Primero, la econom¨ªa
El autor defiende la necesidad de que los partidos centren el debate pol¨ªtico en las reformas econ¨®micas
La presente legislatura ha agotado su primer ejercicio de vida. Dicen los veteranos en pol¨ªtica que el segundo a?o de cualquier Gobierno es el m¨¢s importante, que las reformas de gran calado que se plantean m¨¢s all¨¢, en el tercer y cuarto a?os, suelen quedarse en el tintero por falta de tiempo y agotamiento. Por eso, si durante sus primeros meses era normal dar oportunidad al Ejecutivo para que fijase los principios sobre los que quer¨ªa construir su mandato, ahora ha llegado el momento de empezar a analizar con mayor detenimiento todas las pol¨ªticas que hace o deja de hacer y de qu¨¦ modo se est¨¢n materializando en las reformas que necesita la sociedad espa?ola.
Atendiendo a criterios econ¨®micos, hay que felicitarse por la evoluci¨®n econ¨®mica que est¨¢ siguiendo nuestro pa¨ªs. Durante los ¨²ltimos 12 meses ha crecido el PIB por encima de la media europea, a una tasa del 2,8%; ha disminuido el paro y por primera vez en d¨¦cadas puede situarse en cifras de menos de dos d¨ªgitos, y las empresas siguen obteniendo buenos resultados. Por poner un ejemplo, los beneficios de las compa?¨ªas del Ibex han crecido el primer trimestre un 41%.
Debido sobre todo a la llegada de inmigrantes, lo m¨¢s probable es que la econom¨ªa nacional siga esta tendencia durante los pr¨®ximos meses. Sin embargo, las perspectivas de los diferentes agentes econ¨®micos no parecen encajar con este escenario. La mayor¨ªa de las encuestas que recogen el clima de confianza de empresarios y consumidores demuestran la buena situaci¨®n actual, pero poca confianza en el futuro. ?Por qu¨¦?
Teniendo en cuenta el elevado nivel de apertura de la econom¨ªa espa?ola, la respuesta tal vez est¨¦ en el exterior. Si miramos lo que est¨¢ sucediendo en la UE, las noticias no son demasiado optimistas. Claro que tampoco lo eran hace unos a?os y a pesar de ello la econom¨ªa nacional ha crecido siempre a tasas cercanas al 3%, lo que nos debe hacer sospechar que los problemas pudieran estar dentro.
En este contexto, es conveniente analizar el entorno m¨¢s pr¨®ximo y, concretamente, el clima y la acci¨®n pol¨ªtica. La sociedad espa?ola se encuentra en uno de los periodos m¨¢s tensos de la era de la democracia, inmersa en un ambiente preelectoral permanente. La mejor demostraci¨®n se encuentra en el ¨²ltimo debate sobre el estado de la naci¨®n. Durante el mismo, los dos responsables de los principales partidos dedicaron la mayor parte del tiempo a contradecir los argumentos del adversario. Como resultado del mismo, al d¨ªa siguiente, los peri¨®dicos no informaron sobre las diferencias existentes entre las propuestas de unos y otros en materia de sanidad, infraestructuras, educaci¨®n o econom¨ªa, sino que los titulares expresaban el desencuentro total en temas como el terrorismo o la configuraci¨®n del Estado, precisamente esos que hay que discutir sin pasi¨®n y con sobriedad. El debate fue rico en descalificaciones, pero limitado en propuestas e ideas novedosas.
Si se tiene en cuenta a los medios de comunicaci¨®n del resto de pa¨ªses de la UE, se puede apreciar que el asunto que ocupa la atenci¨®n de los ingleses hoy es la posible sustituci¨®n de Tony Blair por uno de los miembros de su Gabinete, el se?or Brown, que "casualmente" es uno de los principales responsables de la buena marcha de la econom¨ªa inglesa. En Alemania llevan toda la legislatura debatiendo en torno a la denominada Agenda 2000, un paquete de reformas que el Gobierno entiende clave para afrontar el futuro de forma competitiva. En Francia, el resultado del refer¨¦ndum sobre la Constituci¨®n europea va a estar influenciado por el debate suscitado en torno a la directiva europea sobre liberalizaci¨®n de servicios y sus efectos sobre el empleo en el pa¨ªs galo. Con resultados mejores o peores, los grandes pa¨ªses de la UE tienen claro que, ante un entorno mundial tan complejo y competitivo, la econom¨ªa debe ocupar el primer puesto de la agenda pol¨ªtica. Y se tiene muy presente que el modelo de Estado no puede estar sometido a una revisi¨®n permanente, que el marco legal no debiera estar sometido a incertidumbres y que las iniciativas que generan competitividad y m¨¢s riqueza son prioritarias. Sin ellas no hay debate posible sobre la configuraci¨®n de Estado de bienestar porque, simplemente, ¨¦ste no existir¨¢.
Si no se priorizan estos aspectos se corre el riesgo de que el tan hablado cambio de modelo econ¨®mico, basado en la innovaci¨®n y en la productividad, no termine de llegar. De momento, las bases del mismo siguen sin existir. Aunque el Ministerio de Econom¨ªa merezca el respeto de todos los agentes econ¨®micos y tenga unas ideas muy claras sobre las reformas a llevar a cabo, si sus propuestas est¨¢n siempre en un segundo plano, estas bases no podr¨¢n asentarse jam¨¢s. Hay que tener en cuenta que muchas de ellas requieren un sacrificio muy importante de amplios sectores sociales. Si se quiere que los empresarios inviertan en Espa?a y mantengan sus sedes aqu¨ª aun a riesgo de ser menos rentables, si se cree necesaria una Administraci¨®n menos burocr¨¢tica y con mayores niveles de eficiencia, si se considera conveniente que los j¨®venes dediquen m¨¢s esfuerzo y tiempo al estudio, si es indispensable una Universidad capaz de ofrecer respuestas adecuadas a las necesidades del tejido productivo y si queremos un mercado laboral m¨¢s flexible, habr¨¢ que convencer a todos los sectores implicados de la necesidad del cambio. La transformaci¨®n de la que se est¨¢ hablando es tan importante que s¨®lo puede conseguirse si los Gobiernos nacional y auton¨®mico hacen de estas reformas su objetivo prioritario.
En resumen, parece necesario un "cambio" en el que se d¨¦ prioridad a los temas que incidan mayormente en el desarrollo econ¨®mico y social. La situaci¨®n econ¨®mica actual es buena, con m¨¢s de 10 a?os de crecimiento ininterrumpido, pero no podemos malgastar lo alcanzado en debates que resten fuerza al Gobierno para acometer las reformas econ¨®micas que se necesitan. Si los partidos pol¨ªticos siguen s¨®lo enzarzados en las discusiones actuales, se corre el riesgo de malgastar la legislatura en ese tipo de debates y de que en el futuro el crecimiento en t¨¦rminos per c¨¢pita se estanque, lo que frenar¨ªa el proceso de convergencia y nos alejar¨ªa de ese objetivo a¨²n ut¨®pico, pero alcanzable a largo plazo, que es el pleno empleo.
Fernando Casado es director general del Instituto de la Empresa Familiar y catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Empresa.
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