Un diplom¨¢tico cordob¨¦s en la corte del zar
El centenario de la muerte de Juan Valera (Cabra, C¨®rdoba, 1824-Madrid, 1905) est¨¢ ofreciendo la posibilidad de examinar distintos aspectos de uno de los escritores espa?oles m¨¢s importantes del siglo XIX. Novelista, diplom¨¢tico, traductor y pol¨ªtico, Valera es el autor del que muchos consideran el mejor epistolario de la literatura espa?ola. Su primer destino fue la legaci¨®n de N¨¢poles, reci¨¦n nombrado el Duque de Rivas embajador en la corte de las Dos Sicilias. El escritor hizo sucesivas escalas diplom¨¢ticas en Lisboa, R¨ªo de Janeiro, Dresde, San Petersburgo, Francfort, Lisboa de nuevo, Washington, Bruselas y Viena.
La editorial madrile?a Miraguano acaba de publicar Cartas desde Rusia. La edici¨®n est¨¢ a cargo de ?ngel Luis Encinas Moral, profesor de Filolog¨ªa Eslava en la Universidad Complutense. El volumen lleva asimismo un pr¨®logo de la ministra de Cultura, Carmen Calvo, que, al igual que Valera, es natural de Cabra. Cartas desde Rusia recoge el epistolario de Valera en la legaci¨®n de San Petersburgo, en la que trabaj¨® desde diciembre de 1856 hasta junio de 1857 en la misi¨®n diplom¨¢tica extraordinaria que encabezaba el Duque de Osuna.
CARTAS DESDE RUSIA
Juan Valera
Miraguano Ediciones
368 p¨¢ginas. 26 euros
La pol¨ªtica, los zares, la aristocracia, la religi¨®n, las minor¨ªas nacionales, las fiestas y los monumentos son algunos de los asuntos abordados por la pluma de Valera. La enorme cultura del novelista y el talento de una prosa aguda y llena de vida aseguran el inter¨¦s. Con todo, como se?ala Encinas, Valera se perdi¨® muchas cosas de Rusia. "En lo cultural y lo cotidiano la Rusia palaciega, franc¨®fila, pulcra y culta de la aristocracia, de teatros, tertulias y lances de amor en que se desahoga Valera en sus ratos libres es en realidad una gota de agua en comparaci¨®n con el oc¨¦ano de miseria, desprotecci¨®n social, hambre y penalidades, oscurantismo y despotismo en el que naufraga cotidianamente la mayor¨ªa de la poblaci¨®n de Rusia. Valera, urbanita por razones laborales y desconocedor de la lengua rusa, ignora, pues, el inframundo en que se desarrolla la vida cotidiana de la mayor parte de la sociedad rusa", escribe el profesor en la introducci¨®n del libro.
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