Los fabulosos fiordos de Noruega
Se abre la temporada para un destino en alza entre los viajeros espa?oles
Hay pa¨ªses hechos para ser mirados. Otros se dirigen al olfato. Y algunos, por fin, se prestan a ser escuchados. A esta ¨²ltima categor¨ªa pertenece Noruega, m¨¢s all¨¢, desde luego, de su innegable poder¨ªo visual. Ante todo, el agua. Agua por todas partes y bajo todas sus formas. El casi imperceptible crujido de los glaciares, el estr¨¦pito de r¨ªos y cascadas, el goteo paciente de las piedras rezumantes, el chasquido del agua de mar cuando besa las rocas. A estos sonidos sutiles se suma el inesperado tronar de alg¨²n alud primaveral, el tintineo de las esquilas y el griter¨ªo festivo de las gaviotas en busca de despojos en torno a los pantalanes.
Pero aun as¨ª, lo primero que se impone cuando se alcanzan los fiordos es la contundencia de los relieves, la luz de la nieve y el color jade y turquesa de las aguas, producido por los sedimentos de los glaciares. Aqu¨ª, por una vez, la realidad supera con creces el destello en papel cuch¨¦ de las publicaciones tur¨ªsticas. Entre cumbres, carreteras que reptan por el fondo de los valles y a los pies de los glaciares, uno se siente peque?o. Y privilegiado. Sobre todo cuando se viaja de forma individual y fuera de temporada. En mayo y en septiembre, cuando el fr¨ªo no es intenso, la nieve todav¨ªa es dominante y los colores del oto?o encienden los abedules, se capta la vida noruega en toda su natural sobriedad.
Los tajos producidos en la roca por el hielo pronto se colmataron de agua de mar, creando profundos pasillos de aguas saladas y quietas, custodiados por paredes verticales de hasta 1.300 metros de altitud
En Gudvanger se inicia un crucero por el Naeroy hasta Laerdal. Se trata del fiordo m¨¢s estrecho y profundo
Los fiordos producen una fascinaci¨®n especial entre los turistas mediterr¨¢neos por la grandeza del paisaje y el extraordinario nivel de vida noruego. "Yo he elegido los fiordos porque los dem¨¢s combinados me ofrec¨ªan demasiadas piedras y monumentos, y a m¨ª lo que me apetece es naturaleza", comenta un joven integrante de un grupo de espa?oles en Copenhague, pues la capital danesa es punto de enlace para muchos viajes a Noruega. Aunque los cruceros son una de las modalidades m¨¢s habituales, cada vez son m¨¢s quienes optan por paquetes organizados y recorren los fiordos por carretera y en barcos locales. Pocos se aventuran todav¨ªa a viajar por libre. Puede que lo elevado de los precios y el idioma (el ingl¨¦s es la segunda lengua) tengan en parte la culpa. Sin embargo, los accesos y la infraestructura tur¨ªstica -hoteles, alojamientos rurales, c¨¢mpings- son de calidad y facilitan el viaje. Lo mismo que el trato de la poblaci¨®n, sumamente acogedora y espont¨¢nea.
En Noruega no es el ser humano quien dome?a la naturaleza, ni se obceca en dominarla orde?ando sus recursos. ?sta condiciona al cien por cien la vida cotidiana en todas sus expresiones. As¨ª sucede con las casas y granjas que salpican el paisaje, todas sencillas y de madera, sin vallar y rodeadas de ganado lanar. Antiguamente se techaban con corteza de abedul (bjork) y con tierra. "La madera es m¨¢s barata y f¨¢cil de trabajar, y hay pinos por todas partes; para qu¨¦ nos vamos a complicar picando granito", explica Nils, un viejo granjero de Borgund. No solamente no se explota el abundante granito, rico en tonalidades y matices, sino que apenas se aprovechan la pesca, el deporte y el ocio a lo largo de ese perfecto entorno tur¨ªstico que son los fiordos. Los noruegos se conforman con casas amplias y confortables, alguna barquichuela, un coche sueco y, como mucho, una caba?a a orillas de un lago. Poca cosa si se considera que el pa¨ªs es uno de los principales productores de petr¨®leo del mundo y que, junto con Canad¨¢, sale siempre mencionado entre los que gozan de mayor calidad de vida. Los noruegos lo saben y se sienten orgullosos de su sistema social, austero e igualitario. Solamente se quejan de los impuestos del tabaco y, sobre todo, del alcohol, que estiman perjudiciales para el turismo. La industria del lujo simplemente no existe y est¨¢ mal considerada.
