"La valent¨ªa se demuestra en la soledad"
Esta obra singular y ambiciosa, a la que el escritor vasco Ramiro Pinilla ha dedicado casi veinte a?os de su vida, se propone ordenar el mundo que le rodea, el ca¨®tico mundo vasco, siempre persiguiendo su cuota de libertad. El intento le ha llevado a Pinilla a m¨¢s de tres mil p¨¢ginas de escritura, en las que a trav¨¦s de un viaje intergeneracional, se escenifica la confrontaci¨®n entre la Vizcaya rural, nacionalista, esencialista, y la Vizcaya de la industrializaci¨®n y de las luchas obreras. A¨²n sorprendido por la apuesta editorial, el novelista recibi¨® a EL PA?S en su vieja casona de Getxo, que bautiz¨®, en 1958, Walden, en honor al escritor americano Henry Thoreau, amante de la naturaleza y anarquista liberal.
"He querido ordenar el mundo vasco, que hoy es muy ca¨®tico"
"El nacionalismo vasco ha sido un freno del progreso en estas tierras"
"Esta novela me ha lanzado a tumba abierta, sin medidas ni presiones"
"La mujer es superior al hombre y constituye el centro del mundo"
"Todas las religiones han fracasado, y hoy ya no me fiar¨ªa de un l¨ªder"
"Me gusta pensar que hab¨ªa m¨¢s libertad en el hombre primitivo"
"Una narraci¨®n tiene que tener un movimiento de m¨²sica interior"
"Los socialistas y los liberales atacan a los mitos para destruirlos"
Pregunta. ?Cu¨¢l es la finalidad de esta obra tan voluminosa; y qu¨¦ ha pretendido alcanzar con ella?
Respuesta. He querido ordenar el mundo que me rodeaba, que en este caso es el mundo vasco, que hoy por s¨ª es muy ca¨®tico y del que presumimos.
P. ?Pero exist¨ªa tambi¨¦n el caos hace ciento y pico de a?os, cuando empieza su relato?
R. Pues s¨ª, precisamente el comienzo del relato est¨¢ bien elegido porque es el principio del caos, desde que empieza la industrializaci¨®n, las huelgas en las minas y dem¨¢s. Entonces verdaderamente empieza la conformaci¨®n de las dos comunidades que tenemos y que padecemos ahora, con el enfrentamiento.
P. Sin embargo, cuando empieza su relato, ese mundo se divide de forma m¨¢s clara. Es decir, lo que llama "el mundo del hierro" y "el mundo de la madera". ?Ahora es mucho m¨¢s complejo?
R. S¨ª, y podemos mencionar tambi¨¦n a "los hombres del hierro", que no solamente son los mineros, por ejemplo, o los explotadores, los que traen la m¨¢quina. Y "los hombres de la madera", que son los campesinos, los que aman los ¨¢rboles. Son los que pod¨ªamos llamar ecologistas, que tienen una ideolog¨ªa distinta, que quieren una vida simple, que rechazan los inventos, y que aqu¨ª est¨¢n personificados en los Baskardos, que viven en un caser¨ªo estancados en el tiempo.
P. S¨ª, pero esa misma gente que llama de "tradici¨®n" ha representado tambi¨¦n ideol¨®gicamente despu¨¦s lo m¨¢s conservador de una sociedad que ha evolucionado hacia el siglo XXI.
R. Claro, por lo que he dicho puede parecer que identifico a los Ba1kardos de Sugartea y a los hombres de la madera con el PNV, por ejemplo, pero no es as¨ª tampoco, no es eso, porque mi idea est¨¢ por encima de todas las ideolog¨ªas y pueden tener semejanza, y al contrario. El socialismo con su industrializaci¨®n, con la invasi¨®n maketa, podr¨ªa representar a "los hombres del hierro" tambi¨¦n. No, los hombres del hierro son los que traen los inventos, el obrero no tiene su inventiva, ni el minero, lo traen los de arriba, los que compran a los inventores, los altos hornos, y todo esto que hemos vivido aqu¨ª y que nos ha tra¨ªdo riqueza. Pero nos olvidamos de la palabra m¨¢gica que es "la libertad". ?Qui¨¦nes traen la libertad?, ?d¨®nde hay m¨¢s libertad? ?En el hombre de hoy o en el hombre primitivo? A m¨ª me gusta pensar que hab¨ªa m¨¢s libertad en el hombre primitivo, aunque ten¨ªa al lado los dinosaurios.
P. Entonces su apuesta literal en ese sentido es mostrar la contradicci¨®n de la evoluci¨®n hacia el progreso, entre comillas, con las luchas de dos comunidades en el caso de Euskadi, ?la importancia de las dos orillas?
