su edad y bien? Maynard dice que andar; cuatro veces ha hecho ya el Camino de Santiago, la ¨²ltima vez hace cuatro a?os: "Ochocientos y pico kil¨®metros a pie, ya ves?". Para Zugasti, tres son las razones: "Una vida saludable f¨ªsica y mentalmente, dando importancia s¨®lo a las cosas que de verdad la tienen; tener objetivos claros, no s¨®lo luchar por la peseta, y los avances de la medicina: este invierno tuve neumon¨ªa, sin los antibi¨®ticos ya no tendr¨ªa m¨¢s que decir".
Mari Luz no tiene secreto: vive, y de lo ¨²nico que se lamenta es de que la iluminaci¨®n universitaria le haya llegado tarde: "Si llego a saber esto, me iba a haber quedado en casa; no, se?or; hay que hacer cosas para una misma, por propio inter¨¦s". Fontova asegura que el secreto es cuidar bien a la familia y trabajar mucho. Y para Emilio, todo es la risa: "Porque si lo miras bien, no hay cosa m¨¢s c¨®mica que la vida".
Informaci¨®n: www.imsersomayores.csic.es, www.segg.es, www.fundacionpfizer.org, www.mec.es, www.jubilo.es, www.mayoresudp.org, www.fundacionindependiente.es, www.ceoma.org, www.conjupes.org.
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