"Todos nos dicen constantemente lo buenos que somos, y nos lo creemos demasiado", opina Torill, propietaria junto con Olav Hylland, su marido, del hotel Gudvangen Fiordtell, en Gudvangen. "El Gobierno insiste en que no tenemos que hacer ostentaci¨®n de nuestra riqueza, ni consumir m¨¢s de la cuenta, ni excedernos. Eso est¨¢ bien, pero hasta un cierto punto".
Otro ejemplo de adaptaci¨®n al medio, extremadamente accidentado, son las carreteras. Incluso las internacionales discurren a menudo entre t¨²neles, enhebrando monta?as como si fueran dobladillos. En el que conduce de Flam a Laerdal -el m¨¢s largo del mundo, con sus m¨¢s de 24 kil¨®metros-, el tel¨¦fono m¨®vil no pierde en ning¨²n momento su cobertura, y la radio no deja nunca de sonar. Rusticidad y sometimiento al medio, pero tecnolog¨ªa puntera.
Heridas del cuaternario
Los fiordos son las heridas causadas por los glaciares, que datan del cuaternario, periodo de las principales glaciaciones, hace entre dos y tres millones de a?os. Los tajos producidos en la roca por el hielo pronto se colmataron de agua de mar, creando profundos pasillos de aguas saladas y quietas, que avanzan hasta 250 kil¨®metros hacia el interior, custodiados por paredes verticales de hasta 1.300 metros de altitud. Estos farallones gran¨ªticos est¨¢n cubiertos de abetos, pinos y abedules que descienden en equilibrio hasta la orilla, lenguas de nieve que perduran hasta bien entrado el verano, y saltos de agua como l¨¢tigos. Entre sus recodos se aprecian viejas granjas abandonadas, solamente accesibles en barco, y en las que los agricultores deb¨ªan de atar a bestias y ni?os para que no se despe?aran.
Entre las ciudades de Bergen y Alesund se extienden algunos de los fiordos m¨¢s espectaculares: Sognefjord, Nordfjord y Storfjord, con sus m¨²ltiples brazos, entre los que destacan Naoeroyfjord, Fjaerlandfjord y Geiranderfjord. Todos son asequibles por carretera, y algunos se pueden recorrer en ferries locales, que cargan el coche consigo y se deslizan callados entre paisajes de v¨¦rtigo. En Balestrand, las marsopas rasgan la superficie del agua y doblan sus lomos lustrosos para deleite de los turistas navegantes.
Aqu¨ª, la naturaleza habla con lenguaje propio, sin necesidad alguna de adorno ni intervenci¨®n. La impronta humana es insignificante, y los monumentos, escasos. Entre ellos, sin embargo, despuntan las iglesias de madera medievales, tan humildes como el resto de las edificaciones rurales, pero con una carga de misterio vikingo y al tiempo oriental agarrado a sus techumbres de escamas cubiertas de musgo y hongos y a su intimidante iconograf¨ªa guerrera. La de Borgund, a unos pocos kil¨®metros de Laerdal, es una de las m¨¢s antiguas (siglo XII) y mejor conservadas, con sus galer¨ªas, su estructura interior vista, sus portadas esculpidas y esa mezcla de elementos decorativos que entrelazan acantos mediterr¨¢neos con felinos de factura persa y dragones y serpientes vikingos.
Entre las granjas y las caba?as de madera tambi¨¦n sobresalen unos cuantos edificios del siglo XIX, que aportan un toque elaborado y colonial a la homogeneidad reinante. Muchos fueron concebidos a modo de hoteles para acoger el boyante turismo de crucero que surgi¨® a mediados de siglo. El Kvikne's de Balestrand es uno de ellos. A su elegante factura y a las vistas que ofrecen sus salones sobre las aguas turquesas del fiordo se suma el encanto de una gesti¨®n familiar, por cuarta generaci¨®n consecutiva, as¨ª como del mobiliario tradicional de roble tallado, los tapices y la pintura rom¨¢ntica cedida por algunos de sus m¨¢s ilustres hu¨¦spedes artistas. Otro ejemplo, tambi¨¦n a pie de embarcadero y en la cabecera de uno de los fiordos m¨¢s sobrecogedores, el de Geirander, es el m¨ªtico hotel Uni¨®n, reconvertido durante los a?os setenta, tambi¨¦n de gesti¨®n familiar, con mucha solera y una curiosa colecci¨®n de autom¨®viles hist¨®ricos, algunos de fabricaci¨®n local.