R. S¨ª, claro, aqu¨ª tenemos dibujados los dos mundos: el mundo digamos campesino, con Getxo, es decir, el nacionalista, y el otro, el mundo socialista, representado en las minas y su revoluci¨®n digamos social de progreso, de evoluci¨®n del hombre. El nacionalista que teme perder su identidad ante la invasi¨®n maketa lo paraliza. Es decir, el nacionalismo vasco ha sido un freno del progreso.
P. ?Cu¨¢l es el hombre m¨¢s libre, el que est¨¢ bajo tutela de viejas leyes como en su libro, o los hombres, como su personaje Asier, que pertenece a un sindicato que se siente o que puede ser libre?
R. ?sta es la ley natural, unos son nacionalistas, otros son socialistas. El secreto de la verdadera libertad de la que hablo en el libro est¨¢ por encima de todo eso, est¨¢ en el hombre primitivo. Ha sido una decadencia continua desde que se produjo el salto de la vida de la mar a la tierra, y eso ocurri¨® en la playa de Arrigunaga.. Aquellos seres vivos representaron el punto cero de la libertad.
P. ?De ah¨ª su a?oranza?
R. La a?oranza en el Principio, como dice el maestro, con P may¨²scula, es cuando no hab¨ªa apenas gente en la Tierra, la playa estaba vac¨ªa. Es una utop¨ªa, pero me gusta creer en ella, me sirve para formular toda esa trama.
P. El mundo que evoluciona al lado de los Baskardos llega a la conclusi¨®n tambi¨¦n de que ha tenido un pa¨ªs id¨ªlico de libertad plena, que hoy en d¨ªa lo han fastidiado los nuevos y los antiguos. Es decir, otra nueva mitificaci¨®n de la historia vasca.
R. S¨ª, esa percepci¨®n es un mito.
P. Pero es un mito que utiliza el nacionalismo para reforzar sus propias creencias.
R. Los socialistas y los dem¨¢s, los liberales, los republicanos, atacan a los mitos para destruirlos, pero yo he procedido de otra forma. He creado unos mitos grandiosos, pero al mismo tiempo tan falsos que cualquier persona inteligente se da cuenta de que eso es imposible. Es decir, "quer¨¦is mitos, bueno, yo he inventado mejores mitos que los vuestros". Y son tan irreales que no valen para nada, pero est¨¢n ah¨ª. Yo se los regalo.
P. Mientras, perdura la propia infraestructura de la familia de caser¨ªo, el primog¨¦nito heredaba, los dem¨¢s se hac¨ªan curas, o arrantzales (pescadores).
R. Iban a trabajar a las f¨¢bricas, pero luego, como en el caso de Roque, el personaje de la novela, les tira tanto la tierra, el caser¨ªo, que abandonan a la mujer y a la hija.
P. En su libro afirma que surge una resistencia, un caso muy aislado, que aparece ah¨ª en las minas, de alguien que se enamora del personaje Isidora, que es un poco La Pasionaria de entonces. Mientras tanto, la margen derecha se resguarda muy bien de que no haya contactos, ?por qu¨¦? No hay puentes entre las dos orillas, no hay paso, y eso se mantiene durante todo el franquismo. En Neguri y Algorta se protegen de una posible "contaminaci¨®n". La r¨ªa hist¨®ricamente es un muro, no es caudal de agua.
R. Exactamente.
P. Tambi¨¦n convierte un altar en barra de taberna. Como mito es igualmente sorprendente.
R. Quer¨ªa dibujar la idiosincrasia del vasco. El vasco es un gran acusador, es un gran txikitero. M¨¢s que beber en solitario bebe en grupo. Yo quer¨ªa inventar los posibles or¨ªgenes de esa cosa, porque el libro tiene mucho de pretensi¨®n de origen, de principio de los principios, de c¨®mo empez¨® esto y lo otro... Entonces, c¨®mo empez¨® el txikiteo, es decir, el mostrador. Pues ya est¨¢, qu¨¦ m¨¢s sacralizaci¨®n se puede dar a un mostrador que decir que es el aut¨¦ntico altar de la bas¨ªlica de San Pedro, que por accidente llego a la playa de Arrigunaga.
P. Una vez m¨¢s, en esta sociedad vasca, como en su novela, las grandes protagonistas de la historia son las mujeres.
R. Nunca habr¨ªa cre¨ªdo lo que dec¨ªan algunos escritores que en el transcurso de una escritura, una narraci¨®n, les llega a vencer la novela y es la novela la que se mueve sola; yo cre¨ªa que esto era "esnobismo", pero he experimentado que no. En mi caso, la novela me ha mandado lo que hab¨ªa que hacer. Pero no he pretendido que las mujeres sean tan notorias, me han salido as¨ª. Claro, porque en t¨¦rminos generales tambi¨¦n lo pienso. Creo que la mujer es superior al hombre, y las mujeres constituyen el centro del mundo.
