Ex Dorian Gray

Ante la disyuntiva de la total fidelidad a su sonido original -y al de los a?os ochenta en general, tan lleno de ampulosos sintetizadores y ritmos de baile- o bien tratar de ponerse al d¨ªa en cuanto a sonidos o ideas musicales, los Duran Duran de 2005 -exactamente los cinco miembros fundadores del grupo de Birmingham- han optado de forma definitiva por lo primero. Lo dice su ¨²ltimo disco, Astronaut, y lo corrobora el espect¨¢culo que est¨¢n ofreciendo este a?o y con el que regalaron hace dos noches la vista y el o¨ªdo de sus seguidores madrile?os. Todo ello obviando los inevitables -aunque en su caso no dram¨¢ticos- estragos del tiempo en los cuerpos y caras de estos ex Dorian Gray del pop que se dio en llamar nuevo-rom¨¢ntico y que no fue m¨¢s que fascinaci¨®n por el soul blanco y comercial con gotitas de sonido AOR -adult-oriented rock- de aquellos tiempos ingenuos, m¨¢s las consabidas armon¨ªas vocales a lo Beatles que ha de exhibir cualquier grupo ingl¨¦s que quiera ir a alguna parte.

A la vuelta de la vida, a Simon Le Bon y sus compa?eros a¨²n les queda un pu?ado de canciones que en su tiempo fueron ¨¦xitos y que el grupo ejecuta en vivo con m¨¢s o menos gracia: Planet Earth, A view to kill -que acompa?¨® a James Bond en sus andanzas, compuesta con la inestimable colaboraci¨®n del maestro de bandas sonoras John Barry-, Notorious, Wild boys, Girls on film o Rio. Tambi¨¦n sonaron los temas de su nuevo disco, pero ¨¦stos parecen m¨¢s bien las caras B de las antiguas.

S¨ª, dio un poco de pena que Le Bon, Rhodes y los tres Taylor permitan que a lo largo de la actuaci¨®n les vaya asomando todo el arsenal de plumeros, incluido el indisimulado intento de tratar de convertirse en chic a toda costa y hasta ciertos atisbos esc¨¦nicos a lo Rolling Stones con vocalista femenina de color disputando las tablas al cantante. Los que fueron guapos ¨ªdolos de adolescentes hace dos d¨¦cadas dan hoy en directo un digno espect¨¢culo, profesionalmente intachable. Aunque, eso s¨ª, se echa de menos algo de magia y sorpresas; y es que un poco de evoluci¨®n nunca viene mal.