El reflejo de la reforma psiqui¨¢trica
M¨¢s presupuesto y mejor gesti¨®n son las principales peticiones de las asociaciones familiares y los sindicatos m¨¦dicos
Hubo un tiempo en que algunos hospitales psiqui¨¢tricos no ten¨ªan espejos. Y quienes all¨ª viv¨ªan pod¨ªan pasar a?os sin ver sus propios rostros reflejados. Lo recuerda Carlos Due?as, coordinador de Salud Mental del Hospital Virgen Macarena de Sevilla, cuando habla de ciertos manicomios de mediados de los 80. "Parece algo efectista, pero eran cosas que exist¨ªan".
Ya no quedan hospitales psiqui¨¢tricos p¨²blicos en Andaluc¨ªa. Hace 20 a?os, se implant¨® una nueva forma de asistencia sanitaria para las personas con enfermedad mental. Fue la reforma psiqui¨¢trica. Se pretend¨ªa que las patolog¨ªas mentales pasaran de estar atendidas casi al margen de la red p¨²blica, a integrarse en la asistencia comunitaria. Lo mismo se quer¨ªa socialmente. Se aspiraba a un sistema que integrase al enfermo en la comunidad plenamente. A partir de 1984, y en el plazo de poco m¨¢s de cinco a?os, la pr¨¢ctica totalidad de los manicomios dejaron de existir como tales. Y sus habitantes salieron de ellos.
Se quiere conseguir la plena integraci¨®n de los enfermos en la comunidad
La Junta ha prometido para 2005 invertir 7,4 millones de euros en salud mental
Si existe un padre de la reforma, es el psiquiatra Ladislao Lara, hoy jubilado. Lara dirigi¨® el Instituto Andaluz de Salud Mental (IASAM) durante sus seis a?os de funcionamiento, entre 1984 y 1990. El IASAM se cre¨® por la reci¨¦n nacida administraci¨®n andaluza para integrar los servicios de salud mental en una red asistencial dentro del Servicio Andaluz de Salud (SAS). Carlos Due?as form¨® parte de ese equipo: "Ten¨ªamos una cosa clara, la situaci¨®n de los manicomios era incompatible en un sistema de libertades y democracia". Dentro del IASAM tambi¨¦n participaron las diputaciones provinciales -que ten¨ªan el control y la gesti¨®n de los manicomios-. El problema que se encontraron los reformadores fue que la red sustitutoria no exist¨ªa y hab¨ªa que crearla desde la base. "Pronto vimos que la clausura de los centros requer¨ªa una asistencia compleja. Empezaron a surgir necesidades", se?ala Ladislao Lara.
Paulatinamente, naci¨® la actual malla que pretende cubrir, de forma interconectada, las necesidades sanitarias y sociales. Durante estos a?os se han creado 72 equipos de salud mental en los ambulatorios, ligados a los distritos sanitarios y a las unidades de Atenci¨®n Primaria (en 2004 atendieron a 203.427 pacientes); 21 unidades de media estancia en los hospitales generales (con un ¨ªndice de ocupaci¨®n media del 93%); 13 unidades infantiles (11.475 casos atendidos el a?o pasado); 9 unidades de rehabilitaci¨®n psicosocial (que trat¨® en 2004 a 1.678 personas); 6 hospitales de d¨ªa para la hospitalizaci¨®n parcial (1.081 beneficiados en el mismo periodo) y 13 comunidades terap¨¦uticas para internamientos de media y larga estancia (744 usuarios en 2004). Por otro lado, hace 12 a?os, naci¨® la Fundaci¨®n para la Integraci¨®n Social del Enfermo Mental (FAISEM) que desarrolla programas de apoyo social, desde viviendas, a talleres.
Las cifras no dejan a todos satisfechos. La universalizaci¨®n de la atenci¨®n p¨²blica en salud mental vino acompa?ada de una masificaci¨®n de la demanda, que ha tra¨ªdo consecuencias. Aunque la mayor¨ªa de los implicados -facultativos, familiares y enfermos- coinciden en que la reforma fue positiva existen cr¨ªticas. Las principales son la necesidad de m¨¢s recursos y una mejor gesti¨®n. "Pedimos el increment¨® del n¨²mero de unidades de toda la red asistencial, en especial de las unidades de rehabilitaci¨®n", afirma Roc¨ªo Lozano, presidenta de la Asociaci¨®n de Allegados de Enfermos Esquizofr¨¦nicos (ASAENE). "Sus listas de espera son demasiado altas", afirma. Desde los sindicatos apoyan su tesis. Leonardo Romero, responsable de sanidad de CC. OO., destaca adem¨¢s que "deben reforzarse las unidades terap¨¦uticas" ya que, tal y como afirma su hom¨®logo de UGT, Fernando Molina, "cuando se saturan, los enfermos que sufren episodios agudos tienen que regresar a sus casas y son finalmente las familias quienes reciben todo el peso".
Rafael del Pino, Coordinador auton¨®mico del SAS para salud mental, opina que los primeros pasos en la mejora de la gesti¨®n ya se han dado. Recuerda sus armas: el Plan Integral de Salud Mental 2003-2007 de la consejer¨ªa de Salud; y sobre todo, un decreto de reordenamiento del mapa asistencial que est¨¢ sobre la mesa de la Administraci¨®n desde 2003, pendiente de revisi¨®n y de aprobaci¨®n. "Queremos que se haga este a?o. As¨ª, los profesionales estar¨¢n mejor organizados. Pasar¨¢n de depender, bien de distritos sanitarios u hospitales, a depender de un solo organismo. Eso beneficiar¨¢ a los pacientes" , explica Del Pino.
Dos d¨¦cadas despu¨¦s del inicio de los cambios, la Junta declar¨® 2005 A?o de la Salud Mental en Andaluc¨ªa. Esta medida vino acompa?ada del anuncio de un aumento del presupuesto en salud mental (7,4 millones de euros), m¨¢s plantillas y nuevas unidades de asistencia sociosanitaria. "Lo hemos acogido con satisfacci¨®n y esperanza. Durante a?os nos hemos sentido muy solos. Ahora hay un compromiso oficial y un Plan Integral que podemos reivindicar", dice Roc¨ªo Lozano.
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