El sue?o de don Camilo
Las entradas se agotaron en un abrir y cerrar de taquilla, con aficionados venidos de diversos puntos de Europa y las c¨¢maras de Fernando Trueba dispuestas a recoger el evento (lo hicieron ayer, s¨¢bado, en Santa Cruz de Tenerife). Todo, para ver cumplirse un sue?o, el de Michel Camilo volviendo a dirigir a la New York Big Band. Un proyecto que naci¨® y muri¨® sin tiempo para crecer, por imposibilidad financiera, y que ha vuelto a la vida, 10 a?os m¨¢s tarde, gracias a la iniciativa de los programadores del ciclo Arrecife de las M¨²sicas palmero. La idea: Camilo tocando su m¨²sica junto a 16 solistas con voz, voto y experiencia sobrada como sidemen y/o l¨ªderes de sus respectivos combos y orquestas. Quien no fue primer trompeta con Machito fue jefe de secci¨®n en la orquesta de Thad Jones y Mel Lewis o toc¨® con los m¨ªticos Blood, Sweat & Tears; por ah¨ª andaban Lou Marini, de los Blues Brothers, y Gary Valente, un habitual de las orquestas de Carla Bley. Y don Camilo, claro. La noche era suya, suya la m¨²sica y suya la ¨²ltima palabra.
Michel Camilo & New York Big Band
27 de mayo. Auditorio Alfredo Kraus, Las Palmas de Gran Canaria.
Como es norma en el jazz orquestal, no todo estaba escrito, y es potestad del que manda el organizar las cosas sobre la marcha. Al viejo estilo: un gesto y el se?alado acaba de averiguar que es el siguiente en el turno de solistas. Hubo quien, de hecho, le cogi¨® desprevenido y pensando en las musara?as y quien hizo gala de una cintura propia de un crack al borde del ¨¢rea chica, el caso del extraordinario Antonio Hart en Caribe, hilvanando en una misma secuencia el bebop de Charlie Parker con la tropicalidad de Paquito d'Rivera. El dominicano administra los tiempos, conduce, ora desde el piano, ora puesto en pie, y a¨²n encuentra tiempo para contribuir con su pianismo exhuberante y tan l¨²cido. Camilo se nos mostr¨® en sus distintas facetas de baladista -La luz de los sue?os-, rapsoda -Calentando men, perteneciente a su Suite Sandrini- y aquella otra m¨¢s popular que le acerca a las m¨²sicas del Caribe, la de las explosivas One more once y Why not, a tiempo de calipso. Arropado por un ensemble de virtuosos en ambos campos, del jazz y la m¨²sica latina, Michel Camilo, que acaba de editar su disco m¨¢s ¨ªntimo y hermoso en solitario, se mostr¨® a¨²n m¨¢s extrovertido de lo que en ¨¦l es habitual. Y feliz, mucho. Tambi¨¦n quienes le acompa?aron, a ninguno de los cuales falt¨® la ocasi¨®n de lucimiento que aprovecharon en distinta medida. Y nada se diga de la audiencia, que oblig¨® a dos bises, uno programado y uno que no lo estaba. El mayor espect¨¢culo el jazz latino no dej¨® indiferente a nadie: un puro derroche.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.