"Consigo dividirme en dos creadores distintos"
Un cantante y compositor de renombre consigue que se le empiece a reconocer como escritor. Un caso ¨²nico. Como si Dylan, Brel o Serrat se hubieran pasado a la literatura. Ahora, el brasile?o publica en Espa?a su tercera novela, Budapest.
La cita es en un ¨¢tico luminoso y silencioso de Par¨ªs. En una calle con nombre de prior del siglo XVIII en el barrio del Marais. All¨ª, este gigante de la m¨²sica popular disfruta del anonimato. Los franceses conocen su nombre, pero no guardan su imagen en la retina. Una vez llam¨® a un restaurante para reservar mesa: "Buarque", dijo. "?Ah!", oy¨® al ma?tre, "como Chico Buarque". El autor de canciones como A banda, Constru??o o Que ser¨¢, admirado de joven por Clarice Lispector, es apreciado un¨¢nimemente en Brasil y, a pesar de ello, sigue siendo un gran t¨ªmido. Francisco Buarque de Holanda (R¨ªo, 1944), t¨ªo de Bebel Gilberto y suegro de Carlinhos Brown, public¨® en 1991 la novela Estorbo (Tusquets) y en 1995 Benjam¨ªn. Ahora se edita en espa?ol Budapest (2003).
PREGUNTA. En este refugio termin¨® su tercera novela
.
RESPUESTA. Durante estos dos a?os habr¨¦ pasado cuatro o cinco meses en Par¨ªs y aqu¨ª le puse punto final. El trabajo rinde m¨¢s. En R¨ªo me compr¨¦ un peque?o apartamento en el piso debajo del m¨ªo, y cuando recib¨ªa demasiadas invitaciones para esto o aquello les dec¨ªa que me iba a Par¨ªs y bajaba las escaleras (se r¨ªe).
P. En Par¨ªs puede caminar sin que le aborden
.
R. Me gusta mucho andar. Si llega cualquier dificultad al escribir, me voy a dar un paseo. Media hora. Una vuelta en direcci¨®n al Sena o por aqu¨ª abajo pensando en una soluci¨®n.
P. ?Necesit¨® mucho valor para escribir la primera novela?
R. Cuando empec¨¦ llevaba un a?o sin componer. Mi mujer me regal¨® un ordenador en Navidad, pero quien me incitaba era Rubem Fonseca. Me repet¨ªa "eres un escritor". Se lo dice a mucha gente (carcajada). Creo que quiere compa?¨ªa, al contrario que la mayor¨ªa de escritores. Tengo 127 amigos m¨²sicos y cuatro amigos escritores. Y algunos ya los perd¨ª.
P. Su nueva ocupaci¨®n fue vista al principio con reservas
.
R. Que un cantante y compositor que tiene ¨¦xito se ponga de repente a escribir resulta siempre sospechoso. Un prejuicio, porque si eres un abogado, un diplom¨¢tico o un periodista que escribe nadie va a decir nada.
P. Escrib¨ªa antes incluso de sus primeras canciones
...
R. Entonces pensaba que iba a ser escritor. Al empezar a escribir consegu¨ª establecer un contacto m¨¢s cercano con mi padre
[el historiador y soci¨®logo S¨¦rgio Buarque de Holanda]. Con quince a?os le llevaba mis escritos, una porquer¨ªa, que ¨¦l le¨ªa atentamente. De alguna manera, estar escribiendo es sentir su presencia o su falta. Como si andara buscando su aprobaci¨®n.
P. Por su casa pasaban Manuel Bandeira, Rubem Braga
...
R. Recuerdo una conversaci¨®n con Carlos Drummond de Andrade. Mi padre y ¨¦l se hab¨ªan peleado por una mujer cuando eran solteros. Est¨¢bamos bebiendo whisky y me atrev¨ª a preguntarle, "?es verdad que se pelearon?". "Brigamos", dijo. Parece que uno de los dos le ech¨® los tejos a la novia del otro y se liaron a golpes. A mi padre se le cayeron las gafas al suelo y le espet¨®, "?poetilla de mierda!" (carcajada).
