Viaje a la pol¨ªtica
S¨®lo por el profundo enrarecimiento del clima pol¨ªtico en nuestro pa¨ªs puede explicarse el enorme revuelo causado por la resoluci¨®n sobre el di¨¢logo con ETA. El texto no s¨®lo recog¨ªa la letra, sino tambi¨¦n el esp¨ªritu, del art¨ªculo 10 del Pacto de Ajuria Enea, autorizando la apertura de negociaciones con quienes abandonasen la violencia, con la condici¨®n de cesar en la actividad terrorista. Sin el fin de ¨¦sta, no habr¨ªa di¨¢logo o negociaci¨®n, y tampoco ser¨ªa admitido el pago de un precio pol¨ªtico por ello. Resulta significativo que la mayor parte de las cr¨ªticas se centren en supuestas conductas del Gobierno dirigidas, bien a hablar bajo las bombas, bien a ofrecer concesiones inaceptables a ETA. Ahora bien, aun cuando estuvieran justificadas, las censuras debieran estar dirigidas al Ejecutivo, conforme se traduzcan en hechos sus intenciones al parecer perversas, no a una resoluci¨®n que en nada contradec¨ªa antecedentes como el encuentro de Suiza decidido en su d¨ªa por Aznar con la solemnidad que proporcionaba la presencia como moderador del obispo Uriarte. Y fue ETA la que rompi¨® los contactos.
En condiciones normales, el PP hubiese debido aceptar el texto y anunciar al mismo tiempo una profunda desconfianza ante su aplicaci¨®n por Zapatero. La opini¨®n p¨²blica y el estado de salud de nuestra democracia se lo hubieran agradecido, comprendidos muchos votantes de centro-derecha que comparten con otros de centro-izquierda la voluntad de apartarse de quienes confunden la labor cr¨ªtica propia de toda oposici¨®n con la bronca permanente. Este error es tanto m¨¢s lamentable desde el punto de vista popular cuanto que tiene razones para expresar su malestar ante infracciones visibles del Pacto Antiterrorista: rechazo visceral del PP en Euskadi, entrevista p¨²blico-secreta de Zapatero e Ibarretxe, pasividad ante el partido-m¨¢scara de Batasuna. No puede, en cambio, el PP cuestionar algo tan esencial como la continuidad en la lucha policial contra ETA, indicio de que va en serio la afirmaci¨®n de que todo di¨¢logo ir¨¢ precedido del abandono del terror. En suma, era y es m¨¢s inteligente actuar como fiscal pol¨ªtico del proceso que jugar a Casandra. Como ha apuntado recientemente Patxo Unzueta, la pol¨ªtica de no negociaci¨®n desarrollada por el PP con el apoyo del PSOE, en el marco del Pacto Antiterrorista, fue decisiva para alcanzar el punto actual de inoperancia forzosa de la banda. Pero esa constataci¨®n, olvidada por quienes diabolizan la pol¨ªtica vasca de Aznar, en nada contradice abrir la puerta del di¨¢logo en la actual coyuntura de debilidad de ETA y de ilegalizaci¨®n de Batasuna. ETA y Batasuna tienen mucho que ganar por efecto de su reinserci¨®n en el sistema pol¨ªtico, de cara a la elaboraci¨®n del nuevo Estatuto. Y con la deseable consolidaci¨®n de paz, vendr¨ªan sin duda las ventajas para los presos dentro de los l¨ªmites de la legislaci¨®n penal vigente. Esto es duro para las v¨ªctimas, aunque tal vez inevitable para zanjar un problema de terrorismo tan s¨®lidamente enraizado en una sociedad.
Tal vez lo anterior suene a cuento de hadas, y nada favorecen la credibilidad del Gobierno declaraciones como las del l¨ªder batasuno, jugando a envolver al Gobierno con elogios y mantener al mismo tiempo sus objetivos maximalistas. Pero poco se pierde con buscar la paz, siempre que se respeten las condiciones de la resoluci¨®n. Quedar¨¢ claro que el Gobierno y el Parlamento espa?oles no son el muro que una y otra vez evocan los grupos abertzales.
Caso aparte es la quiebra de las relaciones entre los dos grandes partidos desde marzo del pasado a?o. La maldici¨®n del 11-M sigue pesando sobre nosotros, y ni socialistas ni populares hacen demasiado por superar sus efectos. La siniestra acusaci¨®n de Rajoy, sobre la traici¨®n a los muertos, tuvo como pr¨®logo otra acusaci¨®n brutal a cargo de Rubalcaba. La abyecta r¨¦plica de la direcci¨®n del PSE a la carta de dem¨®cratas tan probados como Rosa D¨ªez, Savater o Maite Pagaza muestra el alcance de la contaminaci¨®n, que gravita sobre el viaje pol¨ªtico emprendido por Zapatero. "Vamos todos juntos, a otro lugar", dec¨ªa la vieja canci¨®n de Javier Gurruchaga en los tiempos de su Orquesta Mondrag¨®n. Juntos, sin aislar a grupo democr¨¢tico alguno y de paso, por seguir jugando con la festiva letra, recelando de "la amistad de sirenas y de serpientes de mar".
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