P. No, lo digo por sus personajes, que son muy duras, pero de alguna forma les rinde tambi¨¦n un homenaje.
R. El gran sentido com¨²n de la mujer libra a las familias de mil calamidades. Por naturaleza, la mujer da la talla en su funci¨®n, y el hombre no la da. El hombre juega a casarse, juega a guerras, juega a machista, siempre est¨¢ forzado a demostrar; la mujer no, est¨¢ en su sitio, en su centro.
P. Y de la mujer pasemos al lenguaje. C¨®mo lo construye, puesto que el suyo, en esta su ¨²ltima obra, sorprende por un ritmo, que permanece a lo largo de cientos y cientos de p¨¢ginas.
R. Primeramente, el tener el prop¨®sito de hacerlo as¨ª, luego el amar mis propias leyes, que se basan en que una narraci¨®n, un lenguaje, tiene que ir siempre avanzando, tiene que tener movimiento y todo esto movido por una m¨²sica interior, no hay que traicionar lo que est¨¢s contando. Si est¨¢s contando una cosa, simplemente cu¨¦ntala. Una sola palabra en un p¨¢rrafo puede estropear todo el p¨¢rrafo. Lo que yo he llegado a calificar de lenguaje invisible. Quiero hacer un lenguaje que el lector no se entere de que hay lenguaje.
P. Es un lenguaje sobrio, pero al mismo tiempo rico y con ritmo.
R. Porque se mueve siempre, no hay paralizaciones. No hay lo que a m¨ª me gusta plantear como distensi¨®n, o sea, como un cable estirado que no se debe aflojar. Tiene que ser siempre tenso, y ?c¨®mo esta tenso?, movi¨¦ndolo, contando cosas nuevas, ideas nuevas.
P. Juega con una ventaja, no ha contado con presiones, no se ha puesto nunca l¨ªmite ni extensi¨®n. Eso es una situaci¨®n que pocos autores pueden alcanzar.
R. En este caso s¨ª. Pero yo tengo novelas cortas. En ¨¦sta, me he lanzado a tumba abierta, sin medidas, sin presiones, ni de fuera ni de dentro, entendiendo que la vida no es vertical, sino horizontal. La vida funciona como un r¨ªo moroso, sin prisa.
P. ?Est¨¢ m¨¢s cerca de la novela cl¨¢sica del XIX, de grandes relatos, que de la literatura moderna?
R. Con la ¨²nica diferencia de que mi novela, creo, tiene el ritmo y la velocidad de la literatura moderna. S¨ª, s¨¦ que soy un caso at¨ªpico, y me he arriesgado mucho. Tambi¨¦n, pod¨ªa haber fracasado.
P. Al escribir, cuando avanza, ?tiene momentos, como en toda creaci¨®n literaria o art¨ªstica, de duda o va como el r¨ªo?
P. Va como el r¨ªo, pero no de modo seguido. Hay d¨ªas que me paso ah¨ª y no escribo una l¨ªnea, pero s¨¦ lo que tengo que hacer y s¨¦ lo que tengo que encontrar. Hasta que no encuentre la frase o la idea justa no avanzo.
P. En el segundo volumen aborda los a?os veinte y treinta, la transformaci¨®n del pa¨ªs antes de la dictadura.
R. Pero hay m¨¢s evoluci¨®n de los personajes que de historia social. La guerra la vive Roque, y la cuenta en primera persona. En esa evoluci¨®n de los personajes aparece tambi¨¦n ese hijo que se ve frustrado, que vuelve de Ceil¨¢n, donde ha vivido una vida muy pagana, ha practicado el sexo, es bisexual y vive con unas ideas revolucionarias en aspecto de costumbre, de sexo y dem¨¢s, que escandaliza a Cristina, y su entorno. Aquello es un esc¨¢ndalo, la propia existencia de un caser¨ªo donde viven un grupo de varias personas, y que se traen algunas de fuera, bien sean homosexuales o putas...
P. ?Y la taberna de la Venta y su due?a siguen igual?
R. La Venta sigue igual, y ella es la cumbre, digamos, de la maldad y del ego¨ªsmo.
P. Y la margen izquierda, las minas, ?van evolucionando?
R. Bueno, a Roque le queda la mala conciencia, y ?c¨®mo quiere reparar su mala conciencia?, haci¨¦ndole honor a Isidora, emprendiendo acciones que le puedan gustar, crea un sindicato en Getxo y arrastra a unos cuantos vecinos.
