Vivir, decidir y resolver juntos en Euskadi
Durante el pleno del Congreso de los Diputados a primeros del mes de febrero, en el que la soberan¨ªa popular rechaz¨® el llamado plan Ibarretxe, el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, le dijo al lehendakari que si en Euskadi "vivimos juntos, debemos de decidir juntos"; y yo a?adir¨ªa, para resolver los problemas juntos. Esta frase tiene mucho m¨¢s contenido de lo que en un principio puede parecer. Es un hecho innegable que la sociedad vasca es plural y diversa. As¨ª ha quedado demostrado en las elecciones del pasado 17 de abril. Los ciudadanos y ciudadanas de Euskadi han rechazado el plan soberanista de la coalici¨®n nacionalista al otorgar a esta formaci¨®n pol¨ªtica 140.000 votos menos que en los anteriores comicios. Ibarretxe gan¨® las elecciones perdiendo. Ha perdido el plebiscito en que convirti¨® las elecciones auton¨®micas vascas, ya que la suma de los esca?os en la C¨¢mara vasca de aqu¨¦llos que votamos no a su plan en el Congreso de los Diputados es hoy superior a los obtenidos por las fuerzas que conformaban el Gobierno tripartito vasco.
Llevamos 25 a?os ensay¨¢ndolo casi todo; a¨²n no hemos dado con la soluci¨®n
Con estos resultados, le corresponde en primer lugar a Juan Jos¨¦ Ibarretxe recabar los apoyos necesarios para conformar su Gobierno. Y no tiene muchas alternativas para elegir si persiste en su propuesta. Patxi L¨®pez ya ha anunciado que est¨¢ dispuesto a ser la alternativa en la Presidencia del Gobierno vasco. Los socialistas vascos hemos repetido hasta la saciedad durante la campa?a que Patxi L¨®pez ¨²nicamente pactar¨ªa un Gobierno liderado por ¨¦l. Es decir, Ibarretxe se encuentra ante una encrucijada de dif¨ªcil salida. Su intenci¨®n, ya anunciada, de gobernar en minor¨ªa no parece viable en una sociedad tan rota como la vasca. Lo que ocurre con Ibarretxe es que tiene esa extra?a habilidad para olvidar que en el Pa¨ªs Vasco todav¨ªa hay falta de libertad. Que en Euskadi seguimos sufriendo, despu¨¦s de 27 a?os de democracia, graves problemas de convivencia y estas situaciones deben de llegar a su fin. Esto es lo que se ha tenido en cuenta por parte de la sociedad vasca el pasado 17 de abril, cuando emiti¨® su voto.
Es tiempo ya de aportar una propuesta para el futuro que contemple una realidad inequ¨ªvoca: los vascos somos plurales, diversos, pensamos en claves diferentes unos de otros. Y no es posible ni deseable la derrota de quienes no comparten nuestra opini¨®n. Ni es posible ni es deseable convertir al adversario en enemigo, porque la riqueza pol¨ªtica de nuestra comunidad radica en la expresi¨®n plural de las ideas, como ha quedado claramente demostrado en las pasadas elecciones auton¨®micas.
Yo no soy nacionalista, ni comparto el ideario ni el modo en el que el nacionalismo plasma su pol¨ªtica. Pero no aspiro por ello a acabar con los nacionalistas ni a borrar de la faz de la tierra sus propuestas y sus ideas. Antes bien, quiero garantizar su derecho a tenerlas, a expresarlas y difundirlas. Pero, para este fin, no creo que sea preciso que haya siquiera un ciudadano vasco que tenga miedo, que albergue dudas sobre su libertad, que no pueda so?ar en paz con el futuro.
Soy de los que creen que es posible la demarcaci¨®n de un lugar com¨²n y de encuentro para que, quienes pensamos de forma diferente, desarrollemos los conceptos b¨¢sicos de la convivencia y de la organizaci¨®n de la sociedad. Y precisamente por ello, y porque no creo en la derrota del adversario m¨¢s all¨¢ de la leg¨ªtima pugna democr¨¢tica, es por lo que considero manifestar que hace falta un marco de acuerdo b¨¢sico por la libertad y el respeto a la diferencia. Un gran acuerdo de car¨¢cter incluyente, en el que quepan todos los dem¨®cratas, y que garantice para todos la oportunidad de hacer pol¨ªtica en Euskadi.