P. En
Budapest hay un poeta llamado Kocsis y un tal Puskas
...
R. Todos los nombres propios son de jugadores de la selecci¨®n de f¨²tbol de Hungr¨ªa de 1954. Est¨¢n todos los que jugaron aquel mundial. Son escritores o calles o restaurantes. Cuando estaba terminando me di cuenta de que faltaban todav¨ªa tres y me dije, "?caramba!, ?qu¨¦ hago?". Y puse sus nombres a los editores del libro: Lantos, Lorant & Budai.
P. Asegura que los pantalones cortos y las rodillas peladas de jugar al f¨²tbol en la calle son el mejor recuerdo de su ni?ez.
R. A¨²n hoy, dos o tres veces por semana, est¨¢ el compromiso sagrado de jugar. Hay quien tiene sesi¨®n de psicoan¨¢lisis o m¨¦dico, y yo tengo f¨²tbol. Lo cual no deja de ser una terapia.
P. Personajes perdidos, que buscan liberarse de algo
.
R. No me identifico con ninguno, pero los entiendo. En Budapest entiendo la angustia y la vanidad reprimida del ghost writer. Mientras escrib¨ªa tambi¨¦n me sent¨ª un fantasma porque nadie sab¨ªa lo que estaba haciendo. A veces deseaba contar que ten¨ªa una idea formidable y me lo guardaba.
P. La historia de un escritor an¨®nimo que escribe para que otros, como dice Saramago, disfruten la supuesta o aut¨¦ntica gloria de ver su nombre en la portada de un libro.
R. En los peri¨®dicos brasile?os hay anuncios en los que se ofrecen "negros". Un conocido m¨ªo, escritor, que me pidi¨® total discreci¨®n ha escrito un libro para una personalidad.
P. Nadie sab¨ªa de
Budapest hasta que le entreg¨® a su editor un mazo de folios y un disquete.
R. Hubo momentos en que pens¨¦ estar perdiendo el tiempo escribiendo algo que no le iba a interesar a nadie, que es la historia de un hombre que se apasiona por la lengua h¨²ngara. Siento envidia de m¨ª mismo porque hace tres a?os estaba aqu¨ª caminando y pensando, y volviendo a casa a escribir. A veces, me dec¨ªa, "?est¨¢s mal? ?te aburres?, pues ya ver¨¢s la nostalgia".
P. Jos¨¦ Costa/Zsoze K¨®sta est¨¢ enamorado de las palabras
.
R. Igual que yo. Lo primero que hice al llegar a Bilbao antes de un concierto fue comprar un diccionario de vasco. Podr¨ªa haber situado la historia en el Pa¨ªs Vasco, pero por motivos sentimentales eleg¨ª Hungr¨ªa. Aparte del f¨²tbol tuve una novia h¨²ngara que me ense?¨® a pronunciar los nombres de los jugadores y a decir "te quiero".
P. Seg¨²n Caetano Veloso,
Budapest es un laberinto de espejos que no se resuelve en la trama sino en las palabras, como los poemas.
R. Me gust¨® mucho lo que dijo porque no soy un contador de historias. Todas las dificultades que debo superar se relacionan con el lenguaje.
P. Desde hace a?os alterna la m¨²sica y la literatura.
R. Consigo dividirme en dos creadores distintos, pero no hago ambas cosas al tiempo. Volver a escribir canciones, despu¨¦s de terminar un libro, resulta muy dif¨ªcil porque el fraseo musical obedece a otra l¨®gica. Por otra parte, cuando haces una canci¨®n enseguida la ense?as. Vas al estudio, grabas, hay una fiesta, se bebe vino... El escritor est¨¢ encerrado. Y se muere de envidia del m¨²sico famoso porque ¨¦ste viaja en primera clase con cava, mujer, amante, m¨²sicos, representante, hijos... y ¨¦l en clase econ¨®mica, apretado, amargado. No s¨¦ por qu¨¦ soy escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.