Senderismo de monta?a
En Geirander, los senderos de monta?a est¨¢n se?alizados y ayudan a sumergirse en la vida rural y el ambiente de las viejas granjas. Aunque el deporte de naturaleza es relativamente nuevo en los fiordos, poco a poco la oferta se ampl¨ªa y, sobre todo, se organiza. Adem¨¢s del hiking (senderismo de monta?a, el ¨²nico posible aqu¨ª), se pueden programar rutas a caballo, esqu¨ª de verano, pirag¨¹ismo y escalada. Las actividades relacionadas con los glaciares del parque nacional de Jostedalsbreen son muy populares y se dirigen desde el centro de Briksdal Breforing, construido a modo de albergue con restaurante, con un simp¨¢tico ambiente monta?ero, y que realiza excursiones guiadas a los glaciares. Al de Briksdal, el m¨¢s accesible, se llega caminando a lo largo de un valle surcado por un r¨ªo que nace en el propio glaciar y tapizado de abedules, fresnos y avellanos, cuyo suave verdor contrasta con el color m¨¢s intenso y cori¨¢ceo de pinos y enebros. Cuando se llega a los pies de la lengua de hielo, sorprende el silencio algodonoso (el crujido del deshielo es imperceptible) y el azul irreal de la luz cuando atraviesa los cristales del glaciar.
Algunos de los fiordos que se recorren en ferry son Geirander, Fjaerland y Naeroy. En Gudvanger se inicia un crucero por el Naeroy hasta Laerdal. Se trata del fiordo m¨¢s estrecho y profundo, en el que habita una importante colonia de focas, y por el que, al parecer, los vikingos que frecuentaban estos parajes dejaron esparcidas hierbas arom¨¢ticas mediterr¨¢neas y ajo silvestre (proscrito despu¨¦s por la cristiandad, que lo asociaba con las costumbres imp¨ªas). A unos kil¨®metros del hotel Gudvangen Fiordtell se encuentran unas curiosas cuevas de anortosita, un mineral blanco muy duro presente en pocos lugares del globo y en cambio abundante en la Luna. Olav y Torill Hylland, propietarios y directores del agradable hotel familiar de est¨¦tica vikinga, se prestan a ense?arlas a grupos de turistas. Torill dirige la visita. Todo un car¨¢cter de ojos azules y gestos expresivos (su nombre procede de Tor, el dios del trueno de la mitolog¨ªa n¨®rdica). Con una puesta en escena nueva era, consigue que los mediterr¨¢neos callen por unos instantes y se imbuyan de la pureza que, seg¨²n explica convencida, produce la piedra en la atm¨®sfera y el esp¨ªritu.
Con sus 250.000 habitantes, Bergen, la ciudad natal de Edvard Grieg, es la segunda en importancia de Noruega, un pa¨ªs de tan s¨®lo cinco millones de habitantes. Sigue un urbanismo horizontal y reposado que se articula en torno a los diversos muelles y barrios que a¨²n reflejan la vida comercial, surgida desde que en el siglo XIII se estableciera la liga hanse¨¢tica alemana en la ciudad. El mejor conservado, declarado patrimonio mundial por la Unesco, es el de Bryggen, creado en el siglo XI y que conserva toda su estructura de madera vista. Entre sus callejas se han establecido tiendas de artesan¨ªa, tabernas y estudios creativos de calidad.
Alesund es el broche que cierra este itinerario por los fiordos centrales m¨¢s bellos. Fue destruida por un incendio en 1904, y se levant¨® en tres a?os con esfuerzos de titanes, a manos de un buen pu?ado de j¨®venes arquitectos noruegos, formados casi todos en Alemania. El resultado es una peque?a ciudad de estilo art nouveau muy teut¨®n (lo que no deja de ser una rareza ex¨®tica en tierras norte?as), esparcida por la bah¨ªa sin estridencias, y con un ritmo apacible y marinero, en la que parece no suceder nunca gran cosa. Es de aqu¨ª de donde parten desde hace lustros los cargamentos de bacalao v¨ªa Espa?a, Brasil y Portugal. En Alesund, el mar, comprimido en estrechos pasillos a lo largo de los fiordos, recobra por fin toda su dilatada grandeza atl¨¢ntica.
