Rebeli¨®n a bordo
Tras la muerte del cuarto toro, la autoridad anunci¨® por megafon¨ªa la suspensi¨®n de la corrida, "con el acuerdo un¨¢nime de los toreros", a causa de la tromba de agua que ca¨ªa desde hac¨ªa bastantes minutos sobre la plaza y que hab¨ªa dejado el ruedo absolutamente impracticable para la lidia. Seguidamente, se produjo una sonora protesta de los toreros -una aut¨¦ntica rebeli¨®n a bordo en medio del aguacero-, que se quejaban de que se hab¨ªa adoptado la decisi¨®n sin su consentimiento, al tiempo que expresaban su firme decisi¨®n de continuar. Di¨¢logo encendido en el callej¨®n entre los tres matadores y un representante de la autoridad -"esto es un cachondeo", se le oy¨® decir a El Fundi-, y, al final, tras un periodo de reflexi¨®n, se reanud¨® el festejo. Ins¨®lito, pero cierto. Y la autoridad, por los suelos, no s¨®lo por reanudar la corrida, sino por anunciar que se suspend¨ªa con el benepl¨¢cito de la terna cuando, por lo visto, no era cierto. Sencillamente, intolerable.
Miura / El Fundi, Ramos, Padilla
Toros de Eduardo Miura, 2? y 3? devueltos por inv¨¢lidos, muy blandos, descastados y deslucidos; sobreros de Puerto Frontino, deslucido el 1? y manejable el 2?. El Fundi: estocada desprendida (silencio); metisaca, pinchazo y estocada (silencio). Jos¨¦ Ignacio Ramos: estocada y cuatro descabellos (ovaci¨®n); dos pinchazos -aviso- y estocada (ovaci¨®n). Juan Jos¨¦ Padilla: estocada tendida (gran ovaci¨®n); pinchazo y estocada (palmas). Plaza de las Ventas. 31 de mayo. 15? corrida de feria. Lleno.
Lo mejor de la tarde fue la estocada de Jos¨¦ Ignacio Ramos al segundo, un sobrero de impresionante arboladura, ¨¢spero y de corta embestida, que puso en serios apuros a un torero valiente y entregado que quiso dejar claro que no era un convidado de piedra. Embest¨ªa el animal a tornillazo limpio y listo anduvo Ramos para sortear los astifinos pitones que buscaban prenderlo en cada viaje. Se perfil¨® el torero, mont¨® la espada, marc¨® los tiempos con parsimonia, ech¨® la muleta a la cara del toro, se volc¨® encima del morrillo y dej¨® una estocada hasta la bola en la misma cruz. Se jug¨® de verdad la vida cuando encima de la mesa no hab¨ªa ning¨²n triunfo por el que pujar. Consecuentemente, la plaza se puso en pie y le dedic¨® una atronadora ovaci¨®n.
Lo peor de la tarde fue la paup¨¦rrima corrida de Miura, desigualmente presentada, inv¨¢lida, sos¨ªsima y muy descastada. Un sonoro fracaso s¨®lo superado en intensidad por el diluvio que comenz¨® en el tercero, arreci¨® durante la faena de muleta de Padilla y convirti¨® el ruedo en un lodazal.
La lluvia transfigur¨® al gaditano, que consigui¨® tandas de enorme templanza por ambos lados, con gusto y torer¨ªa. Mat¨® de una estocada tendida y, entre algunos pa?uelos y muchos gritos, se le pidi¨® un trofeo que el presidente no concedi¨®.
Continu¨® lloviendo durante la lidia del cuarto, muy deslucido, y El Fundi bastante hizo con salir ileso. No estuvo sin embargo, l¨²cido este torero ante su primero, descastado como los dem¨¢s pero de repetida embestida que no supo aprovechar con un toreo despegado y ventajista.
Volvi¨® Ramos a ser un torero valiente y apasionado en el quinto, descarado de pitones, al que meti¨® en la muleta y, aunque los pases resultaron enganchados, qued¨® clara su disposici¨®n. Lo recibi¨® con unas meritorias ver¨®nicas y en ning¨²n momento se dej¨® ganar la pelea. Y cerr¨® la desapacible tarde Juan Jos¨¦ Padilla, que recibi¨® al ¨²ltimo con dos largas cambiadas de rodillas en el tercio, y le present¨® la muleta en la zurda a un toro de cort¨ªsimo recorrido. Los tres toreros banderillearon desigualmente, casi siempre a toro pasado -el mejor, Ramos, y muy bien Padilla en el sexto-. Su decisi¨®n y la lluvia los exime del suspenso general.
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