Opacidad e imprudencia temeraria
Hace un par de a?os, en la presentaci¨®n en la librer¨ªa del Puerto del CD de los Cuadernos de Ruedo Ib¨¦rico, una de las protagonistas de aquella aventura recordaba c¨®mo les criticaban que no tuvieran una "l¨ªnea pol¨ªtica definida". Y, dando un pu?etazo en la mesa, dijo: "??Claro que ten¨ªamos una l¨ªnea: la informaci¨®n!!".
La an¨¦cdota viene como anillo al dedo si de lo que se trata -como es el caso- es de glosar y alabar la transparencia sin par a la que nos tiene acostumbrados la Consejer¨ªa de Territorio y Vivienda. Llevamos m¨¢s de un mes en el que a diario nos enteramos de nuevas haza?as, recalificaciones, pelotazos y dem¨¢s pr¨¢cticas urban¨ªsticas usuales. La prensa compite en ofrecernos reportajes porque, sin duda, hay motivos para que est¨¦ de moda nuestro castigado territorio. La Quimera del Oro del maestro Chaplin se ha transmutado en una fiebre urbanizadora que parece querer batir alg¨²n record en el 2005. Mundo Ilusi¨®n, El Puig, Porxinos, Fontanars, Rabassa...
Cada mapa que aparece en la prensa me suscita las mismas preguntas: ?Est¨¢n todos? ?Cu¨¢ntos PAI's se han ejecutado desde 1998? ?Cu¨¢ntas hect¨¢reas "hemos" urbanizado? ?D¨®nde? ?Cu¨¢ntas nuevas viviendas salpican la obligada foto a¨¦rea? ?Cu¨¢ntos PAI's nuevos est¨¢n "en tr¨¢mite"? Todos los periodistas con los que he hablado van de cabeza para recomponer el puzzle y reconocen la dificultad de la empresa. Alguno ha llegado a ense?arme un listado de PAI's "paralizados" que ocupaba cuatro o cinco p¨¢ginas y donde hab¨ªa operaciones que no me sonaban ni por antojo. Tampoco estaba nada claro si la dichosa "paralizaci¨®n" era algo m¨¢s que la falta de alg¨²n tr¨¢mite o documento que imped¨ªa "de momento" su aprobaci¨®n.
En un pa¨ªs normal con pr¨¢cticas democr¨¢ticas medianamente sensatas los periodistas trabajar¨ªan mucho menos y los ciudadanos nos enterar¨ªamos mucho m¨¢s. Porque, se?oras y se?ores, la tan deseada informaci¨®n la tienen actualizada, en limpio y en bonito encima de la mesa de trabajo del jefe de servicio competente y, como es l¨®gico, en la mesa de D. Rafael Blasco, consejero del ramo. La pregunta del mill¨®n est¨¢ servida: ?por qu¨¦ no se ofrece a los medios de comunicaci¨®n?; ?a qu¨¦ leches viene tanta opacidad?; ?por qu¨¦ tiene tanto miedo de que podamos hacer los n¨²meros con la tranquilidad de no cometer errores?; ?por qu¨¦ si es una informaci¨®n p¨²blica, no se facilita sin necesidad de registro de entrada -suponiendo que eso sirva para algo- o de recurrir a los jueces?; ?no se llama prevaricaci¨®n al abuso del poder? Bueno, no es una sino varias preguntas pero todas son primas hermanas.
Si yo fuera D. Rafael Blasco y no tuviera su acendrado se?or¨ªo a la hora de lidiar reses de todo tama?o y condici¨®n, les puedo asegurar que me sonrojar¨ªa si alguien pusiera en duda mi transparencia. Yo, m¨¢s que dudar, afirmo: la "pol¨ªtica" informativa de la consejer¨ªa por lo que al uso de territorio se refiere es opaca, muy opaca. ??Qu¨¦ placer poder rectificar!! El consejero lo tiene realmente f¨¢cil: un sobre, un mensajero y... asunto resuelto. A ver si se anima.