P. Pero el sindicato tiene muy poco ¨¦xito.
R. Luego lo logra.
P. ?Y vuelve a abordar el mundo del proletariado de la margen izquierda en la posguerra?
R. S¨ª, con Asier, que ha tenido contacto con un anarquista que le ha inculcado sus ideas. Pero el anarquista es fusilado y ¨¦ste contin¨²a con su ideolog¨ªa, y participa, digamos, en las primeras huelgas contra Franco. Ahora, no ocurre s¨®lo en las minas, sino en toda la margen izquierda.
P. Mientras tanto, Getxo sigue dominado por los curas y la Iglesia.
R. Ninguna apertura a las ideas nuevas. Es un pueblo estancado, cerrado; s¨®lo traen nuevos inventos, s¨®lo lo que produce dinero. Franco es una continuaci¨®n del nacionalismo vasco.
P. ?Con cu¨¢l de sus personajes se identifica mejor?
R. En t¨¦rminos de libertad, con los Baskardos de Zugartea. Para m¨ª, son los que han pretendido conseguir la Gran Libertad, que es la individual, sin cadenas, ni ideolog¨ªas. Viven fuera del mundo vasco, del mundo total. Y luego, ideol¨®gicamente con Asier, que es anarquista, y Manuel, que simboliza el vasco noble, que no puede dejar de ser nacionalista, pero que reconoce sus errores, y ¨¦sa es su tragedia.
P. Es tambi¨¦n la tragedia de muchos nacionalistas hoy en d¨ªa.
R. Unamuno, que es la personificaci¨®n de la integridad, de la libertad de pensamiento, no pod¨ªa sobrepasar la barrera de la libertad. Lo imagino pensando, queriendo lanzar sus pensamientos lejos, pero la fe y la religi¨®n no le dejaban. A Unamuno le veo tambi¨¦n muy atormentado, y a ¨¦stos les pasa igual, las fes son peligrosas para emplearlas. Por valientes que parezcan muchos militantes tanto del nacionalismo como de ETA, en realidad, no son valientes. La valent¨ªa se demuestra con la soledad, evidentemente, aguantando la soledad. Lo dem¨¢s es que te acoja un grupo, una religi¨®n, o un partido.
P. ?Para el compromiso como individuo, como ciudadano, tambi¨¦n se necesita la soledad?
R. Para hacer las cosas necesitas al grupo. La soledad es para cuando ya te has habituado a estar solo, entonces te conviertes en un aut¨¦ntico solitario.
P. Tambi¨¦n lo haces por un desenga?o, o por cierta edad...
R. Yo creo en el hombre y no creo. Hoy ya no me fiar¨ªa de un l¨ªder.
P. ?Eso puede llevar a una p¨¦rdida de valores y de creencias?
R. No, eso no. Yo no entender¨¦ una revoluci¨®n. Todas las religiones han fracasado, y generalmente han fracasado por los ¨ªdolos. Por los seres, por eso yo me quedo s¨®lo con las ideas nobles.
P. A pesar de los dos mundos enfrentados y de las ¨¦pocas dur¨ªsimas que relata en su libro, en ¨¦l no se refleja esa amargura que provoca siempre la violencia.
R. En cierto modo, yo he tratado un comportamiento del hombre; por ejemplo, en las minas no hubo violencia, hubo huelgas, diez mil hombres en pie de guerra, pero no llevaban armas, eso no es invento m¨ªo, es hist¨®rico.
P. No son en s¨ª los hechos, sino el relato, percibes que puede haber violencia, enfrentamiento, pero no te crispa.
R. Hay una contenci¨®n. Sin embargo, luego viene la violencia, la violencia del franquismo, la guerra fundamentalmente, para llegar, claro, a la violencia actual de estos ¨²ltimos a?os, que es tremenda tambi¨¦n. Para m¨ª, la violencia es una cosa pueblerina, localista y peque?a, que no significa gran cosa, no tiene trascendencia. El gran tema de la novela para m¨ª es la libertad. Qu¨¦ tipo de libertad tenemos hoy; incluso en la novela no aparece esa violencia todav¨ªa.
P. ?En qu¨¦ medida esta obra puede ser su culminaci¨®n literaria, o tiene m¨¢s proyectos?
R. Nada de culminaci¨®n. He llevado preparando esta novela, no con apuntes, sino con aut¨¦nticos escritos, durante 30 a?os, hasta desembocar en esto. Despu¨¦s de esto, estoy haciendo otras cosas derivadas de esta obra. Precisamente escribiendo y planteando el problema siguiente: ?d¨®nde est¨¢n aquellos cabrones falangistas que mataban en las cunetas? Algunos todav¨ªa vivir¨¢n. Muchos han muerto, pero otros no. De eso estoy escribiendo.
Babelia
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