Divorcio total

El Betis se aproxima a los puestos de Liga de Campeones, jugar¨¢ la final de la Copa, gana muchos partidos, mete goles. Est¨¢ bien, dicen. Sin embargo, no juega bien. Apoyado en la torsi¨®n heroica de Doblas, en la caja recaudadora de goles de Oliveira, en la intermitencia genial de Joaqu¨ªn y en la habilidad de Assun?ao para trasladar la teor¨ªa a la pr¨¢ctica, la pizarra al c¨¦sped, vence, pero no juega bien. No convence. El Atl¨¦tico, olvidado por gran parte de su afici¨®n, desganado, ajeno a ese torbellino sentimental que lo acaba arrastrando por el desag¨¹e, record¨® a un equipo de f¨²tbol. A uno del mont¨®n. A uno derrotado, aunque jug¨® como m¨ªnimo con decencia. Pero de f¨²tbol, no de rugby, que es algo.

Cuando una voz animosa cantaba la alineaci¨®n del Atl¨¦tico por megafon¨ªa se oyeron pitos. Una pitada individualizada, uno a uno. Cuando los jugadores del Atl¨¦tico posaron para la foto, se oyeron pitos. Una pitada colectiva, indiscriminada. Cuando se dispersaron por el c¨¦sped se oyeron m¨¢s pitos, todav¨ªa generales. Cuando tocaron la pelota Luccin, Colsa, Sergi y, sobre todo, Ibagaza se oyeron much¨ªsimos pitos. Pitos acusadores, pitos privados, intransferibles a otro futbolista. Y eso que en el Calder¨®n hab¨ªa menos gente que nunca. La media habitual es de 45.000 personas. Ayer no llegaban a 15.000. Eran pocos, pero enfadados. Gritaban, por ejemplo, "?Fuera, fuera!". No estaban contentos. Un detalle: el fondo sur estaba vac¨ªo. S¨®lo hubo aplausos para Braulio, que hizo cosas muy buenas, y N¨²?ez, que hizo cosas.

Una parte minoritaria del p¨²blico, al igual que en la semifinal de Copa perdida contra Osasuna, intent¨® asaltar el palco y grit¨® contra el presidente de la entidad, Enrique Cerezo. En este caso, tras los goles del Betis. Goles sencillos. Goles naturales. Goles, quiz¨¢ injustos, quiz¨¢ demasiados. Goles, en cualquier caso, de un equipo mejor que su rival. Porque los jugadores del Betis son mejores que los del Atl¨¦tico. Aunque racionen su f¨²tbol. Aunque sean r¨¢canos. O mejor, pr¨¢cticos. Son mejores incluso cuando los rojiblancos respiran hondo, se toman el pulso, se olvidan de la presi¨®n y deciden poner en pr¨¢ctica lo propio de su oficio.

S¨®lo en la primera mitad, el equipo madrile?o tuvo m¨¢s ocasiones que en los seis partidos anteriores. Eso es un problema. Un problema que ha lastrado al equipo toda la temporada. Porque no siempre el Atl¨¦tico ha jugado de manera tan desastrosa como en los ¨²ltimos meses. Nunca ha jugado muy bien, es cierto. Pero no tan mal. Eso s¨ª, siempre ha tenido una dificultad casi grotesca para marcar. El tanto en propio puerta de Melli, tras un centro blando y horroroso de Ibagaza dirigido a la nada, fue una parodia de los esfuerzos ofensivos rojiblancos. Una parodia que el p¨²blico acogi¨® con humor. Con un humor m¨¢s bien oscuro, aplaudiendo con sorna un gol absurdo. Uno de los dos que ha anotado el conjunto del Manzanares en ocho partidos.

El Betis tiene mucho ganado con Doblas. El portero, cedido el a?o pasado en el Xerez, donde no cobraba ni jugaba, es una especie de Iker Casillas con coletilla en la nuca. Sac¨® dos disparos, uno de Velasco a bocajarro y otro de Braulio que cualquiera hubiera apostado porque iban a acabar en gol. Con Doblas y con paciencia, con un extraordinario delantero como es Oliveira, con un par de medio centros muy competentes -Arzu y Assun?ao- y con un peso en el c¨¦sped no s¨¦ sabe muy bien a qu¨¦ cosa atribuible, el Betis dobl¨® al Atl¨¦tico con facilidad, pero sin juego.