LOS HOMBRES DEL NORTE
LOS VIKINGOS (hombres del Norte) ocupaban toda Escandinavia en la Edad Media. Eran c¨¦lebres por su car¨¢cter comercial, guerrero y expansivo y por su pericia como navegantes. A partir del siglo VIII recorrieron toda Europa a bordo de sus drakkars, conocidos de este modo porque la proa y la popa se adornaban con cabezas de dragones. Por mar y a trav¨¦s de los r¨ªos ocuparon las islas Brit¨¢nicas, Sicilia, Normand¨ªa, la costa del B¨¢ltico y parte de Rusia, y asaltaron Constantinopla, Lisboa y Sevilla, entre otras ciudades, hasta que se convirtieron al cristianismo en el siglo X y se agotaron sus ansias b¨¦licas. De ellos han quedado numerosos restos arqueol¨®gicos l¨ªticos, de metal y de madera, y toda la ornamentaci¨®n que todav¨ªa se emplea en la talla tradicional de madera, as¨ª como en los tapices de motivos geom¨¦tricos.
ARQUITECTURA CONTEMPOR?NEA
SON VARIOS los centros que se han abierto recientemente a lo largo de los fiordos para informar al visitante. Todos tienen un com¨²n denominador: su talante did¨¢ctico y la calidad de su arquitectura. El m¨¢s reciente es el Centro de Visitantes de la iglesia de madera de Borgund, destinado a explicar los secretos constructivos del monumento y a congregar en sus instalaciones al numeroso turismo que se acerca hasta all¨ª. El edificio, de listones de madera y est¨¦tica depurada y n¨®rdica, es obra de Askim Lantto. El mismo prop¨®sito tiene el Centro Noruego del Fiordo, en Geirander, a modo de ecomuseo con reproducciones de ambientes rurales y una elegante arquitectura de monta?a. Su dise?ador es Gudmundur Jonsson. M¨¢s audaz es el Museo Glaciar Noruego, en Fjaerland, proyectado por el conocido arquitecto Sverre Fehn, y que en su estructura de hormig¨®n evoca las curvas y el dramatismo de los glaciares.
GU?A PR?CTICA
Prefijo telef¨®nico- 0047.C¨®mo ir- Los mayoristas Catai, C¨®ndor y Politours (en agencias) proponen, entre otros, paquetes organizados.- SAS (902 11 71 92) ofrece vuelos con tarifas por trayectos, que permiten ir a un destino y volver por otro, adem¨¢s de programar escalas. Por ejemplo: Madrid-Copenhague-Bergen cuesta desde 180 euros, y Alesund-Oslo- Copenhague-Madrid, desde 225. Barcelona-Oslo-Bergen cuesta desde 71 euros, mientras que Barcelona- Oslo-Alesund, desde 83. Spanair comparte vuelos con SAS y tiene las mismas tarifas.- En agencias de viajes se pueden encontrar para el verano cruceros por los fiordos noruegos de muchas mayoristas, como C¨®ndor, Nordikum y Politours. Costa Cruceros (en agencias), por ejemplo, incluye en un paquete vuelos m¨¢s siete d¨ªas de navegaci¨®n desde Copenhague, en junio y julio, a partir de 1.580. Latitud4 (en agencias) ofrece rutas saliendo de Amsterdam, Dover y Southampton. El Corte Ingl¨¦s (902 400 454) ofrece un combinado de vuelos a Copenhague m¨¢s ocho d¨ªas en el buque MSC Rhapsody desde 1.360 (mayo y junio).Dormir- Alquiler de caba?as en c¨¢mpings (www.camping.no, www.camping.no).- Alojamiento en albergues familiares y juveniles (www.vanfrerhjem.no). Para alojarse en casas particulares y con la f¨®rmula bed and breakfast, consultar la gu¨ªa Bed & Breakfast Norway, de venta en librer¨ªas especializadas.- Kilvikn's Hotel (57 69 42 00). Balestrand. Bonitas vistas al fiordo y excelente buf¨¦. Doble, desde 90 euros.- Gudvangen Fjordtell (57 63 39 29). Gudvangen. Acogedor y de madera. La habitaci¨®n doble, desde unos 95 euros.- Stryn Hotel (57 87 07 00). Visnesgen, 1. Stryn. Cerca del parque nacional de Jostedalsbreen. Doble, a partir de 110.- Clarion Collection Hotel Bryggen (70 12 64 00). Apotekergata, 1. Alesund. Antigua casa de pescadores, familiar y acogedora; unos 120 euros la doble, con desayuno, merienda y buf¨¦ fr¨ªo.- Union Hotel (70 26 83 00). Geirander. Confortable y con vistas al fiordo. Buf¨¦ de calidad. Doble: unos 130 euros.Informaci¨®n- Oficina de turismo de Noruega (913 19 73 03; www.visitnorway.no/spain).- Briskdal Breforing (57 87 68 00). Briskdalsbre. Albergue de monta?a, restaurante, actividades en glaciares.- www.briksdalsbre.no.
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