Una revisi¨®n incompleta
El pasado 3 de abril dedicaba esta columna a comentar los cambios introducidos en una de las encuestas fundamentales del sistema estad¨ªstico espa?ol, la Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA). Dichos cambios eran de tres ¨®rdenes: la adaptaci¨®n a las nuevas proyecciones de poblaci¨®n realizadas a partir del censo de 2001 y de los ¨²ltimos padrones municipales continuos (gr¨¢fico izquierdo); la introducci¨®n de nuevas variables a investigar, exigida por un reglamento de la UE a todos los pa¨ªses miembros, y una nueva redacci¨®n de muchas preguntas con el fin de hacerlas m¨¢s comprensibles para los entrevistados y de captar mejor situaciones de empleo especiales, fundamentalmente de aquellas de muy corta duraci¨®n o de jornada muy reducida (por ello ha habido una notable afloraci¨®n de empleo a tiempo parcial).
La confusi¨®n podr¨ªa haberse reducido si los cambios en la EPA se hubieran publicado todos al mismo tiempo
Todo ello ha provocado una revoluci¨®n en el mapa del mercado laboral, de lo que dan idea las siguientes cifras. La EPA del primer trimestre arroja 1.169.400 ocupados m¨¢s que la publicada para el cuarto trimestre de 2004, antes de que se procediera a los cambios, pero de ellos, s¨®lo 72.600 responden a creaci¨®n de empleo y el resto al conjunto de los cambios metodol¨®gicos, fundamentalmente a la revisi¨®n de la poblaci¨®n. La tasa de variaci¨®n interanual del empleo ha pasado del 2,7% en el cuarto trimestre de 2004 (EPA vieja) al 5,1% en el primero de 2005, pero s¨®lo dos d¨¦cimas porcentuales de la diferencia entre estas dos tasas se deben a creaci¨®n de empleo. El n¨²mero de parados ha aumentado en 92.400, la mayor¨ªa por los cambios metodol¨®gicos, pero la tasa de paro ha descendido dos d¨¦cimas (al 10,2%) al aumentar el denominador de la misma, es decir, la poblaci¨®n activa. Todas estas variaciones han afectado de forma muy diferente a los distintos sectores productivos y a las CC AA. En el gr¨¢fico derecho se ve c¨®mo estos cambios han hecho aumentar sustancialmente la tasa de paro en unas CC AA y la han reducido en otras (las diferencias se han acortado).
El problema de todas estas innovaciones es que han creado no poca confusi¨®n, derivada de haber publicado en un primer momento, a finales de marzo, los datos hist¨®ricos revisados con la nueva poblaci¨®n para el periodo 1996-2004 y, pocas semanas m¨¢s tarde, los datos de la EPA del primer trimestre de 2005, que inclu¨ªan, adem¨¢s de la nueva poblaci¨®n, el resto de los cambios metodol¨®gicos. Estos ¨²ltimos cambios han tenido un impacto importante en los niveles de las distintas variables investigadas y, lo que es peor, han supuesto una ruptura en las series hist¨®ricas, de forma que los datos de este trimestre no son homog¨¦neamente comparables con los de los trimestres anteriores reci¨¦n revisados. Es cierto que introducir mejoras en las estad¨ªsticas tiene estos inconvenientes, pero en mi modesta opini¨®n, los mismos podr¨ªan haberse reducido considerablemente si, en primer lugar, los cambios se hubieran introducido y publicado todos en un mismo momento y, en segundo lugar, si el INE hubiera hecho y publicado enlaces de los datos hist¨®ricos con el fin de disponer de series homog¨¦neas y comparables a lo largo del tiempo. Estas series, y no s¨®lo los datos puntuales de un periodo, son fundamentales para los investigadores econ¨®micos y, m¨¢s concretamente, para los analistas de la coyuntura. Es de esperar que el INE los lleve a cabo, y no s¨®lo desde 1996, sino desde que tenemos datos de la EPA, all¨¢ por el tercer trimestre de 1976. Mientras, la revisi¨®n de la EPA puede considerarse incompleta.
?ngel Laborda es director de coyuntura de la Fundaci¨®n de las Cajas de Ahorros (Funcas).
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