Los vascos en su conjunto, sin adjetivos, tenemos que aparcar la terminolog¨ªa que nos divide. Hoy, la mayor¨ªa de la sociedad vasca nos est¨¢ exigiendo suscribir un pacto social y pol¨ªtico suficiente para garantizar la estabilidad institucional de nuestra Comunidad. Un contrato social desde el que emprender una pol¨ªtica compartida para acabar con el terrorismo, la delincuencia y la extorsi¨®n. Soy de los que creen que un Gobierno con futuro ser¨¢ aquel que ilusione a la sociedad, que rompa la dicotom¨ªa entre los unos y los otros, que aborde los problemas de Euskadi desde propuestas pol¨ªticas que trasciendan a los sentimientos de pertenencia, o a una particular visi¨®n de la soberan¨ªa.
Apelo al futuro lehendakari para que asuma su responsabilidad. Para que sea presidente de todos los vascos. Para que cierre filas en torno a su cometido como principal representante de las instituciones vascas y del Estado en Euskadi. Para que asuma, en definitiva, la responsabilidad para con una sociedad que reclama el final de esta amarga situaci¨®n. No podemos seguir arroj¨¢ndonos los s¨ªmbolos a la cabeza unos a otros, discuti¨¦ndolo todo una y otra vez -desde dimensiones territoriales, a las vinculaciones hist¨®ricas de los territorios, pasando por los derechos anteriores o los fueros- m¨¢s all¨¢ de su importancia como parte del patrimonio cultural e hist¨®rico de nuestra tierra. Respetemos la legalidad democr¨¢tica que todos hemos contribuido a crear y fortalecer en torno a sus principios. Resolvamos nuestras diferencias, superando el estado actual de autismo pol¨ªtico.
Mi respuesta a esta incomunicaci¨®n no es otra que el pacto social: un Gobierno para recuperar la convivencia con toda la sociedad sin que nadie abrigue la tentaci¨®n de ejercer de francotirador. Por tanto, un liderazgo que abra un futuro que zanje esta espiral en la que nos vemos atrapados. Un Gobierno que fortalezca el autogobierno actualizando el Estatuto que tenemos aunando esfuerzos de todas las fuerzas pol¨ªticas para alcanzar el acuerdo.
Porque en Euskadi, los dem¨®cratas tenemos que sumar no s¨®lo pol¨ªticas, sino tambi¨¦n solidaridades y afectos. La regeneraci¨®n ¨¦tica que precisamos no surgir¨¢ por generaci¨®n espont¨¢nea. Ni nacer¨¢ de la incomunicaci¨®n o el enfrentamiento verbal. Ni crecer¨¢ siquiera por la mera suscripci¨®n de acuerdos. Vendr¨¢, en gran parte, de la recuperaci¨®n del di¨¢logo, del sosiego y del reconocimiento del otro desde la puesta en com¨²n en lo que nos une. Tenemos que saber que lo que vayamos a acordar nos tiene que hacer sentir c¨®modos e inc¨®modos a la vez, conscientes de lo que cada uno aporta al consenso. Un pacto por la convivencia, por tanto, para constituir un liderazgo que ponga fin al enfrentamiento gratuito entre partidos. Un pacto que fortalezca las instituciones vascas. Una comunidad territorial en la Europa del siglo XXI no puede pretender abordar el futuro sin asumir el derecho de los que piensan diferente respetando las reglas de juego que nos hemos dado.
Ahora bien, ese futuro Gobierno que deseo no debe constituir un fin en s¨ª mismo. Su objetivo debe ser, en primer lugar, asegurar la convivencia hoy deteriorada; en segundo lugar, crear las condiciones para que se restablezca la confianza entre los dem¨®cratas, y en tercer lugar, consolidar definitivamente la lealtad constitucional entre Euskadi y el Estado. Mi esperanza, despu¨¦s de los resultados electorales del 17 de abril, est¨¢ puesta en un gran acuerdo, profundo y definitivo. En nuestra memoria colectiva como pueblo contamos con ejemplos en los que inspirarse y a los que recurrir. Llevamos 25 a?os ensay¨¢ndolo casi todo. A¨²n no hemos dado con la soluci¨®n.
Este planteamiento trata de dibujar un camino definitivo que permita fortalecer la inserci¨®n de las instituciones vascas en el orden constitucional com¨²n. No se trata s¨®lo de un enjuague de car¨¢cter jur¨ªdico para hacer posible la paz y la convivencia. Debiera ser adem¨¢s el resultado de un esfuerzo ¨¦tico y espiritual -por qu¨¦ no- que permita la superaci¨®n de tanto dolor sin por ello olvidar las causas que lo provocaron.
Es el tiempo donde, ante situaciones complicadas, como dijo el laborista jud¨ªo Shlomo Ben Ami, soluciones imperfectas. Pero soluciones. Esto es lo que nos est¨¢ exigiendo la sociedad vasca, cansada de tanto enfrentamiento partidista. Es la hora de las soluciones. Es la hora de mirar al futuro.
Javier Rojo es presidente del Senado.
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