Bueno, lo de la opacidad ya tiene sujeto, verbo y predicado y, de momento, podemos dejar el tema a la espera de la buenanueva. Vamos con lo de la "imprudencia temeraria". Aunque no tenemos -ni de lejos- toda la informaci¨®n que ser¨ªa de desear, la evidencia disponible s¨ª que permite opinar sobre los pros y contras de esta fiebre urbanizadora. Los interesados defensores del "m¨¢s, m¨¢s, m¨¢s" tienen una buena y conocida ristra de argumentos de defensa: hay una demanda que ser¨ªa est¨²pido no atender, la construcci¨®n es el motor de la econom¨ªa y el sector que m¨¢s empleo directo e indirecto produce, la inversi¨®n en vivienda es la mejor opci¨®n para incrementar el patrimonio, hemos de ir hacia una sociedad de "calidad residencial", tenemos mucho que aprender de Florida (como ha reconocido nuestro president) etc... Adem¨¢s, c¨®mo no, todo se est¨¢ haciendo de forma ejemplar y sostenible y ya se encarga Rafael Blasco de convencer a tirios y troyanos y a regalarnos los o¨ªdos con declaraciones de un ecologismo subido.
Siento llevar la contraria a tan bienintencionados interlocutores que tienen adem¨¢s la h¨¢bil e inveterada costumbre de no contestar nunca. Las pol¨¦micas son una p¨¦rdida de tiempo y generan desconfianza, pensar¨¢n. No quisiera yo -Dios me libre- ejercer de agorero aguafiestas. A la miel inmobiliaria mil moscas se acercaron. Pero en este mundo traidor no s¨®lo existe el haber sino tambi¨¦n el debe y la m¨¢s elemental prudencia recomendar¨ªa hacer bien los n¨²meros, practicar eso que en econom¨ªa se conoce como coste-beneficio y que exige que se computen todos los costes y los beneficios, tanto privados como sociales. Y el proceso de boom inmobiliario que se inicia en 1998 y que todav¨ªa dura tiene una bonita colecci¨®n de costes sociales de los que, por lo visto, se prefiere no hablar.
No agotar¨¦ el fil¨®n (siempre hay que guardarse alguna carta) ni, a ser posible, al lector. Vaya, sin embargo, por delante una peque?a relaci¨®n de esos costes "olvidados": un incremento de precios de la vivienda que ha complicado mucho el "acceso" a pesar de los bajos tipos de inter¨¦s y los largos plazos de amortizaci¨®n; un evidente desplazamiento de la inversi¨®n productiva hacia el sector inmobiliario; un peso creciente del sector de la construcci¨®n que no es precisamente un sector innovador desde la perspectiva tecnol¨®gica; un incremento de las necesidades de recursos h¨ªdricos; un incremento del problema mal resuelto de evacuaci¨®n y depuraci¨®n de aguas residuales y de retirada, almacenamiento y reciclaje de residuos s¨®lidos; un notable deterioro de la calidad medioambiental tanto de las costas como de parajes naturales de interior; un incremento notable de la motorizaci¨®n privada, con costes de congesti¨®n, contaminaci¨®n y despilfarro energ¨¦tico notables, debido al predominio de urbanizaciones de baja densidad de ubicaci¨®n dispersa... Y, por lo que se refiere a los ¨¢vidos ayuntamientos, que hagan cuentas entre los beneficios y los costes de "albergar" urbanizaciones. Se equivocan. Adem¨¢s, si hace m¨¢s de un a?o la prestigiosa y moderada revista The Economist cuantificaba el exceso de valoraci¨®n de activos inmobiliarios (o burbuja) en un 33%, no parece prudente seguir orde?ando la vaca aumentando el riesgo de "ajuste brusco" que, no hay que olvidar, pagaremos todos.
Por ¨²ltimo, no entiendo por qu¨¦ cuesta tanto hacer entender a los "agentes" que la prudencia en la gesti¨®n del territorio tiene una raz¨®n de ser obvia: si de cemento hablamos, los males cien a?os duran y, por tanto, las generaciones venideras (que no votan) pagar¨¢n el pato. Por todo lo expuesto, ruego al Molt Honorable Francisco Camps y al Excmo. consejero de Territorio y Vivienda que tengan a bien proporcionar de forma ¨¢gil y veraz toda la informaci¨®n disponible y, si no es mucho pedir, cursar las instrucciones oportunas para que se practique en la administraci¨®n que dirigen el noble arte del coste-beneficio. Suyo afect¨ªsimo.
Josep Sorribes es profesor de Econom¨ªa Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
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